El porqué de esta vida

Cap 4; Verdades

Caminábamos por lo pasillos con violencia mientras un monton de chicos y chicas se nos quedaban viendo, yo solo trataba de seguirle el paso al hombre que resulta ser mi padre y de vez en cuando le hechaba una mirada a los chicos quienes casi corrian para alcanzarno, ya se a quien sali toda una corre caminos.

-¿Me puedes decir a donde nos llevas?

- No.

Si no fuera mi padre.

Trate de distraerme un poco con la arquirectura del lugar, todo era magnifico, postes, arcos, ventanas, todo tenia un nivel de dedicacion, no me extrañaria que este castillo resultara tener mas de un millón de años y se hubiera demorado unos diez o mas en construirse. Los pasillos eran interminables y para que negar que unos eran sombrios. Llegamos hasta una estatua de aguila, imponente, que cubria el paso para lo que seguramente era el lugar al que nos llevaba.

-Regaliz.

¿Enserio? Ni tiempo tuve de alegar cuando la estatua empezó a girar en espiral a la vez que subía revelando unas escaleras de caracol, rápidamente mi padre se subió en ellas y no tuve más opción que seguirlo, llegamos hasta una puerta en la que mi progenitor ni siquiera tocó antes de abrirla estruendosamente, algo muy divo de su parte, y yo que siempre creí que mi forma de divaza se la debía a mi madre.

- ¿Con qué la vigilarias por mi, no? ¡¿Por qué no me avisasté que se escapaba?! - le gritó a un vie...no, que irrespetuoso, a un señor de la tercera edad, si eso, de barba blanca y larga con ¿túnica? turquesa.

- En mi absoluta defensa ella tenía derecho de saber su procedencia- lo miro con unos impresionantes pero sobretodo penetrantes ojos celestes, por Olimpo, esos ojos son cómo los de Zeus.

- El señor me calló bien-  mencioné, acaba de decir una verdad grandísima.

Y Severus no me presta atención. Ignorada.

- ¿Cuándo aprenderé que no puedo pedirle favores? -gritó al cielo.

En éste instante mi papá me da pena.

- Severus, creó que primero deberías calmarté y pedirles a estos jóvenes semidioses a tomar asiento. - alargó una de sus delgadas manos y nos señaló unos sillones en donde gustosos nos echamos, literalmente.

- Pobres, deben estar cansados, ¿un caramelo de limón?

Cada uno de nosotros tomó uno y se lo metió a la boca, me acabó de dar cuenta la hambre que tenía.

-Disculpe, señor, pero ¿quién es usted?

-Mi nombre es Albus Dumblendore, el director de esté colegio.

...

- ¿Alguien nos puede decir que esta pasando aquí? - Cam, tan directo como siempre.

Ambos mayores se miraron y procedieron a contarnos la situación.

-Verán, como ya sabrán los semidioses nacen de la unión entre un dios y un mortal, pero la señorita Snape aquí presente no es como cualquiera de los semidioses, hay algo que la hace diferente. - dijo Dumblendore.

- ¿Su instinto suicida? -Inquirió Cameron.

- ¿Su ego sobrehumano? -soltó Eline.

- ¿Su capacidad de manipulación y dramatismo que la hacen lucir como una ególatra? -preguntó Daniel.

Los mire sin decir nada, mientras mi boca se abría y llevaba mi mano a mi pecho dramáticamente.

-Me rompieron el corazón.