II

495 48 19
                                    

Salimos de la casa. Fuera, en el enorme jardín, había un banco.

Me habló suavemente y se sentó a mi lado.

- ¿Estás bien?

Siempre me ha parecido una pregunta estúpida. ¿No ves que estoy llorando? ¿A eso le llamas tú estar bien?

No contesté, lloraba demasiado y no me salían las palabras.

-A ver, ya sé que no te caigo muy bien, te acabo de tirar al suelo y te he aplastado. Pero si no me dices lo que te pasa no te puedo ayudar.

- ¿Y por qué me quieres ayudar? -le dije, haciendo un esfuerzo.

Una persona normal se hubiera limitado a pedir perdón e irse. Pero él no era normal, me estaba empezando a dar cuenta.

-No sé, me preocupas, siento curiosidad por lo que te ocurre- me miraba con curiosidad, como si de verdad le importara la razón por la que estaba así.

Decidí contarle todo. Desde el principio. Me inspiraba confianza, no sabía por qué.

-Pues resulta que a mi mejor amiga le gusta un chico, que se llama Peter.

-Vale, no veo el problema de la historia.

Ah, que encima es graciosillo.

-No he acabado- le dije - lo que pasa es que esta noche mi mejor amigo, el que organiza la fiesta, se ha emborrachado.

-Ajá.

-Y Elena ha aprovechado la ocasión y le ha besado y se han ido a la habitación de Alex- dije, volviendo a sollozar.

-Sssh, tranquila. Es normal que te moleste, es tu mejor amigo y ella le está utilizando. Pero mañana debes hablar con él y preguntarle. Igual no ha llegado a nada más. Además, ¿sois novios o algo parecido? Porque si no, no tendría por qué afectarte tanto.

-Eso a ti no te importa- no éramos novios, simplemente sentía algo más que amistad por él. Pero eso el tal Marc no tenía por qué saberlo.

Él seguía mirándome fijamente.

-Vale, me ha quedado claro. ¿No confías en mí como para decirme que te gusta tu amigo?

¿Me acababa de leer el pensamiento?


-Yo…no. No confío en ti en absoluto. Te acabo de conocer, y por si no lo sabes, no se habla con desconocidos.

-Venga ya, tú y yo ya no somos desconocidos, ¿no te has dado cuenta?

Un escalofrío agradable me recorrió la espalda. Marc tenía algo diferente, algo especial.

Era un buen chico. Se ofreció a llevarme a casa e insistió en darme su teléfono. Era raro, pero con el me sentía bien, como…como en casa.

No me sentía como en casa nunca. No desde que murieron mis padres. Ese sentimiento ya no estaba en mi vida.

¿Cómo iba a sentirme así, si me faltaban ellos?

Les echaba mucho de menos. Sobre todo a mi madre, ella no estuvo en los momentos en los que necesitas a una madre.

Marta, mi madre, era perfecta. Era muy guapa y demasiado buena. Siempre ayudaba a los demás y todo el mundo la quería.

Mi padre, en cambio, tenía otro carácter. Carlos era más reservado, cuando estábamos en familia era el mejor padre del mundo, pero cuando había más gente era más reservado.

¿Por qué tuvieron que irse? Me dejaron sola con catorce años. Me sentía culpable, porque había sido yo quien les había insistido en irse de viaje para celebrar sus quince años casados.

La última vez que les vi fue en el aeropuerto, nunca más supe nada de ellos. El avión tuvo un accidente, y sobrevivió gente, pero ellos no estaban en esa lista.

"-Hija, acuérdate de portarte muy bien con la vecina, nos hace un gran favor cuidándote esta semana- dice Carlos.
-Sí papá. Además, Alex es amigo mío, nos lo pasaremos genial- exclama Eli, la pequeña, sonriendo.
-Espero que no nos arrepintamos de viajar- contesta Marta, riendo.
-No mamá. El viaje es perfecto, os lo vais a pasar genial. Y cuando volváis os haré la mejor bienvenida del mundo. Os voy a echar de menos.
-Y nosotros a ti, cariño, cuídate- se despide Carlos.
-Adiós Eli- le da un abrazo su madre.
-Adiós, os quiero."


Nunca más los volví a ver. Nunca encontraron sus cuerpos. Aún recuerdo la voz de esa inspectora de policía, rubia de bote con una falda demasiado ajustada.

“Cariño, ellos están bien, te están vigilando desde el cielo. No te preocupes, a partir de ahora nunca te pasará nada porque te están cuidando”

Y me abrazaba con rigidez, fría.

La familia de Alex se portó muy bien conmigo; como éramos vecinos y Alex iba conmigo al colegio, me quedé a vivir con ellos; pero cuando cumplí los 16 años ellos se mudaron y yo volví a la casa de mis padres.

Vivía sola, era lo mejor. De vez en cuando Elena y Alba se quedaban  a dormir. O venía Alex a pasar la tarde conmigo.

Elena. Que hoy había besado a Alex cuando sabía perfectamente que a mí me gustaba. Bueno, no me gustaba.

Solo un poquito.

No sé cómo se había atrevido.
Pensando en todo aquello, me dormí.

Marc©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora