Escape a sangre fria

Un viaje de descanso

      Mi hermanito rogó y lloró a mis papás para venir. Resultado un rotundo no. 

      -Es para más grandes. -decían mis ellos

      El caso es que no lo dejaron venir y se quedó con la abuela mientras nosotros preparábamos las mochilas, los bolsos y juntábamos alguna que otro estupidez para ir al viaje. 

     El viernes pasamos a buscar a mi primo de dieciséis años, Lucas, que preguntó si podía venir y dijeron que si. Horas después nos encontramos abordo del crucero, había free-shop, asientos reclinables, spa, bufé de tenedor libre, tobogán de agua, palestra y karting, era todo un sueño. Pero el domingo, el domingo el viaje de descanso se transformó en un viaje de pesadilla. Llegaron en un helicóptero, eran como treinta personas armadas y la gente entró en pánico, me incluyo a mí, Pablo, de trece años. Corría sin rumbo detrás de mi papá, Fernando, detrás de mí; mi hermano Dante de quince años, después mi primo y al final mi mamá Ludmila. Para intimidar a los tripulantes mataban o lastimaban gente. Nos hicieron bajar a la bodega donde cada tanto o asesinaban a alguien o disparaban al techo. Dijeron que nuestro rumbo era una isla llena de personas, para salir había que pasar entre unos "juegos" . Yo y muchas más personas estaban llorado, hasta que llegó un hombre vestido como un coronel y lleno de armas que decía que no había gente armada en los "juegos", que los que lograran salir estarían a salvo. 

      Cuando habían bajado alrededor de mil doscientas personas llega la policía por aire y por mar. Los terroristas simplemente detonaron una bomba en el barco: tres mil personas morían en ese infierno. A mis padres se los llevaron los polis pero a nosotros y a millones de otras personas nos llevó la multitud cerrada por los terroristas que disparaban al aire para que corriéramos.