CAPITULO 5

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Aquella mañana había algo raro en el aire. Como cuando está a punto de caer una tormenta y se puede notar el ambiente cargado de electricidad. Lo peor es que hacía un sol radiante, y en Hyde Park se habían congregado decenas de personas para aprovechar los últimos rayos de aquel verano que parecía resistirse a morir. No sabría decir por qué, pero los pájaros no cantaban, y las sombras de los árboles le parecían más largas de lo nunca habían sido.

Stella se echó para atrás, sobre la fresca hierba, y cerró los ojos. Enseguida noto el calor en la cara, la luz que traspasaba sus párpados. Allí, en perfecta simetría con la tierra húmeda, notó una extraña paz, como si estuviera, de alguna forma, en casa. Sintió un cosquilleo en la nariz, y al abrir los ojos, vio una pequeña mariposa, roja como el fuego. Sus alas parecían tan frágiles que se movían con la liviana brisa. Frágiles y hermosas, pero allí estaba ella, despreocupada ante una muerte casi segura con la llegada del frío.

La observó con detalle, hasta que en un breve pestañeo, salió volando de nuevo y desapareció en el cielo. ¿Habría sido ella una mariposa en algún momento?. Quizá no fuera más que un capullo, con una crisálida de acero que no deja expandir sus alas. Aislada del mundo conocido, y en la oscuridad del misterio sobre el futuro. O quizás aun no fuera su momento. Quizás no hasta que estuviera preparada para emprender el vuelo de vuelta a casa. Puede, que algún día, todo volviera a tener sentido, que encontrase el camino a seguir, que pudiera dejar atrás el pasado, y renacer. La metamorfosis. Puede que entonces, y sólo entonces, llegase el momento de volar. Ni un segundo antes, ni un segundo después.

- ¿Crees que todos estamos aquí por algo?- susurró Stella- Quiero decir, algún rollo así como el destino, como si tuviéramos que hacer algo más que simplemente estar. Más que vagar por la vida, intentado tener un trabajo, una casa, amigos, una pareja. ¿Sabes lo que quiero decir?

Val rió. Levantó la cabeza del suelo y miró a Stella con extrañeza.

- Creo que has fumado demasiado. ¿ A qué viene este rollo existencialista?

- No sé sólo...estaba pensando. A veces no sé por qué estoy aquí. Por qué yo, entre millones de espermatozoides, tuve que nacer. Quizás el jodido destino quería ponerme a prueba, no sé, a veces siento que fue un error, que nací al revés. No sé explicarlo.

- Fácil. Fuiste la más rápida. Pero de todas formas, no, no creo en el destino. Nacemos, salimos al mundo y nos encontramos con que todo es una puta mierda la mayoría de las veces. Algunos tienen más suerte, son más listos y todo les va bien. Los demás lidiamos con la mierda como se puede. No creo que haya ninguna explicación.

- Pero ¿y si tuviéramos que hacer algo más?. No hablo de estudiar una carrera, descubrir la cura contra el cáncer o ganar un premio Nobel. Sólo de...descubrir quien somos realmente. Dejarnos de fachadas y sacar la persona que llevamos dentro en realidad. Creo que todo el camino sólo sirve para darnos cuenta de que todos tenemos dentro un pequeño monstruo, y que hay que dejarlo salir antes de que nos coma por dentro. – la cara de Val era de estupefacción. – Da igual, déjalo. Creo que he fumado demasiado.

- Oye Stella, nos conocemos hace un par de días, y no hablas mucho de ti, pero me gustaría que supieras que puedes hablar conmigo de todo. No tienes que esconderte delante de mí. No soy de las que juzgan.

Stella la miró con un gesto de cariño, pero enseguida llevó la vista de nuevo hacia el infinito. No sentía la necesidad de tener que hablar de ello con nadie, y menos con alguien a quien acababa de conocer. Val parecía buena amiga, escuchaba a Stella y le había contado muchas cosas de ella misma, pero el pasado era el pasado, y así se iba a quedar. Guardado en el cajón interno.

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⏰ Última actualización: Mar 01, 2016 ⏰

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