Siglos habían pasado desde que los gifos habían llegado a la tierra de los mortales. Cada reino poseía un gifo, y también el reino de los Zuespas, por supuesto. La ciudad de los Zuespas estaba debajo del gran lago, aunque afuera había algún que otro puesto al rededor de este pero la verdadera vida estaba al fondo del lago. Chels era el rey del reino de los Zuespas y siempre reinaba a su reino con justicia y sabiduría. Para todos sus súbditos era un gran lider y era muy admirado por ellos.
Chels tenía un hijo adolescente llamado Datles, un joven de pelo muy muy largo y rubio, con ojos azulados y salvajes pero a la misma vez serenos,aunque su largo flequillo le tapaba un poco los ojos. Sus labios siempre se mantenían curbados hacia abajo y su cara tenía unos razgos muy finos. Su actitud era fría,ya que ni siquiera mostraba un vínculo con su padre, solo lo justo y necesario, ya que las ideas del liderazgo no le hacía gracia.El sol asomó por las aguas del lago, indicando a todos sua habitantes de que ya era hora de empezar con el día. Los puestos de la ciudadela marina se abrieron por fin, y la gente ya se ponía manos a la obra. Ese mismo día, Chels iba a dar un paseo por su poblado junto a sus guardias para variar, mientras que Datles como siempre, decidió quedarse en el palacio. Sirvientas y criados hicierom su trabajo en palacio, mientras que lo único que hacía Datles era mirar a su alrededor. Todos tenían motivación por cada día que pasaba, sin embargo el se quedaba mirando y dejando que le sirvieran. Todo...era cansino, siempre había querido salir de su reinado y visitar otras tierras aunque a la misma vez le daba miedo, al igual que su difunta madre. Ella deseaba también con toda su alma conocer el mundo, y murió con ese sueño sin realizar. Se adentró a lo más fondo del palacio, aunque este era demasiado grande. Bajó la gran espiral que conducía hacia la planta baja pero que a la misma vez mientras bajabas se unía con un montón de cuartos. Bajó aquella espiral, sin mucha prisa. Al llegar al final, se colocó en frente de la gran estatua de la diosa Nyura. No entendía nada, había nacido con intriga de conocer el exterior y morirá con ese deseo al igual que su madre. Era triste...pero era lo que la diosa le había dejado en sus manos. Gobernar un futuro reino. Se sentó al borde de la estatua, mirando sus manos y sus ropajes. ¿Su destino lo decidía él, o su padre? Era lo que se preguntaba costantemente, aunque ya sabía la respuesta y con solo recordarla apretaba los puños de pura impotencia.
Suspiró profundamente a la vez que levantaba la cabeza hacia el altísimo techo de palacio.
Cogió un lazo azul de su muñeca, recogiéndose una coleta para apartar sus largo pelo que llegaba hasta la cintura.
Estaba solo, en profundo silencio...
Hasta que notó que el suelo temblaba. Pensó que era un pequeño terremoto, y no era la primera vez que pasaba por lo que decidió ignorarlo.
Pero de nuevo sonó,y aquello le inquietó un poco. Más que terremotos parecían fuertes pasos, por lo que se puso de pie, mirando a los alrededores.
De repente escuchó un grito,y aquello hizo que despertara su impulso, corriendo hacia fuera de palacio.
En salir vio a un enorme gigante, de piel negra y ojos rojos, con un aspecto diabólico. Este estaba arrasando la ciudadela con sus enormes pies, dando algún que otro grujido. La gente gritaba,los niños lloraban, y todos corrían y nadaban hacia un refugio. El gigante sobresalía del agua, era tremendamente colosal. Cada movimiento brusco hacía que el lago perdiera más y más agua, haciendo que muchos Zuespas salieran de ahí por la fuerte fuerza del gigante. Datles no sabía que hacer,¿dónde estaba su valentía,debía de hacer algo o refugiarse? Aquello era un caos.
Miró las cadenas que unían el puente subterráneo hacia el palacio, por lo que si pensarlo tomó el ciclón de aire de uno de los caballeros que estaban tirados en el suelo a causa del gigante. El ciclón de aire era un tipo de estrella hecha de roca que se podría realizar bastante fuerza en forma de espiral. El arma perfecta para los Zuespas, ya que funcionaba perfectamente debajo del agua.
Lo tomó irracionalmente con la mano, haciendo un fuerte gesto de fuerza hacia las caderas, rompiéndolas. El puente poco a poco se fue despedazando hacia el fondo del lago, mientras que Datles como pudo agarró esas cadenas. Tenía claro que por fuerza no podría detenerlo ni matarlo, por lo que decidió atarle los pies. Se abalanzó a él en un aleteo, con las caderas cargando en su espalda. Estaba cerca, muy cerca, pero una fuerte fuerza que venía detrás de él lo empujó, golpeando al gigante en el pecho, haciendo que callera poco a poco mientras que se colocaba la mano en la zona herida.
El cuerpo del gigante fue deshaciéndose bajo del lago, quedando finalmente restros de huesos mugrientos. La gente no podía dar a crédito a lo que había visto,pero lo el que verdaderamente no podía creérselo era Datles. Se giró lentamente, con temor de no saber qué era esa fuerza tan poderosa que había acabado con aquel demoníaco gigante. Solamente vio el palacio, pero en el hueco de la gran puerta vio una luz, así que de mientras que los demás estaban asimilando lo sucedido Datles nadó a toda velocidad al palacio.
ESTÁS LEYENDO
Los Salvadores Del Cielo
FantasiCinco amigos, todos distintos entre sí pero unidos por un mismo destino, evitar el caos de la diosa Deonis contra las tierras de la diosa Nuyra. ¿Serán los salvadores de la conocida vida en estas tierras o se dejarán llevar por los grandes y poderos...