Narra Samantha
Salí corriendo lo más rápido que pude, mi corazón latía mil veces por segundo, no se me ocurría otra cosa más que hacer, mi vida en estos momentos dependía de si me escapaba de allí, o no. Mi vista se iba nublando, pues mis lágrimas ya ni siquiera me permitían ver bien, pero al fin lo conseguí, llegue a mi casa.
Abrí la puerta, mi hogar estaba tan oscuro y vacío, el piso repleto de cristales rotos, los sillones estaban rasgados por todas partes, la mesa estaba tirada patas arriba, en pocas palabras, la sala estaba hecha un desastre.
-Mamá- dije con medio hilo de voz- ¿Dónde estás?
Lo que más me preocupo en ese momento fue no haber tenido respuesta alguna. Avance más y más hasta llegar a las escaleras, suspire y comencé a subir los escalones, mientras lo hacía me ponía a pensar que cosas me podían esperar al llegar allá arriba, ¿Encontraría la razón de este desastre? ¿Mi madre estaría allí? ¿Que pasaría si no? ¿Acaso ya habrá huido de aquí?, esas y más preguntas se apoderaban de mi cabeza mientras más me acercaba a el segundo piso de esta fría y maldita casa.
-Mamá, respóndeme- dije mientras ponía mis pies en el último escalón- ¿Estas aquí?
En ese momento, unas manos rodearon mi boca con fuerza, haciéndome perder el equilibrio y caer al piso, luego sentí como mi cuerpo era arrastrado por el piso hacia una de las habitaciones de la casa. Escuche como la puerta se cerraba y como aquella persona que sostenía sus manos contra mi cara, trataba desesperadamente de ponerle el seguro
-No grites- dijo en un susurro- Por favor, no grites- Sentí como las manos se iban apartando de mi cara y caían hasta mis brazos. Al principio creí que podía ser mi mamá, pero por su voz descubrí que no era ella, sino un chico. Abrí los ojos y trate de mirarlo, pero la oscuridad no me lo permitía.
-Tu..quien ¿Quién eres?-Dije balbuceando y escuchando como el reía, y no me imaginaba por qué lo hacia
-No te preocupes por eso, en estos momentos es lo que menos importa
-¿Dónde está mi Mamá?
-Ella....- paro de hablar
-¿Ella que?
-Ella....ella murió, Samm-En ese momento mi corazón que ya estaba roto y pobre término de quebrarse- Lo siento mucho...
Llorar, fue lo único que pude hacer, llorar, tratando de no gritar, ni de patear lo que sea, o simplemente matarme
-No llores, no lo hagas por favor- pero era imposible no hacerlo- Escúchame Samm, no te harán daño, no mientras yo este aquí, pero necesito que guardes silencio para que no nos encuentren
-Ella.... como.... yo- ni siquiera podía hablar, estaba más que destrozada, la única persona que me amaba, apreciaba y entendía en este mundo de mierda, estaba muerta
-Luego te responderé todo lo que quieras Samm, pero ahora debemos irnos
-¿A dónde?
-Lejos de aquí- se acercó a mí, y puso sus manos y me cara- Te cuidare, pero vámonos, te llevare donde estemos a salvo...
*Fin del sueño*
-¡Señorita Moon!
-¡Qué!- grite algo confundida
-¡Lleva mi clase entera durmiendo!-grito la maestra- usted no viene aquí a dormir, para eso se queda en su casa
-Lo siento, pero...
-¡Pero nada!- Volvió a gritar- ¡No ponga escusas como siempre!
-Yo solo...
-¡Que se quedé en silencio dije!- Ya estaba roja como tomate, estaba avergonzada- A veces me pregunto cómo es que usted está dos años más avanzada, usted debería estar en primaria- auch, eso dolió
En ese momento todos me miraban y burlaban de mí, no les importaba lo que la profesora me dijera, a ellos le gustaba pues solo pensaban en perder clases.
Luego de unas horas la clase termino y llegaba la hora de ir a casa. Todos se levantaron de sus asientos y salieron corriendo por la puerta, pero yo como siempre salía de ultima
-Moon- me llamo la maestra
-Diga- ella solo extendió su mano y me paso un papel
-Tráigalo mañana firmado por alguno de sus padres- yo solo asentí y salí del salón
Me dediqué a caminar en dirección a la puerta de salida. En el camino a mi casa me puse a pensar en la rutina que era mi vida, todos los días la misma mierda, nada nunca cambiaría porque para mi todo siempre iría de mal en peor. Perdí todo lo que tenía al mudarme a esta ciudad y ya no lo puedo recuperar. Suelo llorar todos los dias, y se que es mucho pero cuando lloro no solo lo hago por lo que sea que esté pasando en ese momento, sino por todo lo que sufrí y todavía sufriré en esta vida. Antes ahogaba mi dolor haciéndome cortes en todo el cuerpo, mientras lo hacía mis penas se iban, pero trato de evitarlo, auto lastimarme no es algo que me alegre mucho pero también es una cura para mi maldito dolor.
De repente unos pasos se escucharon a mis espaldas y distintas voces interrumpieron mis pensamientos. Escuche mi nombre, trate de acelerar el paso pero ellos también lo hicieron, así que comencé a correr lo más rápido que pude pero fue inútil, ellos eran mucho más rápidos que yo. Cuando me alcanzaron, uno de ellos me rodeo la muñeca y me empujaron hasta el piso
-Tú no te vas a ninguna parte, Samm- dijo mirándome con cara divertida- A ninguna parte...