Capítulo cuarenta

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Pero como era de esperarse la atrapó, rápido comencé a subir las escaleras.
—__ déjame explicarte— corrió detrás de mí y me sujetó del brazo evitando que siguiera caminando.
—Suéltame ahora mismo— le dije sin siquiera voltear a verlo.
—Por favor escúchame— insistió pero simplemente tiré mi mano fuertemente haciendo que me soltara, seguí caminando ignorando los llamados de Jung Min.
Llegué a mi habitación y cerré la puerta recargándome en ésta, por más que trataba de contener las lagrimas que se habían acumulado en mis ojos, no logré hacerlo más y estas cayeron empapando mi rostro. Me sentía tan estúpida, tan utilizada.
¿Como podía haberme hecho eso?
—Hermosa ábreme— escuché detrás de la puerta seguido de dos golpes en la puerta, me deslicé aun recargada en esta hasta que llegué al piso.
—Vete Jung— mi voz se entrecortaba.
—Princesa por favor no llores déjame explicarte— se dio cuenta del sentimiento en mi voz.
— ¿Que no llore?— reí amargamente — ¿Que quieres que haga Jung Min, que este muerta de la risa, o que haga de cuenta de que nada pasó?— las lagrimas aumentaban al igual que el dolor que tenía en el pecho.
—Ábreme y déjame explicarte.— pidió nuevamente pero no le respondí, no le abriría. ¡Me había engañado! ¡En mi propia casa! y todavía se atrevía a decirme que no llorara. Kyu tenía toda la razón. Es un idiota.
Rápido llegó a mi mente Kyu, si se enteraba de esto, no demoraría en matarlo. Aunque realmente no lo necesitaba, yo misma podría hacerlo con toda la rabia que se había creado en mi interior. Obviamente ni él ni Luci podrían enterarse.
—Tienes que escucharme yo llegué y...— comenzó a tratar de explicar pero otras voces lo interrumpieron.
— ¡__ Volvimos!— ¿Eran mis padres?
Inmediatamente limpié mis lagrimas, me puse de pie y abrí la puerta. Ahí seguía Jung Min estaba igual de sorprendido que yo.
—Son tus padres— se acercó para tomar mi mano pero retrocedí.
—Pero en que buen momento llegaron— dije fríamente —Así no tendré que explicar nada— llené mis pulmones con oxígeno mientras trataba de mantener la frente en alto.
— ¿C...cómo?— preguntó sin entender.
—Entre tú y yo no pasó... y no hay absolutamente nada— hacía un gran esfuerzo por no desmoronarme y llorar sin parar, me dolía enormemente.
—No __, tu sabes que te amo y nunca podría herirte, déjame explicarte— volvió a acercarse a mi.
—Déjame— lo que sentía era imposible de explicar, sentía unas fuertes punzadas en el estomago y en el pecho y lo que era peor no podía contener mas las lagrimas. Las limpié con rabia nuevamente y le saqué la vuelta, pero rozó su mano con la mía y la tomó delicadamente.
—No me hagas esto— susurró en tono de suplica.
—Yo no hice nada— ¿Cuando habíamos cambiado de papeles y ahora la mala de la historia era yo? —Cuando yo te decía que te amaba, no jugaba— mi intento por qué no se quebrara mi voz era inútil. Hice que me soltara y caminé por el pasillo, hacía un enorme esfuerzo para controlar mi respiración y lagrimas. Llegué a las escaleras y logré ver a mis padres y a Ana. Cambié mi deprimente rostro por una forzada sonrisa, me alegraba mucho que ellos estuvieran de vuelta. Así Park Jung Min se iría junto con todas sus malditas farsas.

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