×CAPÍTULO 3×

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La playa estaba abarrotada de gente. Pero eso no iba a ser un problema. Me puse los casquitos y me tumbé en la toalla. Me encantaba observarlo todo, los fibrosos chicos haciendo surf, los adorables niños haciendo castillos de arena, y muchos otros refrescandose en la orilla. Me quedé especialmente embobada con uno de los chicos que estaban haciendo surf. Dicho deporte nunca me había atraido demasiado, de hecho, de no ser por las peliculas americanas , no sabría ni de su existencia. Pero ese chico, peinaba las olas de una manera asombrante. A los pocos minutos, se percató de que lo estaba observando. Sonrió y me saludó con un movimiento de manos. Ay. Me moria de la verguenza. Me di la vuelta en la toalla y me puse a hacer el paripé de que ojeaba una revista. No me dio tiempo a pasar de hoja cuando me di cuenta de que los dos guiris de la entrada se dirigian hacia mi. Uno se tambaleaba excesivamente y no descarté la opcion de que iba mas bebido de la cuenta. No me dio tiempo a reaccionar cuando uno ya estaba toqueteandome el pelo. Le cogí la mano y se la aparté. Estaba temblado. Retrocedí unos pasos hasta caerme en un hoyo, al parecer cavado por un niño en la arena. Me caí y en un abrir y cerrar de ojos ya estaban abalanzandose sobre mi. Miraba a todos lados esperando a que alguien se diera cuenta y me ayudase. Me maldije por haberme alejado tanto del hotel. Intenté resistirme pero era imposible, dos contra una. Derrota segura. Uno de los hombres, sacó lo que parecia ser una navaje de su bolsillo y me amenazó. Estaba tan nerviosa que sus palabras me sonaban a otro idioma. Pataleé y les insulté. De nada servía. Cuando ya iba a dejarme vencer e iba a empezar a rezar por que no me hicieran nada, un puñetazo derribó a uno de los guiris, el otro, intentó salir corriendo, haciendome un corte con la navaja en el muslo.

5 minutos antes del atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora