La señora Damphy acababa de bajar la persiana. Su jornada terminaba, y la de Enzo también. Hizo las últimas anotaciones en su cuaderno y guardó los prismáticos. Pronto iba a resolver el caso y el celoso señor Damphy le pagaría una buena suma de dinero. Seguir a mujeres infieles no era lo que siempre habría querido hacer, pero en ese momento tenía que usar sus habilidades para ganarse la vida de alguna manera. Al menos, mientras preparaba aquel asunto mucho mayor que se traía entre manos. Se encendió un cigarrillo y se apoyó en el borde. La ciudad rebosaba vida a su alrededor. Tras aquellas decenas de ventanas había tantas historias distintas que le habría llevado meses averiguarlas todas. Pero sí conocía a la mayoría. El viejo del décimo piso al que le encantaba pasarse las noches viendo telenovelas mejicanas y lloraba en su soledad, melancólico. La sexy enfermera del sexto a la que le gustaba pasearse en ropa interior y hacerse fotos pasada la medianoche para enviar a alguno de los hombres que se pasaban por su casa cada viernes por la noche. La pareja del piso de abajo que discutía tanto como follaba, y terminaban por reconciliarse comiendo pizza en el dormitorio, sobretodo los lunes, después de que él llegase media hora más tarde de lo acostumbrado.
Y él allí, noche tras noche, un observador silencioso de la complejidad humana. Los secretos y mentiras de personas que se sentían seguras en su hogar para desparramar sus más internos deseos ante la vista de él, una sombra fundida con la oscuridad. Él los conocía a todos, pero ninguno le conocía a él.
Ya en su cuarto, en el pequeño ático, decidió ponerse una buena copa de whisky. El teléfono sonó. Era su hermano. Reticente, dejó que sonase varios segundos, hasta que la pantalla se volvió a apagar. Quizás mañana, pensó. Era difícil hablar con alguien cuando no tienes mucho que contar. O cuando no puedes. Enzo se había acostumbrado a hacer de todo cuanto le rodeaba un misterio para parte de la gente que lo rodeaba, mucho más para su familia.
Su madre, una rica egocéntrica a la que todo lo que le importaba era que sus hijos mantuviesen la imagen de la familia en un alto estatus dentro del círculo de ricachones egocéntricos de la ciudad. En eso Enzo ya la había decepcionado hacía demasiado tiempo como para dar marcha atrás. Luego estaba su padre... en fin. Si todavía podía llamarle así. Aquello era un tema aparte. No recordaba la última vez que había tenido una conversación normal con él. Por último sus hermanos...con ellos intentaba mantener la relación natural que se suponía que debían tener personas con lazos afectivos como los suyos. Pero aún así...cada vez le costaba más. Danielle se había ido a la universidad, y aunque le llamaba cada dos o tres semanas, Enzo no podía soportar más de dos minutos de conversación con ella. Aunque por supuesto acababan alargándose hasta el infinito y Enzo tenía que rehusar todas las preguntas incómodas que su hermana le hacía constantemente. Adam era un caso aparte. Era su hermano pequeño, y aunque ya tenía 17 años sentía la necesidad de protegerle. Sobretodo de su madre. No quería dejar que ella intentase manipular la vida de su hermano como había intentado hacer con la suya, pero Adam pecaba de ser manipulable hasta cierto punto. Para la opinión de Enzo, a Adam le faltaba un punto de malicia, de saber decir que no a las cosas. Por eso era con él con quien más confianza mantenía de su familia.
Pum pum.
Enzo se sobresaltó levemente. Intentando hacer el menor ruído posible dejó la copa sobre la mesa. '¿Quién mierda podía llamar a aquellas horas de la noche a su casa?'. Caminó lentamente hacia la puerta, descalzo. Pum pum. Más fuerte. Se acercó a la mirilla y la vió. '¿Cómo ha podido averiguar dónde vivo?'. Decidió quedarse inmóvil y esperar a que se fuera, pero pasados dos minutos, la insistencia se volvía insoportable. Pum pum pum pum.
- Sé que estás ahí Enzo, y más te vale que abras la puerta- dijo con voz rota. Parecía afligida. Enzo permaneció en silencio.- No estoy aquí por lo que crees, es importante, no podía decírtelo por teléfono. Lo que averiguaste sobre mi marido...

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FIRE
ChickLitLa vida de Stella se destruye de la noche a la mañana con la muerte de alguien muy cercano a ella. Alcohol, drogas...Ella cree haber perdido la capacidad de sentir y se adentra en un mundo peligroso en el que cree poder sentirse viva de nuevo, vivie...