El cortado tenía ese nombre porque trabajó muchos años en ferrocarriles, donde sufrió un accidente en el que perdió el dedo meñique de una mano. Desde ese día le llamaron El Cortado. Estaba retirado y se ocupaba de arreglar bicicletas en un pequeño taller en el patio de su casa. Llevaba un overol y un cigarrillo pegado a la boca. Mientras lijaba el marco de una bicicleta que esperaba pintar, nos contó que después de ferrocarriles le ofrecieron ese trabajo de guardia en el mall recién inaugurado.
Él aceptó a pesar de tratarse de un trabajo nocturno. Solo 2 meses después comenzaron los problemas, sobre todo d noche, primero con ruidos extraños, risas y carrerones por los pasillos cuando el mall estaba cerrado
-por las noches el lugar quedaba vacío, entonces hacia mis rondas. A veces escuchaba ruidos, voces que me empezaron a preocupar y a enfermar de los nervios, hasta que un día se me parareció....
-¿ Qué apareció? -Le preguntamos intrigados con Julio.
- El fantasma.
- Te lo dije, uno de mis antepasados; ahí está la explicación -- dijo Julio.
- Era una figura, un hombre que brillaba, pero a la vez era transparente, caminaba lentamente por los pasillos. Cuando lo vi me dio tanto miedo que salí corriendo.
- Los mismo que vio don Armando-- dije.
El Cortado dejó de lijar, se despegó el cigarrillo de la boca, alcanzamos a ver su mano de 4 dedos antes de que dijera muy serio..
-Mejor no jueguen con lo que ocurre allí, es algo delicado.
Tragamos saliva y salimos del patio - taller. Julio insistió que la explicación para el era muy clara y , para probarlo, lo mejor era visitar a su abuelo. En el cielo nubarrones negros anunciaban que llovería muy pronto; E aire estaba fresco, muy distinto al de Santiago.
Nos subimos a una micro muy colorida. La gente arriba conversaba alegre y desde a radio emergían rancheras y corridos mexicanos; Luego, escuchamos a un locutor que imitaba el acento mexicano.A mi eso me pareció muy divertido. Julio me explicó:
Es que esa radio a escucha mucha gente, sobre todo en el campo, donde les encanta la música mexicana.
Me contó que sus padres estaban si trabajo, por eso había dejado de estudiar, al menos por ese año; trabajaba empaquetando en el supermercado, pero esperaba entrar a estudiar a la industrial una carrera técnica, como mecánica; Le gustaban los autos y el olor a aceite y a bencina. Me dijo que no conocía la capital, pero tampoco le llamaba la atención, pues la gente de Santiago andaba muy apuraba y siempre se aprovechaban de los provincianos. A veces los molestaban por ser mapuche pero, en general, sentía un orgullo especial por serlo. En su pieza colgada en la pared de su cama, tenía una gran bandera mapuche con colores muy alegres. Su héroe máximo era Lautaro, un joven guerrero mapuche que había combatido a los españoles con mucha inteligencia, había vivido como un empleado de ellos solo para estudiar a sus enemigos. Aprendió por ejemplo, a montar a caballo y, cuando pudo, huyó y transformó en una pesadilla para los españoles. Pero como todos los heroes finalmente fue traicionado, capturado y acecinado.
Entonces le pregunté a Julio si el se consideraba chileno o mapuche. Pensó un buen rato, mientras la micro pasaba un largo puente. Abajo corría el río Cautin entonces respondió.
-Soy mas mapuche que chileno- dijo.
Yo hice ahora una larga pausa antes de hablar:
- pero Entonces tú y yo no podríamos ser amigos porque yo soy chileno, es decir, somos enemigos.
Nos quedamos mirando como debieron mirarse Lautaro y Pedro de Valdivia. En ese momento, sin que nos pudiéramos de acuerdo, comenzamos a reírnos, y fue tanta la risa que contagiamos a algunos pasajeros que también se reían pero sin saber porque. Entonces comprendí que la gente que vive en el sur es de risa fácil y que ese es el mejor comienzo para resolver todos los conflictos, como los que existen entre mapuches y chilenos.
Llegamos hasta una comuna apartada al otro lado del río, llamada Padre Las Casas. Tuvimos entonces que esperar que la micro saliera del Límite de la comuna para bajarnos. Mas allá se veía e campo y al fondo la carretera Panamericana. Nos acercamos por un camino de tierra a la chacra del abuelo de Julio.
El abuelo se alegró de vernos. dijo que vivía allí en la falda de un cerro, que sus tierras fueron muy extensas en un época pero se vio en la obligación de venderlas; ahora solo tenia esa chacra donde cultivaba lechuga y porotos verdes.
- Quique Hache de Santiago. me presente.
- moisés Pailemal Huincamal, para servirle- me dijo el abuelo.
Nos dio un paseo por su propiedad. vimos unas gallinas aburridas y un chancho algo flaco. También en el jardín unas plantas de frutillas que crecían que verano y un gran manzano cuando le pregunte que tipo de mazanas crecían en ese árbol el abuelo dijo:
Cabeza de niño", así se llama a esas manzanas por lo grandes que son.
Luego nos fuimos a sentar en la puerta de la casa. No hacia frió, pero en horizonte las nubes negras preparaban el ataque final. E abuelo moisés sebo el mate y se fue a sentar con nosotros cargando una tetera. También trajo un enorme pan amasado que cortamos en varias partes y que comimos con tomates.
Julio le contó lo que ocurría en el mall Temuco, cómo había vuelto a aparecer el fantasma. el abuelo nos dijo:
- miren para halla- indico, al otro lado del rió, a la ciudad sus casas, los edificios lejanos. En ese momento aterrizaba un avión, que estaba a pocos kilómetros de allí: toda la ciudad estaba construida sobre nuestros antepasados. Yo no estoy de acuerdo con los conflictos, pero si con el respeto. si todos nos trataremos respeto nada de esto pasaría.
-Pero ahora tenemos ese aparecido- dijo julio-. Dígame, abuelito, ¿ Que hacemos?- nada se puede hacer. Es decir, habría que hacer una seremonía para convencerlos a ellos, a los espirutus, de que vuelvan descansar,pero eso nunca se va a ser porque no hay respeto, la gente no se respeta ni respeta las creencias agenas.
Nos quedamos pensando en lo que decía el abuelo Moisés. El avión había aterrizado en el horizonte. Una gallina picoteo mi zapatilla. y las primeras gotas de lluvias cayeron tímidamente. Entonces, el abuelo entro su casa de madera, aunque volvió enseguida con un collar de hilos.
- Al menos pueden calmar al aparecido con este collar; debe estar muy enojado.
nos despedimos con el regalo. Volvimos caminado hasta encontrar una micro.
- No tenemos paraguas- dije. Julio se río.
- Aquí nadie usa paraguas, estamos acostumbrados a que lluevan todo el año.