Crisis

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Connor lentamente, en un mes, se fue convirtiendo en mi amigo y en mi compañero de actos políticos, el único debía de decir, uno que me escuchaba mejor que la psicóloga, me cuidaba mas que mis guardias y remplazaba, solo un poco, la ausencia de Paige. Además de que logre compartir muchos de mis pensamientos con el. Le conté a mi hermana, y no podía creer que alguien tan reservada como yo, halla liberado con Connor sus pensamientos, pero dentro de todo se alegro.

Aceptarlo fue duro, ya que somos completamente diferentes. A el le encantaba ser el galán de américa, ser el hijo del vicepresidente aunque interiormente era todo lo contrario, mientras que yo, repudiaba todo eso.

-Niña Daphne, su almuerzo esta listo- Me avisa Jeff, el jefe de la cocina. El no iba a entender nunca que no quiero que me llame así, pero es Jeff, el mejor tipo del servicio. Solía jugar con su sobrina de pequeña, pero cuando mi madre se entero, me lo prohibió.

Hace bastante que no estaba comiendo bien, pero a mi parecer son exageraciones de mi madre. Hoy por ejemplo no me apetecía comer el almuerzo, y mucho menos sola. Se que es tonto no comer, pero mi metabolismo se esta acostumbrando a esto, no se si para bien o para mal. También tengo conocimiento de que por mi entrenamiento tengo que comer bien, pero no puedo, el hambre no venia a mí.

-Gracias Jeff, pero no quiero comer hoy- Le digo mientras me levanto de mi asiento, luego abro la heladera por un botellón de agua y finalmente le regalo una ultima sonrisa al pobre hombre que con mucha dedicación cocino para mi. Cuando estoy apunto de cruzar la puerta, choco con Connor.

-Por supuesto que va a comer Jeff, déjalo en la mesa por favor- Dice el mientras me empuja un poco para que pueda pasar.

-¿Qué haces aquí? Creí que hoy almorzarías con tu padre- Le pregunto sentándome enfrente de el.

-¿Almorzar con mi padre? Seria un milagro linda- Dice mientras le da una probada a mi comida- Solo dije que trataría de hacerlo, pero siempre es un fracaso, ahora come- Me ordena, poniendo el plato en frente de mi.

-No, Connor no tengo hambre-

-¿La semifinal no es pasado mañana?- Me pregunta, a lo que asiento automáticamente. Olvide mencionar que el equipo de Washington DC, Saint Martin, llego a los playoff luego de terminar puntero en el campeonato metropolitano de la región, fue lo mejor que me paso en los últimos años, estoy muy emocionada, quiero jugar ya esa tan soñada semifinal- Entonces debes comer- Finaliza sirviendo un poco en la dorada cuchara y pasándola alrededor de mi cara, haciendo el avioncito, como si fuera una niña de tres años. Detuve sus movimientos con mi mano, y forzadamente comí, pero solo logre comer la mitad de lo que se encontraba en el plato.

-Estoy buscando la forma en como pedirle a mi padre que vaya al partido- Le digo al momento que ambos nos tiramos en uno de los grandes sofá de la sala principal- De todas formas será inútil-

-Intentarlo, no pierdes nada-Dice Connor.

-No creo, perdería mas de lo que quisiera- Le comento en voz baja lo que estuve pensando estos últimos días, el me mira sin entender- Mira, si el me falla otra vez, creo que lo perdería definitivamente. No creo soportar otra decepción más. Y me conozco Connor, se que voy a alejarme de el mas de lo que ya estoy- Le digo tristemente. Estar acostumbrada no hace que el dolor sea menos, no hace que yo lo supere, solo logra hacer que no me desmorone todo el tiempo, eso es lo único que logra la costumbre.

Connor suspira pesando mis sentimientos, como siempre lo hace, se pasa la mano derecha por sus cabellos, despeinándose un poco y finalmente me mira- Yo estaré ahí Daph, solo no dejare que la decepción sea tan grande-

El ángel de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora