Mi mirada estaba clavada en el techo de mi recámara. Mis ojos se encontraban nublados ante la cantidad de lágrimas que acumulaban mis párpados. Habían pasado tal vez dos horas desde que subí a mi cuarto y me encerré dedicándome a únicamente llorar como una patética niña pequeña.
Mis padres ya habían llegado de comprar los alimentos necesarios que necesitarían para el almuerzo, mi hermana acababa de regresar de una salida con un par de sus amigos, y todos ellos comprensivos, se quedaron en la parte de abajo sin hacerme ni una sola pregunta del porqué me encontraba de tal irreparable forma. No me hicieron ninguna pregunta pues hasta ellos averiguaban el motivo de mi actitud. Ellos sabían que me había pasado algo.
Al leer el mensaje me quede un rato recargada en la pared enfrente de la puerta, ahogándome en mis propias penas y en mi amargura. Como era de esperarse, al llegar mis padres lo primero que miraron fue a su pobre hija en la manera más vulnerable posible, hecha trizas. Ambos se miraron confundidos y alarmados.
Mi madre me tomó de los brazos y me levantó con la angustia ensamblada en su rostro. Me miró unos segundos tratando de darme a entender que quería que le explicara lo que me pasaba, ella quería saber el causante de mi llanto interminable. Las únicas palabras que pude articular fueron: —Es Harry. —Y con eso fue suficiente para que su comprensión y su lastima arraigaran sus ojos.
Desde entonces me encontraba en mi cama, recordando viejos tiempos en los que las risas eran interminables al igual que las palabras bonitas y las múltiples muestras de cariño que nos ofrecíamos ambos. Yo misma me estaba lastimando, recordar esos momentos eran algunas de mis actividades favoritas apenas unos meses atrás. Recordar el como me miraba cada vez que caminábamos o el simple roce de las llamas de sus dedos en mis mejillas hacía que la felicidad se hiciera infinita.
La sensación de estar juntos simplemente era indescriptible, cuando él me sostenía en sus brazos y sentía que en ellos yo estaba segura, era uno de los mejores momentos que compartía con Harry.
En cambio ahora, ahora sólo estoy pinchando cada parte de mi cuerpo -más dolorosamente el corazón- al recordar lo que alguna vez llegamos a ser ambos. Estoy siendo torturada por mi misma y eso es algo que en realidad no me merezco.
Puedo recordar el dulce sabor de sus labios pegados a los míos haciendo que me estremeciera y que en mi estómago se formaran múltiples sentimientos a la vez; felicidad, nerviosismo, emoción, incredibilidad, satisfacción y unas cuantas más. Esos eran momentos en los que el tiempo pasaba volando y yo solo me quedaba con ganas de pasar más tiempo con él. Me quedaba con ganas de él.
Una sonrisa tonta casi se escapa de mis labios... casi. Sin embargo, la detuve. ¿Quién me ha hecho sentir lo mismo que él? Nada ni nadie. ¿Quién me hará sentir lo mismo que él? Tal vez nada ni nadie. ¿Qué habrá sentido él al decir adiós? Sólo Dios sabe.
¿Ahora qué queda? Nada... Absolutamente nada. Solo quedan sus palabras en la que mi mente se enfrasca en repetirlas una y otra vez: "Me voy. Me voy porque ya no estoy seguro de lo que siento"
Y aunque las palabras que utilizó no la haya dicho de esa forma tan dura, eso fue lo que en realidad quiso decir. Quiso decir que lo nuestro ya no estaba tan firme como antes. Y es cierto, lamentablemente ya no estábamos tan seguros de lo que éramos. Creí que estábamos aferrándonos a nuestra dicha, aferrándonos a el paraíso que era estar juntos. Sin duda no es así, creí mal.
"¡Basta! ¡Basta!, no te hagas esto. Nos estás lastimando" me gritaba mi otro yo tratando de que mi nostalgia y mi sentimiento de culpa no inundaran mi cuerpo completamente, pues si lo hacía, mi lado coherente terminaría ahogado junto con ella y desafortunadamente no volvería a respirar. O así lo imaginaba.
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Never Enough | Harry Styles
ФанфикJamás creí que llegaríamos a esto. Jamás creí que lo que teníamos armado se desmoronaría en tan solo un segundo. Un adiós nunca es suficiente, necesito más de ti como sé que tú necesitas más de mi. Lo sé, y no lo puedes negar. Ahora, ¿por qué te vas...