La muerte traicionare.

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La muerte era traicionera él lo sabía, ya lo había traicionado, cuando intentaba morir para regresar con aquellas bellas damas que tanto amaba.
Pero él había traicionado a la dama de alas negras al pedirle a su creador que le diera la inmortalidad, aunque él vampiro no era feo, era alto como de 1,80 con cabello negro corto y unos hermoso ojos negros casi grises, que cuando tenía hambre pasaban a una linda tonalidad roja carmesí, era alguien sádico y sarcástico. Pero podía convivir con él sin problemas.

—Reborn ¿Que hacemos aquí?—pregunto con modales mientras veía a su acompañante besarse con una joven prostituta.

—Venimos a comer querido amigo—respondió besando a la dama que sostenía de la cadera.

Él castaño solo lo veía analíticamente, a veces su... Bueno podía considerarlo amigo; su amigo era raro.

—Besame y te aseguró que ya no querrás estar con nadie más—exclamo la dama que él azabache traía entre sus brazos.

—¿En serio?—cuestiono mientras besaba a la chica en los labios.

—Si.

—Entonces deja que pruebe tus labios—pidió mientras mordía a la chica en él cuello.

—Ahhh—gimió con placer la morocha.

—Deja que mi amigo pruebe tus labios.

—¿Besa también como tu?—pregunto con placer.

—Si, si supieras como besa—respondió viendo a su acompañante—. Tsunayoshi prueba sus labios.

Él castaño entendió la mirada de su acompañante, así que tomo entre sus brazos a la joven morocha de pelo rizado, la chica se ofrecía y él tomaría su sangre. Apenas la tuvo entre sus brazos le mordió él cuello saboreando la sangre joven de aquella chica. Mientras él joven se entretenía con él cuello de la dama, él mayor tomo la mano de la chica para succionar junto a aquel que consideraba su amado; la sangre de aquella que se les dio sin importarle mucho su vida.

—No le quitaré la vida—dijo separándose del cuello de la joven antes de dejarla sin ninguna gota del precioso liquido carmesí.

—No tienes por que preocuparte, ya lo he hecho por ti—respondió él azabache mientras soltaba la muñeca de su víctima.

Él chico no dijo nada, solo soltó a la joven para dirigirse en un carruaje que era tirado por bellos corceles blancos como la tela blanca que recubría los cuadros de su vieja casa. Esos detalles los recordaba cuando estaba nostálgico y añoraba ver los cuadros que enmarcaban tan bella mansión; que ahora era llenada con él olor de sangré y con ataúdes vacíos que por él día ocuparía. Sus sirvientes lo tentaban tanto; su yugular palpitaba, era algo que daban ganas de clavarle sus colmillos. En especial a Sábana como añoraba succionar la sangre de su esclava de sólo imaginárselo quería sentirlo. Pero que cosas estaba pensando era su esclava y confidente no podía succionarle la sangre.

—Joven Amo, hemos llegado a la casa—aviso él esclavo que conducía él carruaje.

Él castaño salio de su ensoñación cuando su esclavo le anuncio la llegada a su hogar, su hogar, como amaba repetir aquellas palabras, le hacían recordar a su hija y esposa corriendo por él patio de la casa cortando flores. Como extrañaba eso.

—Gracias, Richard—dijo él castaño mientras bajaba del carruaje con los recuerdos de su familia en la mente.

El carruaje se fue tirado por los caballos. Mientras que él castaño recordaba aquellos momentos a la bella dama que llego a amar, tan distraído estaba que no se dio cuando Reborn apareció de la nada.

—Hola Tsuna, ¿Qué tanto piensas?-cuestiono él azabache con voz neutral algo extraño en él, ya que las mayoría de la veces su tono de voz era uno juguetón.

—Estoy recordando cuando mi hija y mi amada esposa corrían por los pasillos de la casa para luego terminar en el jardín—confeso el vampiro sin darse cuenta de la mueca que su acompañante tenía en el rostro.

Estaba enojado. Demasiado enojado. Pero no con él castaño si no con él recuerdo de la chica. Bueno dama, que antes era pareja de Tsunayoshi. Enojado ante el recuerdo de la familia que un día tuvo y que aun vivía en sus recuerdos y corazón. Eran esos momentos que le daban por agarrar a alguien del cuello y retorcerle el cuello hasta que ya no respire. Para luego tomar su sangre.
Pero como buen mentiroso sólo se limitaba a dedicarle una sonrisa comprensiva mientras le daba palmadas en la espalda y repetía aquello de siempre. En realidad se estaba cansando.

—Estará todo bien. Me tienes a mi—repitió con su sonrisa más falsa y mejor ensayada.

—Gracias Reborn—contesto él menor mientras le sonreía de forma amable.

Aquello hizo sentir un poco culpable al mayor, sólo un poco. Al fin y al cabo él chico ya debía olvidar a la tan afamada dama que traía en la memoria y él se encargaría de que él chico no piense en nadie más que él, que no desee a nadie más, él se encargaría de monopolizar lo y hacerlo feliz. Primero lo enamoraría y luego le buscaría compañía. Tal vez consideraría romper las reglas, a quien engañamos aún así rompería las reglas, haría un niño inmortal si era necesario. Y sólo para que él menor fuera feliz a su lado sin irse o tan si quiera pensar en hacerlo. Después de todo él sólo deseaba verlo sonreír y que esos bellos ojos caramelo se llenen de ilusión.

Con la luna sale la Oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora