3. La declaración

754 57 12
                                    

Capítulo especial sobre la declaración de Sousuke a Rin.

Radiante.

Era la palabra que describía el día a la perfección. El sol estaba en tal punto que la sombra de los árboles abarcaba gran espacio, además de que el aire era frío y por ende no hacía calor. Algunas nubes surcaban por el brillante cielo azul, era una vista perfecta.

Casi era imposible que una tormenta estuviera programada para más tarde.

Sousuke se encontraba bajo uno de los árboles de la colina que llevaba al río, unos kilómetros al sur del puente que llevaba a casa de Nanase, pero cerca de donde él y Rin solían vivir. Bueno, sus familias aún vivían ahí.

Una canasta descansaba escondida estratégicamente en la parte de donde las ramas emergían del tronco. Sousuke golpeó la parte trasera de su cabeza contra el árbol. Estaba nervioso, eso rayaba lo cursi y lo romanticón colegial. Sin embargo... Esperaba que le gustase.

─ ¡Sou-chan! ─gritó alguien en su oído. Reconoció la voz de inmediato y sonrió. Esa sonrisa llena de amor y alegría que solo podía dedicarle a Rin.

─Rinrin... Viniste.

─No me digas Rinrin. Es exclusivo de la abuela ─reclamó el pelirrojo mientras se recargaba en el árbol─ ¿Sabes? Considero estúpido que no me hayas esperado. Vivimos juntos, en Samezuka.

─Bueno... Tú tardas mucho arreglándote ─el ojicarmín frunció el ceño─. Pero está bien, porque te preparé algo.

─Estás muy extraño, Sou... Pareces... No lo sé, diferente... ¿Dónde está tu actitud matona? ─se burló Rin con una sonrisa.

El pelinegro no contestó. Ni él sabía por qué actuaba como un novio enamorado del amor. Bajó la canasta, observando cómo los ojos del menor brillaban.

─ ¿¡Un picnic!? ─exclamó sonriendo─ Va perfecto, muero de hambre.

Sousuke se mordió la mejilla interior. Bien, le había gustado la idea de un picnic. Ahora faltaba lo demás.

No llevó manta alguna, no la necesitaban. Se sentaron en el pasto, con la cesta frente a ellos, y sacó cada quien lo que comería. Para Rin, una especie de emparedado de carne roja. Para Sousuke uno con menos carne. Una lata de soda para cada uno y un lindo obsequio escondido en el fondo del canasto para Rin.

En cuanto terminaron de comer, el pelirrojo comenzó a hablar sobre el régimen de natación que había impuesto el día anterior. Al parecer, era algo duro, pero no imposible y sobre todo había resultado eficiente, pues al los chicos se habían acostumbrado rápido a el calentamiento y ejercicios anteriores a la natación. Sousuke se mostraba interesado, prestaba atención a cada palabra que salía de la boca de su mejor amigo, aunque también le gustaba ver sus labios moviéndose. De pronto, un suspiro salió de boca de Rin. El pelinegro lo sintió, venía la misma bronca que le había dado el ojicarmín cada viernes.

─Lo entenderías mejor si hubieras estado ahí ayer ─exclamó Rin, observando al pelinegro de reojo─. Te vas todos los jueves al salir de la escuela y...

─Vamos, Rin. Ya hablamos de eso. No tienes que... ─explicaba Sousuke mientras observaba su soda con desinterés.

─ ¿Cómo demonios quieres que no me preocupe? ─El pelirrojo enfrentó al mayor, fulminándolo con la mirada, soltó el aire que había en sus pulmones y se inclinó hacia atrás hasta sostenerse con sus codos─ Eres un idiota. Sólo deberías decírmelo y ya.

─No es nada que quieras saber.

─ ¿Ah? No te compliques. Solo dímelo ─observó a Sousuke atentamente. Sintió un vuelco en el corazón mientras un sentimiento pesado se alojaba en su pecho─. Es... ¿Acaso tienes una novia y no quieres decírmelo?

Especiales CRUUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora