Capítulo 1

122 11 4
                                    

Hace ya varios años, tuve el gusto de conocer a una bella joven, a mi mejor amiga, a la que siempre estaba estaba con migo, la que supo curar mis penas, la que pudo comprenderme y la que siempre ocupara un lugar especial en mi corazón.

Su nombre era Emma y recuerdo a la perfección cada uno de sus rasgos; su hermoso cabello negro y lacio, caía como una cascada sobre sus hombros, le llegaba casi a la mitad de la espalda, pero ella siempre lo quería más largo, recuerdo esos hermosos ojos color miel que me miraban casi siempre acompañados de una cálida sonrisa, sus blancos dientes relucían cual perlas de magnífico brillo y su delgado cuerpo la hacia verse tan frágil que temía que pudiera romperla con la inocencia de un abrazo, además de que su pequeña estatura no la hacía verse un poco más intimidan te al contrario se veía más inocente de lo que enrealidad era.

Ella siempre estaba alegre, no había día que no la viera reírse, pero todo cambio cuando entramos a noveno grado, no supe bien que fue lo que la hizo cambiar pero ya nada fui igual que antes...

-¡Emma! ¡Emma!- estaba tratando de atraer la atención de mi pequeña amiga, pero gracias a los incesantes murmullos de mis demás compañeros de escuela no me había podio hacer caso, es comprensible ya que a todos nos gusta la hora de la salida -¡Emma!- volví a insistir pero ahora grite con mucha más fuerza que antes, gracias a ello la hoji miel volteo a verme y en su rostro pude ver como una hermosa sonrisa se iva formando. Ella trató de correr hacia mi, pero con tanta gente le era muy difícil llegar hasta donde yo estaba, tuvo que esquivar algunas personas y pedir perdón por uno que otro empujón que les daba.

-¡Paulie!- tan rápido con llegó a mi brinco hacia mis brazos, yo no dude ni un segundo y la abrace de igual forma- ¡Te extrañe tanto! No puedo creer que en ninguna clase hayamos quedado juntos-

-Emma tranquila, ya puedes soltarme- reí un poco y tome su mochila para pasarla a mi hombro.

-Lo siento, es que, te extrañe- aquellas últimas dos palabras hicieron que mi estómago sintiera un pequeño dolor, no de enfermedad, si no... De alegría, aveces pensaba que tal vez lo que sentía por ella no era cariño, si no amor.

-Será mejor que nos apresuremos, te pasaré a dejar a tu casa y ya luego me voy a la mía, vamos- empezamos a caminar y fue lo único que se ocurrió para cambiar el tema de conversación, no quería incomodar nos sabía que entre ella y yo sólo había una amistad sincera, y sólo eso.

Durante todo el trayecto hasta su casa no habíamos parado de hablar sobre como había estado nuestro primer día de clases y que este último año en nuestra escuela debía ser maravilloso e inolvidable. Me parecía increíble pensar que nunca me aburría de hablar con ella, y es que los temas de conversación no eran ningún problema, en cuanto uno acababa otro comenzaba desprendido de la idea anterior, me sentía tan tranquilo hablando con ella que me pareció muy corto el camino hasta su casa.

-Bueno... Hasta mañana Paul-

-Hasta mañana Emma- baje de mi hombro su mochila y se la entregue. Observe como me decía adiós desde su puerta y entonces decidí irme a la mía.

Mientras me dirigía a mi casa recordé que no había visto para nada a George el era muy amigo mio hací que lo conocía bastante bien para saber que el no era un niño faltista ni nada por el estilo, quizá cuando llege a casa le pediré permiso a mi papá para ir a visitarlo se que no se negara.

Tome las llaves de mi bolsillo izquierdo y abrí la puerta de mi casa.

-¡Papá! ¡Mike! ¡Ya llegue!- baje mi mochila y la coloque a un lado de la entrada.

-¡Que bueno Paul, ahora bajo, sólo que papa salió y no va a regresar hasta en la noche!- la voz de mi hermano Mike sonó por toda la casa o mejor dicho los gritos de mi hermano Mike.

Estaba revisando el refrigerador cuando escuche los pasos de mi hermano acercándose hacia mi.

-Papá dejó comida en una de esas caserolas, no te preocupes- me sentí tan aliviado al escuchar esa palabras, no es porque no me gustara cocinar, había aprendido un poco de cosina en los últimos meses, pero tenía tanta hambre que ya no lo soportaba.

-Genial, muero de hambre- confesé- Pon la mesa en lo que yo caliento esto para comer-

Prendí la estufa y puse sobre ella la cacerola. Decidí escuchar un poco de música en lo que comíamos así que encendí la radio.

-Debo admitir que papá no cocina tan mal - bromeó Mike mientras recogía los platos y los llevaba al fregadero.

-Pero extraño tanto el sazón de mamá- de sólo pensar en ella se me formaba un nudo en la garganta y era verdad, su partida nos dolió tanto.

-Lo se hermanito, yo también, sobretodo su compañía- Mike era más chico que yo y me dolía verlo así pero que podía hacer, nada.

-Sabes, estaba planeando ir a visitar a George, ¿Que te parece si me acompañas?- pregunte para tratar de cambiar de tema, realmente no quería hablar más sobre Mamá.

-¿George Harrison?- preguntó un poco desconcertado.

-Ese mismo, lo que pasa es que hoy no lo vi en la escuela y quiero ver que a pasado con el- le dije tomando una manzana del frutero y un panque de chocolate, los guarde en una bolsa de papel y la selle.

-Supongo que eso es para George, come mucho ese amigo tuyo-

-Sierto- reí un poco- ¿Entonces vas?- volví a insistir

-Claro, vamos-

Escribí una nota para mi papá por si no llegábamos antes que el. Cerramos la puerta y nos dirigimos a casa del pequeño George.

Nunca Deje De AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora