𑁍; ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ɪ

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Vocaloid le pertenece a Yamaha Corporation.


-"Sin prisa, pero sin pausa"-

Secret Service

Capítulo I - El guardián del dolor.

El Amor. Era un sentimiento completamente ajeno a su realidad, el entorno mismo donde se encontraba era algo parecido al tabú, prohibido, solo algo que se tiene que evitar, al final de todo ella jamás había recibido ni siquiera aquello por parte de sus padres. Estos pensamientos de soledad cada día motivaban a Rin a decirse a sí misma, cada vez que veía su reflejo en el espejo cada mañana una vez que se levantaba de la cama de su triste morada; "Estoy destinada a estar sola, seguramente Dios quiere que permanezca ajena a la felicidad y aprender a ser el dolor mismo..."

Y como todos los días, de cada semana, de cada mes, de los últimos cinco años hasta su actual adolescencia, además de cumplir los dieciséis el mismo día de sus cumpleaños. Ah, mencionando el cumpleaños de la rubia, era solo una sencilla fiesta de té con invitados de las altas clases, hijos de grandes empresas -que obviamente no conocía ni en pintura- y si es que tenía una grandiosa suerte sus padres le dirían "Feliz Cumpleaños", aun la probabilidad era de solo, bien, cero, nunca lo habían hecho.

Era doloroso ser una Alfa, era doloroso pertenecer a una familia ricachona con actitudes frías, era difícil permanecer intacta ante el dolor, era complicado mantener en plan; "Estoy bien", cuando en realidad nada en su vida lo estaba. Pero así era, Kagamine Rian, una muchacha con una actitud frívola, una inocente y esbelta apariencia para derretir la vista, una conducta impecable y una de adinerada generación se sentía como el ser más solitario por castigo en la faz del planeta.

Los Alfas eran los más fuertes y futuros líderes de una manada, por aquello mismo había una gran cantidad de varones en este poderoso rango y sin embargo las mujeres eran una completa rareza. Se decía que si alguna niña nacía dentro de una generación con altas financias por costumbre durante generaciones los padres ignoraban por completo su existencia, de echo las encargadas de criar a la pequeña eran las sirvientas o una dama de honor especial para ella. Rin sentía envidia, pero no aquellos celos llenos de ira, era completamente lo contrario, dolor. Una punzada, un nudo en la garganta y los lagrimales apunto de derramarse era lo que sentía cada vez que veía a su hermana tomada de las manos de sus padres, sonrientes al igual, pero lo que más fue la desgarradora emoción fue ver que ellos la vieron como un fantasma. Simplemente ella no era su hija, si no alguien quien estaba obligada a comprometerse con otro Alfa para unir financias y así más y más riqueza y avaricia a hacia ellos.

Aquella mañana tocaron su puerta, como era de costumbre para algunas de las sirvientas que la atendían. Lentamente abrió sus parpados y por inercia radio su rostro observando fijamente las enormes puertas blancas que componían la entrada a su cuarto.

-Señorita Rian, tiene que levantarse, hoy es su cumpleaños y tiene que estar presente para atender a todos sus invitados-

-Gracias, Clarith...-Agradeció, aunque ni siquiera había mencionado las palabras cuando aquella albina ya se había ido a toda prisa por los pasillos de la mansión, agotada por todo el evento que habría que realizar aquel día-Como todos los días, el dolor será mi único verdadero fiel compañero de vida...-

Se levantó, aunque no con mejor ánimo al cumplir dieciséis. Vistió con lo querían verla vestida, sonrió como los demás querían que sonriera, se preparó para comportarse como quería que ellos la vieran actuar. Cuando se hizo una mueca que pretendía ser sonrisa, abrió las puertas y se sumergió por los pasillos del lugar, bajando hacia las escaleras que conducían a la entrada principal. ¡Sorpresa! No había nadie.

-"Tranquila, Rin, no llores, no llores, recuerdas que haz pasado peores momentos que estos, después de todo ya estas acostumbrada a sentir estas sensaciones que llevan al llanto ¿no?"-

Suspiro, sería un largo día.

Avanzo a pasos perezosos de vida, bajando cada peldaño hasta doblar por la derecha. Necesitaba estar solo por unos momentos. Sus cortos cabellos se agitaban, su sencillo vestido blanco le hacía ver una linda muñeca, en realidad eso era.

-Kagamine Rian-sama...-Volteo ante llamado.

Se encontró al instante con unos bonitos y realmente maravillosos ojos azules, una melena constituida de hebras de color dorado que hacían destacar cada facción facial junto a la blanca piel de aquel muchacho. Curiosamente, él vestía de prendas elegantes en negro junto a una corbata en el mismo color, unos guantes a media palma. Se encontraba levemente inclinado en una leve reverencia en forma de respeto... hacia su ama.

-Mi nombre es Kinami Allen, estoy a sus servicios, Rian-sama...-Se aproximó aun a la fascinada chica y sujeto sus manos para luego acercarla a su boca y depositar una leve y lento beso en esta. Le sonrió-Estoy a cargo de cualquier deseo que quiera desde este mismo instante-

Por otro lado, Rin aún se encontraba en estado de shock, esperaba realmente de todo menos un sirviente hombre, la verdad es que en ese tipo de ambiente se veía excesivamente mal estar hombre junto a una mujer Alfa de no ser por compromiso, pero no podía ser aquello, con lo poco de atención que había prestado había oído perfectamente "Estoy a su servicio", entonces, para que lo contrataron.

No sabía cómo actuar ni mucho menos como responderle, le había comido la lengua el gato. Soltó un suspiro, pero aun así no había forma de que le quitaran el mal humor del día a día, era solo una más del servicio de crianza, muy seguramente, o eso creía creer, contratado para aprender a interactuar con hombres. Lo malo de este que no había ningún buen aspecto en ellos, ya que significaba que ya estaba destinada a casarse.

-Yo...-No sabía por dónde comenzar, no estaba acostumbrada a más que decir un par de palabras lo suficientemente entendibles para lo que quería, pero ahora no ella misma sabía lo que quería-Es un gusto conocerte, Allen, espero que nuestra relación sea de los más agradable y que logres satisfacer mis deseos como tu Ama.

-Cualquier deseo es una orden para mí, Rian-sama...-Le dedico una mirada tierna Muy bien, eso era extraño-Desde hace mucho tiempo que he oído hablar de usted y he querido conocerla.

Espera, ¿Qué?


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