Víctor camino contra la multitud que se dirigía a la salida, a lo lejos vio a Leyla quien charlaba sonriente con un chico de cabello castaño, él sonreía mientras la miraba embelesado, un gruñido se escapó de su garganta sin que lo pudiera detener. Llegó hasta ella justo cuando el chico se retiraba abatido.
-¿Quién era? – preguntó a su espalda.
Leyla se dio la vuelta y sonrió espléndidamente.
-Oh, solo un chico... él...
-Creo que lo he visto antes... si, lo he visto antes, en el pueblo anterior y... el anterior – recordó con el ceño fruncido.
Ella sonrió con dulzura y se encogió en hombros.
-Es el hijo de un hombre muy rico y ha estado siguiendo las presentaciones del circo.
-¿Por qué?
-Porque... me ha propuesto matrimonio.
-¿Qué?
-Hace algún tiempo, llego aquí asegurando amarme y prometiendo una vida esplendida llena de lujos.
-Y tú, ¿Qué le has respondido?
Ella sonrió con algo de tristeza.
-Que el amor no se da solo de ver a alguien danzando en los aires. Que no hay cabida para encaprichamientos. Que no puede amarme si no me conoce y que... yo amo a alguien más.
Víctor sintió un duro golpe en el estomago.
-¿Ah si?
- Si, pero es un chico malcriado y ha decidido conquistarme a como dé lugar, por lo que ha estado siguiendo al circo con el propósito de entablar una amistad conmigo hasta que acepte su propuesta.
Víctor siguió mirando la salida del circo con el ceño fruncido, no podía negar que ese chico era un buen partido, era de la edad de Leyla y era millonario, además de asegurar estar totalmente enamorado de ella, pero no podía evitar sentir un tremendo calor en su pecho que sabía que solo sería satisfecho con su puño en el rostro del muchacho.
Una silueta se dibujo en la entrada de la carpa roja y amarilla, la posición de las luces le impedía ver su rostro, pero por alguna razón le pareció familiar, bastante familiar, su corazón comenzó a saltar tan rápido como le era posible y sus ojos se abrieron demasiado al reconocerla.
-¿Ivanna? – soltó en un susurro.
Leyla lo miraba curiosa, se volvió para ver el porqué de su reacción y lo que vio fue a una hermosa rubia de pie en la entrada del circo.
Una mujer de unos 34 años de perfectas facciones, su elegancia se notaba a kilómetros y su mirada como el cielo lucia tristeza y melancolía. Se acerco con una dulce sonrisa en el rostro, vestía muy elegante, llevaba un vestido negro bastante entallado, zapatillas del mismo color y un enorme abrigo de piel de color blanco y negro.
Aunque Leyla la miraba, la mujer jamás le prestó atención, caminó hasta Víctor y lo estrechó entre sus brazos con cariño. Él aún aturdido solo recibió el abrazo pero no lo devolvió.
-Ivanna – volvió a decir en un susurro, estaba totalmente pálido Leyla pensó que podría desmayarse en cualquier momento.
-Víctor, cuánto tiempo ha pasado amor mío – sonrió la mujer aun con sus manos enguantadas sobre los musculosos brazos de Víctor.
Él tomó sus brazos poniéndose del impacto de verla de nuevo después de tanto tiempo y la estrechó entre sus brazos también, cerró los ojos y aspiró el perfume que hacia tanto no disfrutaba.
Leyla decidió salir de ahí cuanto antes, no quería estorbar y mucho menos ponerse a llorar delante de la pareja.
Una vez fuera de la carpa corrió hasta su camerino tan rápido como sus piernas le permitieron. Entró en su pequeño vagón y tomo su cabeza entre sus manos tratando de calmarse.
"Tal vez no es lo que parece, tal vez es solo una conocida, una prima o... hermana, si, tal vez y por eso... por eso lo llamo... amor."
No, ella sabía que no podía ser eso, pero la esperanza es lo último que se pierde ¿no?
Dos toques en su puerta la regresaron a la realidad. Se dirigió a la puerta con la esperanza de que fuera él. La abrió y su ilusión se desinflo como la carpa cada amanecer.
-Katty, eres tú.
-¿Estás bien? Te vi correr y me preocupe.
-Sí, estoy bien.
Katty la miro con una sonrisa dulce, no podía mentirle a ella, era como mentirle a su madre. Katty había cuidado de ella desde que había llegado al circo, ella fue quien la enseño en el arte aérea y siempre que tenía algún problema o alguna frustración acudía a ella.
-Bien, yo... una mujer, llegó una mujer y...
-¿Una mujer?
-Con Víctor, ella vino a ver a Víctor y...
-Oh, ya veo.
El amor que Leyla sentía por Víctor era sospechado por todos en el circo pero solo Katty lo sabía abiertamente, pues era ella quien la consolaba cada vez que su pena era más grande que su pasión.
-Ella, es hermosa y... elegante y... lo conoce desde hace mucho por lo que veo.
-¿Desde hace mucho?
-Cuando llego lo abrazo y lo llamo amor, le dijo que hacía mucho tiempo que no se veían y...
-¿Qué?
-Si ella dijo...
-¿No escuchaste su nombre por casualidad?
-Ivanna.
El rostro de Katty palideció casi tanto como el de Víctor cuando vio a la mujer. Leyla se asusto un poco.
-¿Qué sucede Katty?
-¿Ivanna?
-Sí.
-Oh Dios.
-Katty, ¿Qué sucede? ¿Quién es ella?
-Ella... será mejor que Víctor sea quien te lo diga Leyla, yo no puedo hablarte de eso.
-Pero...
-Habla con él, y será mejor que pronto, estará destrozado cuando Ivanna se valla de nuevo.
Katty salió del camerino de Leyla dejándola llena de dudas, y la que másgolpeaba su cabeza era: ¿de nuevo?
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La chica que domo al domador
KurzgeschichtenLa historia de Leyla, una joven bailarina aérea que esta profundamente enamorada de el único hombre que se rehúsa a estar con ella. Víctor, el domador de leones, un hombre cruel y al parecer sin sentimientos descubrirá que algunas veces es mejor...