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-¿Estas preparada para tu primer día? -preguntó David con entusiasmo.

-Pues como el día siga igual que esta mañana lo llevo claro.

-¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

-Me he caído al suelo y he pensado que unos chavales me iban a violar o raptar, cuando en realidad solo querían devolverme el móvil, que se me había caído en la entrada de casa. -dijo todo de seguido, sin apenas coger aire.

-A una cosa tan bonita como tú nadie podría hacerle daño. -ni si quiera él era consciente de lo que estaba diciendo.

-te has debido de acostumbrar a mi cara, porque lo que es bonita... No soy. -contestó poniendo los ojos en blanco como si le molestara que le soltaran piropos.

 

(...)

La mañana transcurrió tranquila. Nada del otro mundo; una pareja, un viejo solitario en la barra y una familia , hasta que, a toda prisa y con brusquedad, un hombre, vestido de traje, bigote rizado hacia arriba y una coleta recogida en la parte de abajo de su cabeza, entró diciendo que buscaba a Ana Ríos.

Ana, como siempre, estaba de los nervios, de repente le empezaron a temblar las rodillas y se le quedó la piel color leche. No tenia ni idea de que podía ser, pero ese hombre se la quería llevar. Después de la muerte de su padre no conseguía ver nada más que malas noticias allí donde pasaba.

-¿¡Esta aquí Ana Ríos!? -repitió. Casi le faltaba el aire.

-Si... Soy yo...

-Venga conmigo, es urgente.

-¿Y que pasa con mi Madre? ¿como la voy a avisar de todo esto? -dijo alzando la voz mas de lo normal y comida por los nervios.

-Venga fuera. Por favor. -dijo cabizbajo. Se le pusieron los pelos de punta al escuchar las palabras de la chica y ella lo había notado.

Ana, aunque más insegura que decidida puso marcha detrás del hombre y justo cuando salían por la puerta...

-¡Espera! -gritó David en un intento de ayudar a su amiga. -¿puedo ir con ella? -se dirigió al hombre.

-No creo que sea lo mas correcto... -refunfuñó.

-Por favor. -insistió. -déjeme acompañarla.

-Señorita Ríos, ¿te importa? -el hombre parecía realmente preocupado y la tristeza se veía en sus ojos.

-Claro que no.

A continuación los tres salieron del rodri's club dejando desatendidos a todos los clientes, solo el chef estaba en cocina, haciendo su trabajo. Pero la comida se quedaría fria, iban a tardar un buen rato en volver a entrar.

Tus Labios Y Otros Lugares Maravillosos Del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora