V "Viktor Huber"

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Capítulo V

Imágenes de aquella noche penetraron su mente como un tsunami de recuerdos oscuros, todos iluminados por el brillo de los hermosos ojos azules de Viktor. Oh, para Anke, aquel hombre representaba los rayos en una tormenta y los afilados colmillos de un hermosos animal.

Fue en una mañana nublada cuando recibió la llamada de la asistente de los Huber, la mujer que muy amablemente le dijo que debía presentarse esa tarde en la ciudad para conversar sobre qué métodos escogería para pagar la deuda que tenía con la familia. Anke aceptó, y horas después un vecino se ofreció a llevarla en su camioneta, pero que ella debía regresar sola ya que él saldría del Estado. Se vistió lo más formal posible, aún manteniendo el luto que sospechaba la seguiría durante varios meses más.

—Te ves hermosa— dijo Luis, mientras conducía con la vista en el camino—. Pero, ¿por qué va a la ciudad? ¿Será para visitar a Alika?

—No es eso, aunque si me sobra tiempo iré a su casa, no la veo desde la Última Noche de mi mamá—. No se sentía nerviosa, probablemente si debía pagar mucho dinero podría vender la casa y pedir a su hermana alojamiento durante unos meses mientras conseguía el dinero para alquilarse una habitación. Anke nunca se había desesperado por ninguna cosa, porque en su interior, sabía que todo debía tener una solución.

—Dile que le mando saludos—. Sonrió, sabía que Luis gustaba de Alika, pero ella nunca pensaba en la atracción tanto sexual como sentimental, para ella todo era el arte y su arte se manifestaba en los paisajes, no en las personas—. Bien, llegamos.

Por el momento todo había sucedido tal cual la mujer le había indicado: un chofer la pasaría buscando y la llevaría a la casa del Señor Huber.

Cuando se abrieron las grandes puertas de madera oscura lo primero que vió fueron los hermosos ojos de Viktor Huber; esos que eran de un puro azul manchado con el verde del pasto; esos que la miraban de una forma tan neutral que ni siquiera puro imaginarse lo que estaba pensando... oh, si tan sólo en ese momento hubiera imaginado sus sombríos pensamientos, quizás hubiera podido salvarse de sus garras.

—Anke— susurró Persephone.

—Él es Viktor—respondió con lo que le quedaba de voz.

—Nos está mirando... ese maldito. Escucha; sal lo más rápido posible de aquí, corre hasta el quiosco que vimos dos calles atrás. Yo lo distraeré—. Su mirada, como de costumbre, era firme y segura, sin ninguna pizca de temor, no era sólida como la de Anke, porque brillaba con la intensidad del Sol.

—Pero...

—Obedéceme.

Se levantó, y en eso vió a Viktor acercarse decididamente hacia ellas. Un gruñido y una mirada matadora de Persephone fueron suficientes para que Anke saliera corriendo del lugar.

—¿A dónde crees que vas, malnacido? —Dijo Persephone, interponiéndose en el camino del rubio vestido de traje.

—¿Qué crees que haces, loca? ¡Déjame pasar! — Miró sobre ella pero Anke ya había desaparecido de su campo de visión. La ira de apoderó del cuerpo del joven y empujó a Persephone, sin embargo, esta ni siquiera se movió—. ¿Qué quieres?

—Quiero matarte a golpes—. Ambos sonrieron de forma sarcástica, y una vez más, él intentó seguir con su camino—. ¿Y tú?

—Quiero..., no, necesito a Anke. Imagino que si te pones de guardaespaldas ya debes saber le motivo, sin embargo, lo que no consigo entender, es la razón. ¿Qué mierda le importa a una bruja lo que le suceda a aquella insignificante mujer?

ANKE BLAU "El trabajo de la bruja"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora