Las cosas no iban bien y Leo lo sabía, pero no es que se hubiera dado cuenta ahora que estaba tirado en el césped con múltiples golpes en su cuerpo. No, él tenía la certeza, hace bastante tiempo, de que su vida era una porquería. Quizás el hecho de mirar las estrellas en ese estado le afectó un poco, pero nunca el cielo nocturno le pareció tan hermoso.
A duras penas se incorporó del suelo húmedo por el rocío, agarró su mochila que aguardaba a varios pasos de él y con una mueca de fastidio, por ver su camiseta manchada de tierra y sangre, comenzó a caminar en dirección opuesta al puente viejo donde le dieron una paliza.
Llegó a un parque totalmente desierto, tal vez por ser bastante tarde, Leo no estaba seguro de la hora. Se sentó en uno de los bancos, sintiendo cada vez más el dolor pero no solo el de las patadas y puñetazos que le propiciaron. Sacó un cigarrillo y lo encendió costándole dar una calada por su labio partido, saboreaba el sabor metálico de la sangre en su boca, aun así se acomodó en su asiento y tiró la cabeza hacia atrás, otra vez encontrándose con el cielo. Pidió un deseo, sin importarle que ninguna estrella fugaz cruzara el firmamento y cerró los ojos esperando que una vez que despertara, algo cambiase.
Incluso por más pequeño que fuera.
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Tú debes ser Leo
RomanceTodos se preguntaban por qué alguien como ella, divertida, alegre, extrovertida y con otros tantos adjetivos geniales, ahora se juntaba con Leo, el chico que peleó contra doce tipos y los venció dejándolos inconscientes, que destrozó un salón comple...