Capítulo 2

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Ese día había decidido levantarme más temprano de lo normal para poder ir a la biblioteca a investigar. Con las sábanas hechas un bollo a mis pies, me estiré en la cama, todavía cansada y me levanté entre bostezos. Agarré una toalla, ropa limpia, zapatos y fui a calentar el termo. Mientras este se calentaba le preparé un café a mi mamá para despertarla y aproveché a hacerme uno para mí. Luego de zarandearla en la cama para que decidiera levantarse, tomé mi desayuno y fui a bañarme.

Una vez en la bañera, dejé que el agua limpiara todos mis pensamientos y los renovara, los refrescara. Cuando mi pelo ya estaba refregado me senté en la bañera, coloqué mi cabeza abajo del agua y me tapé los oídos, permitiendo escuchar el agua que caía y retumbaba en mi mente. Así, volví a tararear aquella misteriosa canción que cada vez parecía volverse más irreal; imaginé que mis manos sostenían ese frágil instrumento y que mi cuerpo estaba rodeado de otra realidad y que nadie me podría molestar. Seríamos solo yo, él, aquella extraña sinfonía, aquel sentimiento de potencia en mi cuerpo.

Sin embargo, un leve grito que oí hizo que me sobresaltara y quitara mis manos de mis oídos.

- ¡Alma! ¡Apurate que necesito pasar al baño!

Me levanté del suelo de la bañera y terminando de lavarme el cabello apagué la ducha y me sequé el cuerpo con la toalla que había agarrado. Ni bien salí del baño, mi mamá entró haciéndome a un lado y agarrando su bolsa de maquillaje comenzó pasarse sombra y delineador sobre su cansado rostro. Así que, resentida, agarré mi mochila, mi billetera, las llaves y me fui de casa sin saludar. Todas las mañanas iba en bicicleta al colegio. Siempre me gustó hacerlo en los parques, en especial cuando hacía frío y la gente no circulaba mucho por los senderos.

Todavía faltaba un mes para que terminara quinto año de primaria y las personas decían que por mi edad me daban miles de libertades. Sin embargo, siempre pensé que esas libertades eran sólo físicas y me impedían hacer cosas más importantes como pensar o expresarme. Al mismo tiempo, me hacía feliz poder andar en bicicleta sin nadie alrededor molestándome; en ese momento podría tolerar todo mientras que me dejaran ir al colegio de esa manera.

Mi escuela se hallaba a unas veinte cuadras de mi casa así que me dejaban ir caminando hacia ella. Mi curso estaba compuesto por veinte y cinco personas; en esa época no solía tener muchos amigos, siempre me miraban de reojo y comentaban a mis espaldas, aunque el hecho de que no me hablaran me ponía triste, yo pensaba que el problema era completamente mío, de que siempre planeé todo para que sucediera. Ahora sé de no era completamente mi problema, sino también de ellos.

Mi único deseo era pasar mayormente desapercibida en la escuela, pero ese día decidí averiguar sobre aquel instrumento y por más que me lleve romper la promesa de alejarme de las personas, lo haría igualmente.

Esperé a cruzar la calle cuando el semáforo me diera en verde y al entrar al colegio, crucé la entrada dirigiéndome al parque y dejé mi bicicleta enganchada a un caño con una cadena y un candado.

Al llegar a la biblioteca me dirigí a una sección llamada "Música". En los primeros estantes del mueble había libros de géneros musicales y bandas, y en las estanterías de más abajo una sub-sección de Instrumentos. Me senté en el piso alfombrado de la sala y saqué libros uno por uno, recorriendo desde instrumentos viento hasta instrumentos de percusión, y una pequeña colección que decía "Instrumentos eléctricos". Mientras buscaba, soñaba con encontrar una foto del instrumento. Perdiendo la esperanza apilé los libros que saqué y los coloqué devuelta en su lugar empujándolos con tanta fuerza que un par de libros cayeron en mi cabeza. Acariciando esta, que se encontraba dolorosa por el peso de los libros que cayeron, los agarré del suelo y antes de colocarlos en la biblioteca visualicé que la portada de uno de ellos decía en grande Orquesta Filarmónica de Berlín, y tenía en la tapa de adelante una foto de una sala enorme llena de público y un escenario gigante donde había instrumentos completando toda la superficie.

Acomodé los demás libros en su lugar y comencé a hojear el libro de aquella orquesta. Esta, decía que era una de las orquestas sinfónicas más importantes de todo el mundo siendo una de las mejores salas de concierto creadas. Abrí el índice con los capítulos y acompañando la lectura con mi dedo leí en voz alta las secciones principales:

Historia, Festivales, Directores Importantes, Solistas Destacados

Decidí seguir mi intuición y luego de sentarme en la sala de lectura y leer la sección de Historia, me dirigí a la página donde comenzaba "Solistas destacados". Al llegar a la página mis ojos se iluminaron al ver una imagen del instrumento que había visto el otro día acompañado por un título que decía "Violinistas destacados", siendo seguida por una larga lista de nombres. Sujeté mi mochila y emocionada, saqué una pluma y un cuaderno de notas, y en la primera página anoté en grande:

ES UN VIOLÍN



Sonate #1 PreludeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora