Vampiros

¿Acaso eres...?

De aquella navidad no recuerdo mucho, fue hace tantos años que apenas y una sombra borrosa viene de vez en cuando a mi memoria. Lo más que logro recordar es que después de ese tan especial beso, finalmente la navidad terminó.

Yo obviamente me negué a regresar a ese tenebroso castillo esa noche, así que opté por dormir en un motel. El chico del cual no recuerdo bien su nombre me acompañó hasta el lugar pero jamás entró conmigo, dijo que los hombres como él no necesitaban dormir y después desapareció. A la mañana siguiente lo busqué por todos lados, pero nadie sabía hacia dónde había partido. Tuve que irme sin siquiera despedirme, y sin mis cosas también. Por suerte mi celular estaba en mi bolsillo.

Recuerdo que el avión partió a las 10:30 am. Aunque a muchas personas les extrañaba que viajara sin maleta, nadie tuvo el valor suficiente para preguntar, gracias a Dios.

Al bajar del avión, a las primeras personas que vi fueron mis padres. Les extrañó demasiado cuando me lancé a ellos y los abracé como jamás lo había hecho. Me miraron confundidos, pero además de preguntarme si estaba bien, no comentaron nada.

A partir de ese día no volví a ser la misma. A ese chico no lo volví a ver en todo el resto del año, hasta que extrañamente el 25 de diciembre del siguiente año recibí una visita especial. Un peculiar y muy pálido viejo amigo a quién no lograba recordar con claridad. No fue hasta que me devolvió con una sonrisa completa mi bolso, que logré reconocerlo.

Ahora, a causa de esas inesperadas y recurrentes visitas, las navidades jamás volvieron a ser iguales.

Si quieren mi opinión, ese viaje fue lo mejor que me pudo haber pasado. Mi día de navidad es el mejor y esa noche, es la más esperada noche de todo el año.

Pero bueno, todo eso fue tan sólo una aventura más hace ya 34 años...