VII

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TE EXTRAÑÉ

Me quedé sentado mirando a la nada después de que se marchó, suspiré y guardé el auto en la cochera de los Gray, volví a mi casa y dirigiéndome inmediatamente a la ducha para bajar la erección que me había dejado aquel momento de calentura, comprendía que ella me viera como un niño o un simple pasatiempo, tal vez no me gustaba como creía y solo era atracción, no lo sabía pero lo que si tenía claro era que me dolía el pecho y me costaba respirar, un nudo en la garganta no me dejaba articular palabras, mientras los pensamientos se volvían más y más confusos. Estaba loco si creía que una mujer como ella se fijaría en un estúpido nerd y debilucho como yo, después de encargarme de mi problema, me bañé, me sequé para ponerme una sudadera y unos pantalones deportivos, empecé a limpiar mi habitación, eché la ropa sucia en una cesta recordando que la señora del servicio vendría al día siguiente cuando yo no estaba.

El silencio reinaba en el lugar cuando me senté enfrente de mi computadora para hacer los trabajos que faltaban, vivía solo desde que tenía dieciocho años, mis padres habían muerto en un accidente automovilístico, mi hermano mayor había perdido la vida en combate antes de eso y mi hermana gemela se marchó el día que cumplimos la mayoría de edad, salí adelante con los ingresos que quedaron para los dos como herederos de una pequeña compañía que ahora manejaba nuestro padrino mientras termino mis estudios, tuve unas cuantas novias pero nada terminaba bien por mis ataques de ira, así que deje de prestarle atención a los que me rodeaban y me enfoque en mí, la única persona que siempre estaba a mi lado era Matt y siempre le estaré agradecido por ello.

Volví a mi realidad entrando en san Google para hacer investigaciones y una hora después terminé apagando todas las luces y acostándome, debía despertar temprano para seguir entrenando junto con la hermana de mi mejor amigo, desde ahora eso sería, nada más.

...

Entre a la casa sin hacer mucho ruido cosa que fue en vano porque estaba frente a mi madre que me miraba con los brazos cruzados y ceño fruncido, puse los ojos en blanco al saber lo que se vendría.

- Ni un "Hola, mamá" – dijo en un intento de asimilar mi voz, suspiré cansada y asentí abrazándola.

- Hola, mamá, te extrañado – susurré siendo envuelta por sus brazos que me daban suaves palmaditas en la espalda, cerré los ojos inhalando su aroma, sonreí con nostalgia para separarme lentamente de ella. – ¿Cómo te fue en el trabajo? – pregunté un tanto curiosa, era una mujer de 1,70 con cabello castaño claro tirando a rubio, sus ojos celestes que había heredado junto a su personalidad tranquila, me miraba con una sonrisa cálida, cuando era pequeña amaba que me contara sobre sus viajes y los lugares a los que iba salvando personas, había tiempos en que no la veía durante meses, incluso duraba un año fuera haciendo labores humanitarias, era reconocida por ser una de las mejores médicos en esos lugares que nadie querría llegar.

- Estuvo bien, pero creo que ya no podré andar viajando por el mundo como antes, fui a Washington a solicitar mi pensión – cuando lo decía parecía que era algo que no deseaba, pero era lo mejor, asentí.

- Será bueno verte más a menudo – comenté y ella ríe por el comentario.

- Ahora la viajera eres tú, pequeña. – su voz sonaba melancólica, recuerdo que fue la única que no me grito por haber tomado aquella decisión, mi padre un hombre apacible y de temperamento relajado había conjurado hasta el mismo satanás cuando supo que me había enlistado en el ejército, mientras que mi madre fue la mediadora para llegar a la paz y reconciliación, entendía a mi papá, era la niña de sus ojos y quería verme siempre feliz, cumpliendo mis sueños. – ¿Cenaste? – su pregunta me sacó de mis pensamientos, asentí con medía sonrisa y me despedí para dirigirme a mi habitación, me desvié en el pasillo abriendo una puerta blanca, el lugar estaba limpio, con una cama de un cuerpo, un closet mediano y un enorme piano de cola negro que era todo lo que se encontraba en ella, caminé hasta las puertas que dejaban ir al balcón de la misma, apagué las luces dejando que la luz de la luna iluminara el lugar.

ENAMORADO DE LA CORONELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora