VIII

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A SUS ORDENES, MI CORONEL


Los siguientes días Matt me acompañaba a trotar junto a su hermana y el compañero de trabajo de ella, parecían muy cercanos, el día que lo presentó mencionó que era su mejor amigo, pero ante mis ojos era como si ese terminó hubiese trascendido más allá. Este día en particular me encontré solo con ella dando una que otra vuelta, recibió una llamada y me pidió dejarlo por ahora, no quería que se marchara inmediatamente, sujeté su brazo, me miró con el ceño levemente fruncido.

-¿Pasa algo? – no le respondí solo me acerque sujetándola de las caderas y besándole, ella no correspondió inmediatamente pero a los segundos estábamos teniendo una lucha por quién llevaba el ritmo, sus manos se posaron en mi pecho aferrándose a mi suéter, había querido hacer esto desde que la vi con ese estúpido amigo de él que siempre la estaba toqueteando, me hervía la sangre, estaba celoso y quería reclamarla como mía aunque eso solo fue una fantasía en mi cabeza, nos separamos por la falta de aire, sus ojos azules dilatados me miraban sin compresión de la situación, no dejé que formulara ni una palabra y junté nuestros labios, ella me mordió haciéndome apartarme. – ¿Qué crees que estás haciendo?

-Besarte.

-Eso lo sé, quedamos que no íbamos a intentar esto, te lo dejé muy claro la ultima vez, no estoy aquí para enamorarme, no te puedo amar, solo vas a sufrir. – se apartó empezando alejarse.

Al diablo con el amor...

-Entonces no me ames – dije intentando alcanzarla, se detuvo de golpe y me miró con una seriedad que nunca había visto, si pensaba que ya había visto todas las expresiones serías esta sin duda daba miedo, una sonrisa ladina se formó en sus labios, relamió sus labios y se fue acercando a mí.

-¿Entonces? – preguntó, su voz tenía cierta burla y desdén - ¿Estás seguro que puedes soportar el hecho de que no seamos algo como los cuentos románticos y de solo te soy fiel a ti? – tragué con fuerza, sabía que no debía seguir con tal idea, el único afectado en el proceso sería yo, pero quería, deseaba demostrar que podía ser el último y el único en su vida, desde que la conocí tuvo un gran impacto en mí, no sabía nada de ella, pero anhelaba con mi ser saberlo todo, tal vez, solo era un capricho como ella decía, tal vez después de un tiempo todo terminaría, pero esa sensación de hormigueo por mi cuerpo, el temblor que causaba su tacto, mi corazón corriendo como caballos en competencia, mi estomago agitado de la emoción, sabía y tenía la fiel certeza que dolería toda una vida mi estúpida respuesta.

-Si... - susurré sintiendo que en cualquier momento vomitaría mi corazón, ella solo sonrío suavemente y sujeto mi mano dejando un beso en el dorso de esta.

-Te dejaré pensarlo un poco más, debo ir al trabajo, después de eso podemos ir a cenar donde tu quieras y dejar todo claro. – asentí todavía anonado por lo que acaba de pasar, en primera ese arranque por besarla, luego las ideas locas de solo ser su... ¿amante?... creo que eso será en la cena, estaba idiota, ahora si iba a estar bien jodido, si, me gustaba, estaba jodidamente flechado por ella, eres un genio Clark, cuando quise ver estaba solo en frente de su casa mirando el Bienvenidos en la alfombra de la entrada, suspiré y me dirigí a mi casa, caminé directo al baño para irme a clases y tal vez, tal vez, intentar razonar con mis pensamientos por ella.

Seguí con mi rutina como si lo que pasó temprano no hubiese sucedido, pero me descubrí pensando en ella, como un loco, quería tenerla cerca, besarla, decirle que estaba bien, que sería lo que ella desease hasta que tuviese que irse, mientras estaba a mi lado haría lo imposible por hacer que su corazón frío tomase calidez, alguna vez leí que no debía forzar el amor en nadie, pero en sus ojos, sus ojos gritaban por amor, tal vez, no se esforzaron los suficiente por ella, no vieron lo mucho que valía solo por temor o por quererle solo por lo superficial, cuando era más joven escucha cuando tocaba el piano, nunca la veía realmente y tampoco supe porque se fue así de la nada, Matt nunca lo mencionó, ni los padres de ella, solo sé que un día desapareció hasta hoy.

Tenía que mostrarle, que si la podían amar, un golpe me sacó de mi sueño. 

- Vuelve amigo mío, vuelve - Matt estaba con expresión preocupada viéndome.

- Lo siento, estaba pensando 

- ¿En mi hermana?

Le miré estupefacto 

- Los vi besándose esta mañana, amigo, ella en serio no es lo mejor para ti, eres demasiado... adorable para ese monstruo - dijo sorbiendo de su juguito de caja. - Te lo advierto, pero si te vuelves parte de la familia oficialmente no me quejaré - me reí por su estupidez y seguimos intentando sobre llevar otro día en la U.

...

-¿Entonces lo volverás tu colágeno? - suspiré por enésima vez y miré molesta a Jaidev.

-Cállate, en serio, porque estoy a nada de clavarte el cuchillo en el pescuezo. – entré a mi campamento, había sido un día largo y la más estúpida decidió contarle al cotilla de Jai lo que había pasado temprano, cada segundo respiraba en mi nuca recordándome las decisiones estúpidas que estaba tomando en mi vida y ya no lo soportaba más, salí de mis pensamientos al sentir sus enormes manos aferrarse a mí, su cálido cuerpo contra mi espalda, trayendo a mi cuerpo tranquilidad, habíamos pasado por cosas terribles y habíamos aprendido como darle paz al otro en un segundo.

-Me callaré, pero a cambió te quiero escuchar gritar – susurró en mi oído, sentí mis mejillas calentarse y una corriente atravesar todo mi ser dejando estragos en mi centro, intenté liberarme de su abrazo, pero parecía que mi cuerpo se hundía más en el suyo, no luché más y dejé que me girara para juntar sus labios con la piel desnuda de mi cuello, sus manos pasaron de mis caderas y subiendo hasta el bordé de mi cinturón, empezó a desencargarme el suerte sacándolo por encima de mi cabeza, se río al ver ahora la franela y sonríe, nos miramos unos segundos hasta estrellar nuestros labios en un beso feroz y agresivo como todo lo que significaba estar con él, la delicadeza nunca había sido su fuerte cosa que me atraía terriblemente de su ser, era fuerte, rudo y sobre todo nunca se quejaba de la fuerza que yo infligía contra él, estábamos hechos para rompernos entre nosotros, recordando la primera vez que lo estuvimos juntos, al terminar mencionó que no había estado con alguien que lo tratara con la misma rudeza con la que el lo hacía con los demás, me reí de él y le dije que podía seguir intentando derrotarme en la cama, pero que tuviese claro que eso nunca pasaría y así como ese día estábamos arrancándonos la ropa mientras mis dientes se clavaban con fuerza en su hombros ahora desnudos, un gruñido feroz salió de su boca haciéndome querer más de ellos, sus manos en mis nalgas haciéndome levantar para rodear con mis piernas su torso, era un hombre enorme, de músculos bien marcados y una flexibilidad que todos envidaban y era todo mío cuando así lo deseaba, se sentó en la cama apretando nuestros cuerpos rozando con fuerza su miembro contra mí intimidad, no pude evitar gemir ante la fricción y continuar el movimiento.

-Creo que llegarás tarde a esa cita - habló suave en mi oído, me separé un poco para verle a los ojos, le sonreí dulcemente.

-Tu cállate y hazme gritar. - susurré con mis manos muy cerca de los suyos. 

-A sus órdenes, mi coronel.

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⏰ Última actualización: Oct 08, 2023 ⏰

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ENAMORADO DE LA CORONELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora