Regla número once: Usa lubricante

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Sábado, 5.00 p.m.

Rin estaba sumamente nervioso. Sus pies se hundían en la arena, quizá no debía quitarse los zapatos. Las olas arremetían contra la orilla de la playa, el viento helado venía desde el mar, el sol estaba cubriéndose por nubes que posiblemente anunciaban tormenta y su camisa no era lo suficientemente gruesa para cubrirlo del frío. Estaba saliendo mal. Observó la mesa que había arrastrado hasta ahí con ayuda de Sousuke. Quizá debía volver a meterla dentro de la pequeña cabaña que le había costado miles de yenes solo por un día de renta. Dios. Eso no era lo que tenía planeado. Las cosas no debían ser así.

Se sintió patético, ¿qué clase de mierda estaba haciendo?

Iba a quitarlo. Deshacerse de todo lo que un día consideró una brillante idea y mandar un texto a Haru diciéndole que no iría. Estuvo a punto de hacerlo.

Pero un jadeo ajeno le sorprendió.

Sus mejillas se encendieron con rapidez mientras daba media vuelta, preparado para la posible burla de Haruka. Pero este estaba embelesado.

¿Podía Rin ser más romántico? ¿O quizá eso rayaba lo cursi?

Un cartel enorme estaba colgado en el pórtico de la cabaña y en él, escrito con bonita caligrafía, se leía perfectamente un "Te amo, Haru'". También estaba decorada con dibujos. Un tiburón y un delfín. A Haru no podía gustarle más, aunque en definitiva era cursi.

Una mesa se encontraba frente a la cabaña decorada con un mantel rojo claro y un ramo de flores. Un ramo idéntico al que antes él le había regalado al pelirrojo, quien tomó el arreglo en sus manos y, con la mirada clavada en el mar, exclamó:

─Eh... Es para ti. Toma.

Y Haru las tomó con una leve sonrisa. No había otra descripción para ello, pues claramente era una velada romántica. Rin olía a... Dios, no podía ser.

─Planeaba que cenáramos afuera... Pero hace frío y...

─ ¿Por qué hueles a caballa? ─el chico se sonrojó notablemente.

─ ¿Se me pegó esa cosa? ─tomó su propia camisa y la olfateó─ Agh. Esto no debía ser así.

─Rin...

─Yo... Bueno... En verdad no se me ocurría nada... Tú saliste con Kisumi después de prometer que no lo harías y pensé que iba a perderte. Y entonces me di cuenta de que enserio había pensado que te perdería y eso significaba que... Bueno... Haru, estuvo mal todo lo que hice y nada de lo que haga en el futuro podrá compensarlo. Pasaste por mucho a causa mía.

─Rin... ─el pelirrojo siguió mirando el mar mientras Haru colocaba las flores devuelta en la mesa.

─Pensé que podría hacer algo grande... Pero en realidad no pude pensar en algo que pudiese borrar el pasado. Así que me dediqué todo el periodo de vacaciones a trabajar en esa cosa de gatos y como ayudante de cocina en una pescadería.

─Tú...

─Cállate, estoy hablando ─escupió el pelirrojo, pasando una mano por su cabello y suspirando─. En fin... Sé que esto no es ni medianamente bueno... Pero enserio...

Rin no pudo continuar. Sus ojos se abrieron como platos mientras Haruka lo atraía hacia sí en un beso lento que el pelirrojo no dudó en responder. Su cintura fue atrapada en brazos del pelinegro mientras rodeaba el cuello del mismo con sus propios brazos.

Lo amaba.

Toda preocupación se esfumó. Rin saboreó la boca ajena mientras Haru exploraba su cavidad con la lengua. Se atrevió a morderle el labio cuando se separaron.

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⏰ Última actualización: Mar 25, 2016 ⏰

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