Narra Samm
Cerrar la puerta de mi casa me hizo sentir aliviada, no es que me encante estar aquí pero prefiero esto a estar allá afuera donde me puedo encontrar con todas las personas que me odian.
-¿Dónde estabas?- escuche una voz, que provenía de la sala y sabía perfectamente de quien era
-En el colegio - me limite a responder, no me sentía ni con fuerzas para hablar y tampoco es como si me gustara hablar con ella
-Son las 7:00 y se supone que tú sales a las 6:00 p.m, así que dime ¿dónde estabas?
-No tengo porque explicarte nada
-Mira Samm, cuando yo te digo algo tú me lo respondes
-Tú no me obligaras a hacerlo- levante la mirada del suelo y la mire con cara de asco, esa mujer sinceramente me repugnaba
-¿Eso crees?-dijo en tono desafiante
-En esta casa solo mi padre me puede obligar a hacer las cosas, así que si, eso creo
- Pero él no vendrá hasta dentro de unos días- dijo mirándome algo divertida- Así que estoy a cargo, y harás lo que yo te diga
Odiaba que mi padre se fuera, no es que el me haga mucho caso cuando está aquí pero, odio estar sola con su maldita novia. Ella me trata horrible y hace mi vida más miserable de lo que ya es, pero a ella no le tengo miedo
-Samm, ¿escuchaste lo que te dije?-pregunto con un ligero tono molesto
-Sí, lo escuche perfectamente
-Bien-dijo sonriendo de una manera sínica- De todas maneras, tienes la cara echa un desastre por si no lo sabias- dijo sin el mas mínimo toque de preocupacion
-Zorra-dije lo suficientemente alto para que lo escuchará
No la deje ni responder, pues me dispuse a subir las escaleras lo más rápido que pude. Al llegar arriba me asome a ver y me sorprendí mucho al notar que ella ni siquiera había hecho el intento de seguirme pero así era mejor. Me metí en mi habitación y le puse seguro a la puerta. Me acerque a mis gavetas, tome una toalla limpia y entre al baño. Lentamente me deshice de mi uniforme, no me quería lastimar las heridas. Me pare frente al enorme espejo que tenía y admire mi cuerpo, todo maltratado, lleno de cicatrices y moretones. Mis mejillas estaban rojas por las bofetas, tenia grandes ojeras bajo mis ojos y mi cabello estaba todo enmarañado, toda yo era un desastre. A veces las heridas no dolían hasta que las veía, estar en estas condiciones físicas me deprimía mucho, tanto que ya estaba llorando otra vez. Sin pensarlo dos veces me metí a la ducha y deje que el agua callera sobre mi cuerpo, haciéndome olvidar mis pensamientos. Al terminar, salí del baño con la ropa interior ya puesta, abrí mi closet en busca de una pijama, me la puse y sin otra cosa más por hacer me tira en la cama, me envolví en las sabanas y quede dormida.
Narra desconocido
Y hay estaba yo, subido en la rama de un árbol, observándola por la ventana. Adoraba venir y verla cambiarse y dormirse, pues para mí se ve muy tierna pero también odiaba verla llorar y deprimirse, era algo que tenía que enfrentar todos los días, verla así, tan desecha y desolada, me rompía el corazón en mil pedazos lastimarla, es lo que más odio en esta vida, pero vengo aquí todas las noches rogando, que el dolor que le he causado no sea tan grave, como para perderla. Quisiera tanto poder entrar a su habitación ahora mismo, dormir a su lado, besarla, abrazarla, decirle que todo saldrá bien, que estoy aquí con ella, y que la amo con toda mi alma pero por ahora no puedo hacer eso porque si lo hago, si le soy sincero, ella sufrirá más y puede que la pierda..