La casa de los tíos

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La camioneta de Josh daba pequeños saltos en los baches de la carretera. Se les habían acabado las papas fritas y Roy estaba desesperado por encontrar algo de comer.
-Me rugen las tripas ¿Cuánto falta Josh?
-Relájate, faltan cinco kilómetros para entrar al pueblo, además fuiste tú el que se acabó las papas.
-Nunca dejas de comer. No sé como es que no estás gordo- Dijo Ruth.
-Tengo un buen metabolismo.
-Más bien una bendición. Yo me como una hamburguesa y me inflo como globo- Se quejaba Diana.
Cuando llegaron al pueblo se dirigieron a la casa de los tíos de Josh. Estaba enfrente de un hermoso lago con agua cristalina, rodeada por un terreno boscoso que también le pertenecía a sus tíos.
La familia de Josh era gente adinerada, pero sus tíos en particular nadaban en dinero.
El chico sabía perfectamente que todo el dinero de sus tíos provenía de tratos sucios con el narcotráfico, pero no le gustaba darle vueltas al asunto.
Era una noche calurosa, así que el aire acondicionado de la camioneta estaba alto.
-Me muero de frío, bájale al aire- Dijo Sarah.
- Tengo hambre, tengo frío. Dejen de joder de una vez. Parecen niños de primaria.
Sarah se puso los audífonos en señal de reproche.
Llegaron a la entrada de la propiedad, delimitada por un muro y una puerta grande adornada con enredaderas que formaban hermosos diseños.
Josh se bajó de la camioneta para tocar el timbre, el cuál resonaba en toda la propiedad y dentro de la casa.
Luego de esperar diez minutos decidió llamar a su tío por teléfono.
-¡Tio! Estamos en la entrada, ¿puedes abrirnos?
Josh estuvo hablando un buen rato con su tío, y luego de cinco minutos metió la mano en la tierra de una maceta que estaba pegada al muro. De ahí sacó una llave sucia y manchada, la cual usó para abrir la puerta.
-¿No nos recibirán tus tíos?-Preguntó Roy.
- Mis tíos no están aquí, tuvieron que atender un asunto. Tendremos la casa para nosotros por esta noche.
-¿y la comida?-Preguntó Ruth- Yo no pienso cocinar.
-De eso nos podemos encargar Josh y yo- Dijo Diana.
-Si, somos los únicos del grupo a los que nos gusta cocinar, y no vamos a quemar la casa en el intento.
Se adentraron en la propiedad, acompañados del cantar de los grillos y de la oscuridad misma.

La sexta sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora