2.- Cautivado

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Gale POV.

Por la mañana estoy demasiado ansioso como para seguir en la cama, Peeta está en la misma posición de cómo se durmió.

Me levanto para ducharme y asearme.

Cuando regreso Peeta sigue dormido, así que lo obligo a despertarse.

-Dúchate –ordeno-. Preparé algo para almorzar. Y conseguí un pantalón nuevo.

En el closet aun había ropa de mis antiguos compañeros, pues antes esta bodega la usábamos para empaquetar marihuana y cocaína, por tanto todos teníamos cambios re ropa. Huele a viejo y a polvo, pero es mejor que esos pantalones, que incluso tienen manchas de sangre.

Dejo la ropa en la cama y me siento en el escritorio, trazando, analizando y planeando todo lo que se me ocurre para el asalto.

Peeta entra en la habitación, evalúa la ropa en la cama y me mira. Y después se viste. Pero se deja puesta la playera que yo le presté. No puedo evitar sonreír.

Se acuesta en la cama y cierra sus ojos.

Voy y le entrego el plato con comida y regreso a mi silla, acariciando el arma mientras pienso.

Cuando escucho que un auto se estaciona me levanto rápidamente y miro al chico en la cama.

Me regresa la mirada, baja la cabeza y camina hasta mí. Sin mirarme.

Sujeto sus manos y lo conduzco hasta el muro tras el escritorio, para tenerle cerca de nosotros.

-No, por favor –me suplica en cuanto estoy por colocar la mordaza en su boca-. Prometo que no hare ningún sonido.

-Lo siento –murmuro. Pero mi corazón está frio, y no frio sin sentimientos. Si no frio por que no quiero amordazarle. Y termino rendido ante mi propio deseo. No quiero que la pase peor de lo que la está pasando. Arrojo la mordaza a mi lado y tomo el otro trozo de tela.

Antes de cubrir sus ojos me hecha una mirada larga, hasta que soy capaz de colocar la tela y anudarla.

-Solo no hagas ruido –mascullo.

Segundos después de que me pongo de pie entran Fabián y Carlos.

Vienen discutiendo, como es costumbre.

No me centro en prestarles atención, me dirijo al escritorio y vuelvo a adentrarme en mis pensamientos.

Poco después llega Marcus.

-Espero que todos tengamos buenas opciones –dice, sentándose en una de las sillas del escritorio.

Fabián y Carlos toman sus lugares, y todos nos miramos entre nosotros.

-Creo que será fácil –dice Fabián, relajado en su silla-. Solo necesitamos asaltar el banco central, estuve investigando y entre las cuatro y la seis de todos los días llega un camión blindado con pacas de dinero. Caminan un trayecto entre la puerta y el camión, lo suficiente como para tomarlos desprevenidos. Podremos incluso matarlos desde el edificio Monclova, frente al banco. Dos francotiradores en la azotea y dos que se encarguen de llevarse el dinero. Es un trabajo fácil –se calla, muy orgulloso de su opción.

-Creo que no hay tanto por hacer –comienza Carlos-. Solo hay que entrar con armas, un buen disfraz y mucha determinación. No queremos robarnos unos cuantos miles del camión. Queremos las cajas del banco. Prestaremos mucha atención para que no activen las alarmas y no mostraremos piedad.

Marcus pasa los ojos de ellos a mí. Y diez segundos después ellos también me miran.

-Creí que estábamos mirando más alto –mascullo. La sonrisa de Marcus se extiende en sus labios y los ojos de los hombres a mi izquierda se llenan de coraje-. Yo no voy a participar en ninguna de esas estupideces. No vamos a ganar lo suficiente como para arriesgarnos.

Secuestro (GAY)(PeetayGale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora