VI

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ESTO ES UN ERROR


Estaba en mi casa cuando tocaron la puerta, me pare del sofá, camine a la entrada, abrí dejando ver a un desgarbado y enfermo Gray.  

- Hey, ¿puedes hacerme un favor? – pregunto Matt sin ánimo.

- Depende – mascullé.

- Vas a la base militar que está a una hora de aquí y le entregas esto a Alison – dijo dándome una bolsa y las llaves de su auto, desapareciendo de mi vista.

- Pero si son como las seis de la tarde - dije para mí mismo, me puse los zapatos, la chaqueta y salí de la casa; subí al auto, conduciendo por la ciudad, llegue entrada la noche, tome la bolsa y salí del auto poniéndole seguro, caminé hasta la entrada donde había un cubículo y un soldado en guardia me atendió.

- Buenas – dije algo nervioso.

- Buenas noches – dijo el hombre que se veía un poco mayor que yo. – ¿A quién busca?

- A... Alison Gray – tartamudeo y el chico me analizo con sus cejas fruncidas.

- ¿Quién la busca? – preguntó mientras marcaba en el teléfono.

- Clark Adams – murmuré, dijo unas cuentas palabras en la línea y colgó para mirarme. 

- Ven conmigo – lo seguí hasta donde estaba un grupo de reclutas haciendo flexiones.

- ¡Coronel Gray! – grito el hombre junto a mí, ella se giró y me miro con el ceño fruncido, llevaba puesto lo de siempre, una camisilla verde, sus pantalones camuflados y las botas, se acercó a nosotros, despacio, intenté apartar todos los pensamientos que tuvieran que ver con lo hermosa e intimidante que se veía.

- ¿Qué haces aquí? – pregunto sombría mirándome a los ojos, el soldado desapareció dejándome solo y a su merced.

- Matt te envió esto - dije tendiéndole la bolsa.

- Ese maldito flojo - tomó la bolsa. - Gracias ¿viniste en su auto? – asiento. – Sígueme – la seguí sin protestar como un corderito detrás del pastor, llegamos a lo que parecía una pequeña cabaña, todo estaba completamente ordenado en el interior dejándome un tanto anonado. - Ponte cómodo – dijo sentándose en la cama para quitarse las botas, se sacó las medías y tomo la toalla para entrar al baño, me acerque sujetándola del brazo.

- ¿Qué pasa? – interrogo viéndome fijamente.

- No deberías bañarte con los pies calientes – susurré avergonzado, ella sonrío soltando una leve carcajada.

- Está bien – dijo con burla, la solté cuando sentí su mirada en nuestras manos. - ¿Quieres algo de tomar? – preguntó enrollando la toalla en su cuello como una bufanda acercándose al refrigerador, la jale rápidamente y la empuje a la cama, ella parecía muy sorprendida al igual que yo. - ¿Y ahora qué diablos? – su voz era entre cabreada y sorprendida.

- No debes entrar a la nevera, yo buscaré las bebidas – susurré abriendo la puerta del aparato sacando dos botellas de agua, le extendí una a ella que aún permanecía en la cama con mirada perdida. – Toma. – Me miro y la recibió.

- ¿Por qué te preocupas tanto por mí? – pregunto sentándose en la cama viéndome con atención.

- Yo...

¿Debería decirle que me gusta?... Ella es mayor, debe tener a alguien más, seguramente me rechazara, pero no pierdo nada con decirle que me gusta o ¿sí?

ENAMORADO DE LA CORONELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora