Un gran suspiro de cansancio salió de la boca de Meera mientras la daga que sostenía en su mano cayó en la suave nieve con algunos mechones de pelo cayendo al rededor. —¡Hice lo que pude, pequeño príncipe!—
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El gélido frío al norte del muro era feroz, la nieve se hacia más contundente a cada paso que tomábamos, encontrar un lugar en donde pasar la noche era un delirio, de un momento a otro pensaba que era mejor parar. Después de pasar una fuerte brisa, encontramos un denso bosque, Hodor no paraba de decir la única palabra que sabe, pero su tono de voz era miedosa, estaba asustado de todo, lo tranquilice lo más que pude mientras Meera soltaba bufidos de cansancio, aunque siempre nos miraba, y una suave sonrisa aparecía de sus labios, eso me tranquilizaba un poco, aunque, Jojen mantenía su mirada adelante, se veía siempre tan atento, y... —¿Bran?— Noté como volteó a mirarme, pero no aparté mi vista. Mis mejillas ya rojizas hicieron que él soltara una pequeña risa mientras su sonrisa se inclinaba. ¿Por qué lo seguías mirando Bran? —Podríamos quedarnos allí.— Mi mirada ya estaba baja esperando a que mi vergüenza desapareciera, aunque sentir que mis mejillas ardían no ayudaba mucho.
Después de estar hundido en mis pensamientos no me di cuenta que estábamos muy adentrados al bosque, y chozas solitarias se encontraban todavía alzadas a unos pocos pies. Meera volteó a mirarnos mientras ella fruncía el ceño, con algo de preocupación se acercó al lugar con una gran lanza y en otra de sus manos portaba una larga navaja, con tan sólo mirar su rostro entendimos que teníamos que alejarnos. Chozas desoladas era carnada fácil para algún guardia de la noche, o como le dicen los salvajes, "cuervos" perdidos en busca de algún techo para refugiarse, o peor aún, zombies de piel fría con esos ojos azules como perlas brillantes que aún esperan ver cuerpos calientes para poder atacar. Hodor no soltó nunca la carretilla que me sostenía, más bien podía sentir las temblorosas manos del pobre semigigante hombre, que tan sólo decía "hodor" en pequeños tartamudeos. Jojen mantenía su mirada al rededor de Meera, aunque también su vista no descansaba para ver atrás de él, algunas miradas se dirigían a mí con una suave sonrisa mientras susurraba intentando de calmar al pobre de Hodor. En una de sus manos tenia una pequeña navaja, nunca la soltaba y siempre estaba con ella. Mi mirada también acompañaba a Meera quien con cautela se acercaba el lugar. Mi corazón se aceleraba mientras las pisadas de Meera producían un crujido con las hiervas secas al las cuales la nieve no alcanzaba. Solo eran dos simples chozas pero el temor no se desvanecía.
Jojen mantuvo silencio, él quería avanzar pero él sabía que Meera podía sola. Apreté mis labios después de ver a Meera alzar la lanza cuando se encontró con la segunda choza, se adentró a ella mientras Jojen susurraba. —Hoy no es nuestra muerte...— Confiaba en las visiones de Jojen y en cada palabra que me decía, tal vez nos salvemos, pero heridas sí que habrán, algo que nos a tardaría más en llegar al cuervo de tres ojos.
Meera salió de la choza con un mano arriba mientras guardaba su lanza atrás de su espalda. Jojen me miró, con su sonrisa, nunca faltaba la sonrisa. Un suspiro de alivio salió sin pensarlo mientras le devolvía una tierna sonrisa a él. Mientras alce mi mirada unos mechones se escaparon hacia mis ojos, un picor apareció de repente haciendo que uno de mis ojos soltara una pequeña lágrima por el picor, mis manos se acercaron a mis ojos rápidamente para intentar detener ese picor repentino. Sentí las manos de Jojen apartar mechones de pelo mientras mi vista seguía oculta con mis manos. —Creo que necesitas un nuevo corte, mi príncipe.— Mis manos se apartaron y me encontré con Jojen, con sus ojos esmeralda que me hacían estremecer. Mi mirada de inmediato se apartó, sintiendo otra vez esa extraña sensación. Un hormigueo en mi estómago, mi corazón latiendo fuertemente, el sentir como la sangre corre por mis mejillas haciendo que estas tomen su color rojo. Pero había algo más, otro sentimiento que no sabía describir, era... —¿Que hacen tanto aquí?— Un escalofrío apareció al escuchar la voz inesperada de Meera, quien se acercaba con una sonrisa aunque con algo de duda, sin saber porqué no nos acercamos a las chozas. —A Bran le creció el cabello.— Su mirada ahora se encontraba en Meera. —Hodor.— Hodor soltó su palabra con aprobación. —¡Pues veamos que puedo hacer!—Mechones de pelo caían y rosaban mis mejillas que ahora estaban sonrojadas por la vergüenza. —N-No tenias porqué hacerlo Meera, no era necesario...— La daga que sostenía era aterradora, tan afilada que sentía como cortaba, aunque en ningún momento se acercó a mi piel. Jojen siempre tomaba mi pelo y algunas veces jugaba tiernamente con el, me gustaba como lo revolvía cuando jugábamos, y en otras ocasiones sólo me miraba y siempre que le preguntaba porqué me miraba una sonrisa aparecía en su rostro diciendo "Solo me gusta tu cabello" algo que me hacia ¿enamorar? Un gran suspiro de cansancio salió de la boca de Meera mientras la daga que sostenía en su mano cayó en la suave nieve con algunos mechones de pelo cayendo al rededor. —¡Hice lo que pude, pequeño príncipe!— Su voz me des concentró un poco de mis pensamientos, analicé las palabras de Meera mientras ella se tumbaba en la nieve, aunque en seguida se levantó por el frío que éste producía. Mis manos se dirigieron a unos mechones cortos que se encontraban en mi frente, y con algo de tristeza volví a recordar mis pensamientos en Jojen. —¡Jojen, creo que nuestro príncipe se ve bien!— Oh no. Mis manos ocultaron mi rostro rojizo sin pensarlo mientras la risa de Meera se escuchaba ya un poco aturdida. Pisadas se acercaron mientras sentí gotas de agua caer. —Se ve... Bien.— Escuché a Jojen, y de cualquier manera mis ojos se cristalizaron, ¿Bien? ¿Solo dirás eso? aparté mis manos del rostro y con mi mirada vi a Jojen, aunque en ese momento me encontraba cabizbajo. Pero, al notarlo bien, Jojen se encontraba mirándome con dulzura y su leve sonrisa lo decía todo. Le gustaba, ¡Le gustaba! —Se ve muy bien.— Esta vez soltó una suave risa. Alcé más mi rostro y nuestras miradas chocaron, no quería dejar de verlo, y él también sentía lo mismo, lo sabía muy bien. —¿Chicos?— Jojen entró en razón y volvió a ver a Meera, yo en cambio susurré un "Perdón" y oculte nuevamente mi rostro. —Hodor consiguió un arroyo muy cerca de aquí, pude conseguir algo de agua, está casi congelada pero funciona.—Dijo en su tono serio.
No quería verlos, me sentía muy avergonzado por mi nuevo peinado, ya no me molestaría pero me hacia sentir muy raro. —Veo que Bran está algo apenado, lo llevaré al arroyo, Meera, para que vea su reflejo.— Jojen, ¿por qué Jojen me hacia sentir tan raro? Con tan solo esas palabras mariposas recorrieron mi estomago y mis mejillas mas que rosadas se encontraron rojas, aparté mis manos y lo vi con timidez. —¿Me llevarás?— Él asintió con la cabeza. —Sí.— Respondió sonriendo mientras le daba el botellón de cuero lleno de agua. —¿Seguro que puedes ir sólo, Jojen?— Jojen no se negó nunca. Se acercó a mí y se colocó en cunclillas. —Toma mi cuello, Bran.— Rodee mis brazos en su cuello con suavidad, no quería molestarlo, y menos lastimarlo. Con sus brazos me alzó a su espalda gracias a mi piernas. Oculte mi rostro es su cuello, y pude sentir sus cabellos rubios que dieron cosquillas en mis mejillas. Tan sólo caminó un poco y ya podíamos ver un arroyo tranquilo, además de que Jojen no mentía cuando dijo que estaba congelado, en ciertas zonas se veía hielo flotando y en otras partes se veía quebradizo. Por un lado me apenaba que que llevara así, así que mientras escondía mas mi rostro en su cuello susurré —De seguro te molesto tan-...— Jojen rio y enseguida me contestó. —No.— siguió riéndose. —Y ya no respires en mi cuello, siento cosquillas...— Habló con ternura, pero me hizo sentir apenado. —A-ah... Lo siento...—
—No hay porqué preocuparse, mi príncipe.—Llegamos al arroyo y ese extraño sentimientos seguía, era algo nuevo y totalmente extraño, pero a la misma vez bonito... Una sonrisa estúpida se dibujó en mi rostro hasta que Jojen habló. —Esta bien... Te dejaré aquí.—Me dejó con delicadeza en el tronco de un árbol, estaba suficientemente cercano al arroyo para poder verme, pero no quería, sentí nervios en verme. ¿Y si realmente estoy feo? —No lo estas.— La voz de Jojen me sorprendió. Se había sentado al lado mío viendo el cielo que ahora tenia un bonito color anaranjado del atardecer. -No estas feo.- Ahora me veía a mí y nuestras miradas se volvieron a encontrar, pero esta vez estábamos solos y tan cerca. Se inclinó suavemente hacia mí, su mano acarició mi mejilla sonrojada mientras con la otra se apoyaba en el suelo. ¿Lo haría? ¿Me volvería a besar? Sólo cerré mis ojos esperando el beso, pero al final lo sentí en mi mejilla desnuda con una leve risa. Mis ojos se abrieron y la vergüenza me consumió otra vez. —Mirate, príncipe.— Se volvió a alejar y volvió apoyar sus manos en la densa nieve para ver nuevamente el cielo. Apenado, me incline hacía el arroyo y vi mi reflejo. Era corto, un poco más de lo que pensaba, pero se veía bien, no era tan malo. Sonreí al verme y volví a recostarme en el árbol cerré mis ojos y, sin esperarlo sus cálidos labios ahora estaban con los mios, juntos al fin, sentía como el frío se desvanecía al tacto de sus labios, mis manos, con sus guantes, se deslizaron sobre la mejilla de Jojen y pude sentir que el también estaba cálido. Nos separamos para tomar algo de aire, suspiré y un suave "Te amo" se corrió de mis labios para volver a besarlo y después del segundo, cuarto y quinto beso, respondió. —Yo también te amo, mi príncipe. —