Capítulo 3

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Leo aun no entendía que había sucedido aquel día de torrencial lluvia. Tampoco comprendía por qué le recibió la golosina, pero sin duda lo más extraño de todo fue la sonrisa adornada de lindos hoyuelos que esa chica le dedicó antes de marcharse sin decir ni una palabra. Estaba realmente confundido y le perturbaba el hecho de que pensara en ello todo el tiempo.

Sin preocuparle la próxima clase de matemáticas, huyó a la terraza de la escuela donde prendió un cigarrillo. Observó el cielo con una mueca en su rostro por el sol aberrante. "Que loco", pensó acerca del clima cambiante de la ciudad donde los días jugaban a intercalarse las estaciones del año.

Terminó su cigarro y pisó la colilla en el pavimento caliente. Bajó dispuesto a marcharse de la escuela, mientras algunos de los tantos estudiantes que, aun paseaban por los pasillos, lo veían pasar haciéndose a un lado o mirándolo como si de un delincuente se tratara. Leo sonrió con desprecio ante los idiotas que lo rodeaban.

A solo unos metros de la puerta que lo llevaría al patio donde se encontraba el alambrado por el que solía escaparse, chocó con alguien. El cuerpo menudo, en comparación con el del chico rubio, cayó fácilmente al suelo.

—Lo siento — Leo se disculpó mientras acomodó su mochila en su hombro, y le ofreció a la chica una mano para ayudarla a incorporarse.

—Iba distraída, no te preocup... — se interrumpió ella misma al darse cuenta quien era el muchacho que tenía en frente, aun agarrando su mano y notando la diferencia de estatura —. Tú eres... el tipo que estaba bajo la lluvia.

Leo la observó sorprendido, había vuelto a encontrarse con la misteriosa extraña, que poco a poco iba formando una sonrisa en sus labios.

—Soy Elena, y tú debes ser Leo.


Tú debes ser LeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora