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Otro día más pasaba en estas cuatro paredes que le hacían sentirse encerrado, pero a la vez seguro. Michael estaba mirando por la ventana, entre las cortinas, La pequeña raya de luz que entraba hasta su habitación. Estaba haciéndose de noche, y sólo había salido de allí dos veces para comer e ir al baño. Su teléfono había estado vibrando todo el día, pero él sólo se quedaba mirándolo, esperando a que ése sonido terminara. La situación de Michael era común en los chicos de su edad; se deprime, no quiere estudiar, lo deja todo para el final. Pero a la vez era diferente. La ansiedad de Michael era grave, y él no hacía nada para ayudarse a sí mismo. Un golpe en la puerta hizo que dejara de mirar la tenue luz. Escuchaba una voz, pero la ignoró. De repente, apareció un chico delgado y alto, rubio y de ojos azules, cuyo nombre era Luke, y tenía una expresión algo amarga.
"Michael, joder, llevo llamándote todo el día. ¿Es que acaso me estás ignorando?"
Michael solo se encogió de hombros, con la vista de nuevo en la ventana. "Estoy harto de ti. No te puedes pasar la vida así, tirado en tu cama sin mover un dedo todo el día. Deberías ir a un psicólogo." Michael se sentó de repente, mirando hacia el rubio con el ceño fruncido. "Ni de broma. No pienso salir de aquí." Luke sacudió la cabeza y se apoyó en la puerta. "Me da igual. Pienso venir todos los días hasta que salgas." El rubio se giró y cerró la puerta de un golpe sin dejar que Michael respondiera.

anxiety | mashtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora