Un pequeño fallo en el plan

1K 91 2
                                    


La carpa estaba lista, enorme, mostraba todo su esplendor. La luz se colaba iluminando el lugar en rojo y amarillo. Los payasos ensayaban sus malabares, los cargadores acomodaban a los animales y los trapecistas calentaban sus músculos. Dentro de la carpa había un caos, un energizante caos.

Leyla se alimentaba de esta energía, amaba sentir la emoción antes de cada espectáculo, los gritos de la multitud, los silencios llenos de expectación, los aplausos al terminar el acto.

Salió de su pequeño vestidor lista; con su atuendo azul pastel, el cabello recogido en un moño alto decorado con un listón del mismo color, brillos sobre su piel y una enorme sonrisa en el rostro.

Saludaba a sus compañeros mientras pasaba a su lado, tuvo que dar algunos zig-zags entre cajas y jaulas para llegar a su destino.

Ante ella vio la puerta del vestidor de él, se dirigía hacia allá cuando el enorme felino soltó un soplido que desvió su atención.

Puso la mano sobre los barrotes de la jaula. Dante la miro soñoliento y no le prestó mayor atención, bajo la cabeza a sus patas delanteras y continuo con su siesta. Al ver la poca alteración del león la chica se acerco aun más.

-¿Qué pasa Dante? ¿Tienes mucho sueño?

Se agazapo para verlo mejor. El majestuoso león la miro sin ganas por sobre sus enormes patas.

-¿Quién es un gatito bueno? ¿Quién es un lindo, lindo, lindo gatito? - le preguntaba juguetonamente Leyla mientras estiraba sus dedos para acariciarlo.

De pronto alguien tomo con fuerza de su muñeca levantándola bruscamente.

-¿Qué tratas de hacer? ¿Quieres perder la mano? – gruño el enorme hombre quien la sostenía molesto.

-Auh, yo solo...

-Sabes que no debes confiarte de los leones, aunque parezca que son inofensivos, si no sabes tratarlos te pueden lastimar.

-Yo solo...

-¿Qué haces aquí, de todas formas? – pregunto molesto.

Solo venia a... - su confianza se esfumo de pronto, de repente su grandiosa idea ya no lucia tan grandiosa.

Había pensado que ir a saludarlo sería bueno, desearle suerte tal vez, como si la necesitara.

-¿A qué? ¿Qué quieres?

-Nada, solo quería saludar a Dante - soltó ella molesta.

-¿Dante? ¿Cuántas veces te he dicho que no perturbes a mis leones? Y mucho menos antes de un espectáculo.

-Lo siento, ¿de acuerdo? Me voy.

Dio la vuelta dispuesta a encerrarse en su diminuto camerino hasta que su show comenzara. Maldiciendo en su interior el ser tan estúpida. ¿De verdad había ido hasta la puerta de su camerino a desearle suerte?

Como si no lo conociera.

Víctor era el hombre más cerrado que ella había conocido jamás. Era grosero, pedante y cruel. Bueno, no siempre.

Lo había conocido algunos años atrás...

Leyla había llegado al circo en un momento de necesidad y desesperación. Su abuela y su padre habían muerto, eran su única familia (si a eso se le podía llamar una familia). Llevaba días sin comer y estaba aterrada.

Se había acercado al circo con la esperanza de conseguir algún trabajo, cargando cajas, limpiando el excremento de los elefantes, no le importaba, necesitaba dinero o moriría de hambre pronto. Se desilusiono rápidamente, cuando le dijeron que el circo contrataba solo a mayores de edad y ella apenas tenía 17 años.

La chica que domo al domadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora