Nuestra vida pende de un hilo, un hilo que si el diablo decide cortarlo, ya no hay escapatoria. Pienso que es cuestión de caerle bien o no al diablo, aunque al ser diablo solo le importara la maldad, entonces ¿porque hay gente buena en el mundo? Tengo comprobado que la gente buena sufre el doble, porque siempre va a pensar en el otro antes de hacer algo que puede afectarle, esas personas se preocupan cada día por cada ser humano que tienen a su alrededor. Yo soy de esas, simplemente, creo que me enseñaron a eso, a respetar y a dialogar ante cualquier situación antes de llegar a la violencia. También me enseñaron que cada uno decide su camino y yo quería y quiero y espero querer en un futuro ayudar a la gente, por eso decidí ser lo suficientemente inteligente para saber en qué momento ser mala y en cuales buena y ¿sabéis que? Si le caigo más al diablo que me corte el hilo. Me da igual, prefiero pensar que he ayudado a alguien, que le he sacado una sonrisa antes que preguntarme que hubiera pasado si.... A veces, hay que arriesgarse por lo que uno cree que es lo mejor, puede que nos equivoquemos, pero los errores están para aprender de ellos, pero en otras muchas ocasiones podemos acertar en la diana y descubrir que la ilusión de la gente es una de las cosas más bonitas que le quedan al mundo.
Y los que son malos, ¿habrán decidido realmente ese camino? ¿En algún momento tendrán otra escapatoria? ¿O será una cuestión genética? La verdad, en mi cabeza no cabe que alguien disfrute viendo a la gente sufrir, llorar, sintiéndose infeliz por algo que se debería haber evitado. ¿Les da igual hacer mal a la gente que no sé lo merece? He llegado a la conclusión de que si, les da igual. Pagar justos por pecadores, eso es lo que sabemos. Pero, ¿Cómo se paga el precio de una muerte? En mi modesta opinión creo que una vida no tiene precio, no se puede pagar con dinero o con actos caritativos, matando al culpable o encerrándole en la cárcel tampoco se soluciona nada. No se puede pagar con nada, ¿Cómo pagar el dolor de la familia, las lágrimas, que ya no tengan color en los ojos, la felicidad que le has quitado con tus actos...? ¿Cómo pagas eso? ¿Qué puedes hacer por ellos, por vidas que acabas de destrozar? Seré clara, no puedes hacer nada, porque cuando haces algo, hecho esta y no, no puedes cambiarlo. Vivirás con la conciencia sucia, atormentándote cada vez que habrás los ojos y recuerdes que has destrozado la vida de miles de familias con tus manos. Se están cargando el mundo en el que viven sin darse cuenta y tengo el presentimiento de que cuando la humanidad sea consciente de ello, ya va a ser demasiado tarde. Digo humanidad por llamarlo de alguna forma, porque en realidad hay millones de humanos pero solo pocos de ellos tienen el concepto de humanidad en sus vidas.
Sigo viviendo con mi abuelo y el resto de mi familia sigue pensando que soy un estorbo, nada nuevo en mi vida. Han pasado 8 años desde que mis padres murieron, salvo eso todo está bien. A veces pienso que mi ilusión, mi felicidad... se la llevaron mis padres porque no queda nada de eso en mi vida, no hay ni rastro, como si nunca hubiera existido. Por más que tengo a un abuelo estupendo que quiero más que a mi vida, necesito unos padres y no los tengo, y ese es mi principal problema todas las mañanas cuando me levanto, cuando me acuesto y durante el día.
Pero al final aprendes a vivir con ello, hay cosas que por más que quieras no se pueden olvidar, aunque en realidad no quiero olvidarlas, porque son los recuerdos más nítidos que tengo de ellos, porque me impactaron, me dejaron sin respiración. Recuerdo como si fuera ayer, cuando mi abuelo llego y vio lo que yo estaba viendo, yo estaba en pijama, me puso el abrigo y nos fuimos al hospital donde habían trasladado a mis padres. Mi abuelo entro como loco al hospital, yo corría como me lo permitían mis pequeñas piernas, mí desconsolado llanto y el agujero que crecía en mi pecho cada vez que recordaba aquellas imágenes. El agujero en el pecho sigue siendo parte de mí día a día, pero lo que a día de hoy no sé, es si será igual de grande o habrá crecido más.
Cuando la enfermera nos dijo donde se encontraban, en que sala, fuimos allí y allí esperamos a que nos dieran noticias. Simplemente noticias porque un adjetivo añadido a esta palabra podría suponer esperanza o un dolor insoportable para mi pequeño corazón. Yo simplemente esperaba y me limitaba a mirarlo todo, a entretenerme con algo para no pensar, porque podría ser pequeña pero no tonta, me daba cuenta de lo que pasaba a mí alrededor, no era invisible aunque la gente actuara como si lo fuera. Los mayores juegan con nuestra inocencia, ocultándonos cosas, engañándonos con mentiras piadosas, entendibles. Y creo que a veces nosotros también aprovechábamos esa inocencia, sin darnos cuenta, pero lo hacemos, es natural, algo normal. Era típico no reconocer nunca lo que habíamos hecho mal, por vergüenza, por miedo. Pero ¿Cuantas veces nos habíamos quedado sin hacer nada por miedo? El miedo a lo desconocido nos bloquea, nos impide muchas veces continuar. Pero muchas otras veces somos lo suficientemente valientes como para enfrenarnos a él y es gratificante cuando descubrimos que podemos vencerle confiando en nosotros mismos. ¿Cuántas veces en la vida, nos habíamos privado de cosas extraordinarias por el simple hecho del que dirán? Del que dirán de personas que no nos han aportado nada, ni bueno, ni malo, invisibles a nuestros ojos pero demasiado visibles para nuestro subconsciente que nos dijo o más bien nos prohibió que no hiciéramos aquella cosa que tanto queríamos o que simplemente, en ese momento nos hiciera felices y nos sentiríamos a gusto con la vida, con el mundo, con nosotros.
De un momento a otro, mientras que mi abuelo hablaba con el médico, vi como la expresión de su cara cambiaba de preocupación a tristeza, a dolor. El dolor es aquel sentimiento que todo ser humano está garantizado a sentir en algún momento de su vida y el cual, es imposible evitar. El dolor moral suele ser miles de veces más fuerte que el físico, y los remordimientos de cabeza pueden provocar una tortura continua y una desconfianza en todo lo que tenemos alrededor. En ese momento, mi abuelo jugo con mi inocencia y yo le seguí la corriente para que no se pusiera más triste de lo que ya estaba, para que el dolor no le impidiera seguir queriéndome, para que pudiéramos superarlo lo dos juntos, si es que algún día llegábamos a hacerlo. Él me dijo: "cariño, no llores, no tengas miedo, tus padres y tu vais a estar juntos siempre, los vas a llevar en tu corazón, tanto ellos como tú, ellos están en el cielo y para que aquí nos acordemos de ellos nos dejan una enorme caja con su foto, donde pondremos flores siempre que podamos y en algunas fechas especiales. Desde allá arriba, ellos te cuidan y estarán siempre aquí, contigo, en tu corazón". A día de hoy me acuerdo de esas palabras, como si me las hubieran dicho hace 5 minutos o como si las hubiera entendido, explicado y aprendido en evaluación continua durante toda mi vida. Decidí que nos vendría mejor a los dos, jugar con mi inocencia. Naturalmente llore, llore tanto que pensaba que mi pobre corazón se iba a ahogar hasta tal punto que no me dejaría respirar. Pero después, hice vida normal, no tenía otra opción. Iba todos los domingos al cementerio, siempre llevaba flores, a veces muchas, otras cuantas solo una, pero siempre llevaba algo. A día de hoy sigo visitando a mis padres, siempre termino llorando porque el único recuerdo que tengo de ellos no es precisamente la imagen que uno mismo tiene de sus padres, lo recuerdo tanto porque me marco la vida. Siempre habrá fechas que se claven como flechas, y algunas flechas, concretamente la mía no las había lanzado Cupido precisamente, no sabía quién las lanzaba pero tenía algo contra la existencia de mis padres, o la mía. Algunas se clavan tanto que cortan la respiración, que te impiden seguir, de esas fechas que te ayudan a madurar, a cambiar tu forma de ver el mundo y descubrir realmente como es el lugar en el que vives, pensar en que mientras tú tienes todo, ciertas personas no tienen nada. Otras simplemente te enseñan que no puedes confiar ni en tu propia sombra, que cuando más necesitas a alguien es cuando más sola te encuentras. Y otras fechas, sin embargo, nos alegran la existencia, de esas que te hacen sentir especial o simplemente que no estás sola, que te devuelven las ganas de comerte el mundo, de esas experiencias que te ayudan a confiar en ti mismo, y doy fe de que esas fechas puede que si las lance Cupido.
Y aprendes que aquí, o luchas o estás muerto, que tienes que aprender a vivir con el dolor en el pecho, que te tienes que levantar cada día sabiendo y asumiendo, que probablemente no vuelvas a ver en tu vida a aquellas personas que te dieron la existencia, se trata de entender que nada es para siempre.
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Levántate y se fuerte.Nada es para siempre.
Teen FictionLa suerte ha sido mi enemiga desde que nací. La vida me ha ido arrebatando lo que mas quería. La esperanza es lo único que me mantiene con vida. Y cuando pensaba que mi mundo estaba preparado para vencer cualquier batalla, se volvió a derrumbar.