«not a secret anymore»

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- ¿De verdad crees que encontraréis la salida del laberinto?— preguntó Newt, que, con la cabeza sobre el pecho de Thomas, acariciaba el cabello del mismo.

-Seguro que sí, ya verás...—murmuró Thomas en el oído de su... ¿amigo? Ya no tenía claro qué eran exactamente

-Te quiero, Tommy...—suspiró el rubio, antes de quedarse dormido.

Fuera de aquella pequeña cabaña que habían construido meses atrás, lejos del resto de la gente, Newt era... menos cariñoso con él, se comportaba diferente, como... como un simple amigo. Le mataba por dentro, a veces intentaba darle la mano cuando estaban comiendo con el resto de los clarianos y él sólo le miraba de esa forma, y apartaba la mano, nervioso.

Frustración, era todo lo que sentía en esos momentos. ¿Por qué sólo podía tocarle y probar sus labios en aquel sitio aislado de los demás? Como si se escondieran porque lo que estaban haciendo era alguna clase de delito imperdonable.

Pero, por mucho que le doliera, simplemente no podía dejar de hacerlo, era incapaz de decir "no" cuando Newt le sonreía y señalaba con disimulo el bosque en el cual estaba su cabaña.

Un día se quedaron dormidos allí, y fueron despertados por los gritos de Alby, que les llamaba a ambos. Tuvieron que vestirse a la velocidad de la luz, y, sin apenas tiempo de darse un beso de despedida, fueron corriendo al centro del Claro. Claro, que primero tuvo que ir uno, y luego otro, para que no sospecharan.

Aunque claro, la gente habla, y los rumores corren como la pólvora, así que, por mucho que se cuidaran en no ser descubiertos, algunos lo suponían ya.

Sólo había una persona que sabía lo que había entre ellos dos: Chuck. El niño se enteró por un descuido, sin querer: Un día, hace unos meses, estaban él y Newt en su cabaña, como siempre. Entonces oyeron un ruido que provenía de fuera de la cabaña. No le dieron importancia, pensaron que sería algún escarabajo de esos que C.R.U.E.L tenía dispersados por el Claro y el laberinto para observarles. Así que siguieron a lo suyo, y todo parecía normal hasta que Thomas gimió un poco más alto de lo normal, cuando Newt le mordió el cuello, entonces la puerta de la cabaña se abrió de golpe, y allí estaba Chuck, boquiabierto, que enseguida se tapó los ojos con las manos, rojo de vergüenza.

El chico juró que no diría nada, por supuesto, así que en teoría, las cosas siguieron como siempre.

Era una rutina: despertarse, Newt trabajar, Thomas recorrer el laberinto, comer, ir a la cabaña hasta que anochecía, volver, cenar e irse a dormir. Y así, repetitivamente, día tras día.

Hasta que un día, que lucía aparentemente normal, Newt esperaba en la entrada del laberinto el regreso de Thomas, Minho y los demás corredores. Entonces lo vio. Sólo volvían dos personas, y una de ellas tiraba a rastras de la otra. Eran Thomas y Minho, y era Minho el que tiraba de un inconsciente Thomas.

Su corazón se aceleró de golpe, y, con el impulso de tener que proteger al moreno, echó a correr, sin importarle una mierda su cojera, hacia ellos.

Las puertas empezaban a cerrarse, y oía al resto de clarianos gritar sus nombres, pero no se detuvo, cogió como pudo parte del peso de Thomas, y él y Minho empezaron a correr, con el moreno sobre sus espaldas.

Faltaba menos de un metro para que las puertas se cerraran por completo cuando los tres consiguieron salir de ahí.

Thomas tardó tres días en despertar, al parecer, se había dado un golpe muy fuerte en la cabeza contra uno de los muros, tratando de evitar que una aleta del laberinto partiera a Minho en dos.

Newt no se separó de su lado en aquellos tres días, ni siquiera para dormir. Las ojeras que tenía en aquel tercer día oscurecían su cara y le daban un aspecto febril. Pero no se levantó, nada más que para beber agua y comer un mísero trozo de pan.

Cuando por fin Thomas se despertó, Newt estaba llorando, mirándose las manos manchadas de sangre del moreno, ya que tuvo que cambiarle él las vendas de la cabeza.

Los clarianos se acercaron rápidamente a la camilla en la que reposaba Thomas, expectantes.

Thomas abrió los ojos y quiso decir algo, pero los labios de Newt se lo impidieron, y se besaron con ansia durante unos minutos, ignorando que todo el mundo a su alrededor cuchicheaba y los miraba a ambos, unos más sorprendidos que otros. Chuck sonreía, Alby los miraba enternecido, Minho aplaudía, Gally y otro corrillo decían cosas en voz baja, señalándoles... Pero nada de eso les importaba entonces, de una forma u otra, habían hecho por fin público su relación, y nada podría haber hecho a Thomas más feliz.



❝strange love❞ || newtmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora