CAPÍTULO 26

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Narra Madison Willson

Sábado. 10:43 a.m.

Me encuentro sentada en el sofá de la sala, finalizando unos deberes de la universidad, cuando de pronto escucho la puerta principal abrirse. Giro mi cabeza hacia allí y veo a Henna entrando sigilosamente para evitar hacer ruido. Entorno los ojos al verla, ella se pone de pie y sonríe nerviosa al encontrarse con mi mirada.

—Estás despierta —Señala al adentrarse en la sala.

—Son las once de la mañana, por supuesto que lo estoy —Bufo molesta mientras la miro—. La verdad es que eres una irresponsable. ¿Desde cuándo te gobiernas? Que no me entere —Pregunto cruzando los brazos.

—Lo siento, no te enojes —Pide mientras se sienta a mi lado y me pasa una bolsa de McDonald's con una hamburguesa acompañada de una botella de jugo y otra de agua. Debo admitir que mi enfado ha disminuido considerablemente.

—Está bien, no quiero escucharte discutiendo si un día no llego a casa y no te aviso. —Advierto con la cabeza levantada mientras destapo la hamburguesa. Acepto su soborno solo porque tengo hambre.

—Es que no sabes lo que sucedió. —Comienza en tono alarmante.

—Ya puedo imaginarlo, ni siquiera te tomaste el tiempo de secarte el pelo. —La acuso mirándola con desaprobación antes de darle un mordisco a la hamburguesa.

Hanna llevaba unos jeans de color azul claro y una blusa blanca con los hombros caídos. Tenía la cara lavada, su cabello húmedo y rizado aún goteaba, lo que hacía que su blusa estuviera empapada y su sostén beige se transparentara.

—Carl no tiene secadora. Sin embargo, no pasó nada malo. —Asegura.

—Sí, claro. —Respondo con escepticismo.

—De verdad, solo nos besamos, nada más. —Insiste. —Él estaba comportándose de forma extraña. Me quedé allí consolándolo hasta que se quedó dormido. No quise dejarlo en ese estado, así que lo vigilé toda la noche. —Afirma.

—Para consolarlo, ¿Por qué o de qué? —Pregunto curiosa mientras abro la botella de agua para tomar un sorbo.

—Madison. —Dice seriamente, la miro atentamente. —Creo que a Carl lo violaron. —Suelta esa afirmación sin más, provocando que me atragante con el agua.

—¿Q-Qué? —Exclamo tosiendo. Ella me ayuda, dándome unos golpecitos en la espalda. —¿Por qué dices eso? —Pregunto con voz entrecortada después de toser como un carro viejo por unos segundos.

Hanna tarda exactamente diez minutos en contarme lo sucedido en el apartamento del chico una vez que llegó. Me explica con todo lujo de detalles su extraña actitud y expresión, así como lo que piensa al respecto. Aunque su comportamiento era realmente inusual, las conclusiones a las que llegó mi amiga eran aún más sorprendentes.

—¿Tú qué opinas? ¿Tengo razón? —Pregunta agitada, mirándome fijamente con sus grandes ojos café, esperando mi confirmación.

—Bien..., la actitud de él resultó realmente extraña, pero en mi opinión eso es poco probable ¿Verdad? Es decir, no creo que alguien encubriría ese tipo de abuso.

ALÉJATE DE MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora