Parte 2 - Capítulo VII

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Saltos entre sábanas y juegos de almohadas.

León y Zofia comenzaron a disfrutar de una relación a escondidas, basada en el silencio de cada uno, la discreción y el hermetismo. Los días en las escuela se convirtieron en juegos de seducción entre líneas, bajo un código único y desconocido para el resto, que terminaban con sexo en la ventana del apartamento de León.

—Hay algo que debes saber —dijo Zofia una tarde que apareció sin avisar por el piso del profesor.

León nunca había preguntado por su familia. No tenía ningún interés en conocer a sus parientes. Vivía el momento, sin un futuro resuelto, pero ni él ni nadie podía hacerlo. Pensó que viviendo el presente era la única forma de llegar al mañana. Y así continuó durante días, evitando cualquier tipo de pregunta o tema que estuviese relacionado con la familia. Se sentía incómodo hablando de ello. No obstante, Zofia decidió confesarse. Había muchas cosas que León ignoraba.

—Mi padre es una persona importante —dijo la joven sentada en el sofá mientras León miraba por la ventana. Una situación similar a la que tuvo con Anna antes de que se fuera para siempre —: Será el próximo primer ministro de Polonia.

Las palabras de la joven cayeron como un jarro de agua fría bajo el húmedo cuello de León, que observaba la lluvia al otro lado del cristal. Abrió su portátil y cedió el ordenador a la chica.

—Escribe.

Ella tecleó el nombre. En el buscador aparecieron miles de imágenes de un rostro mordaz y frío que había visto anteriormente, que siempre había estado ahí, omnipresente, sin decir palabra. Era Roman Komarnicki, el candidato a las elecciones nacionales del partido más conservador del país. León se cuestionó cómo no se había dado cuenta antes de todo aquello.

Komarnicki parecía una persona seria y rígida, con valores estrictos. El programa de su partido proponía una reforma rígida para paliar algunos problemas de inmigración que el país estaba sufriendo, las cuestiones morales relacionadas con las prácticas abortistas, la educación religiosa en las escuelas y soluciones a los problemas socioeconómicos que las políticas liberales centristas no habían logrado solucionar. Komarnicki suponía un cambio que muchos países europeos apoyaban para restablecer el orden del continente. Padre de familia, Zofia era la hija única por la que Komarnicki estaba dispuesto a todo, o así se lo contaba ella.

—No es tan duro como parece. Es un buen hombre —explicaba a León que miraba sentado las fotografías del ordenador —. Sólo quiere hacer bien su trabajo. Es una responsabilidad muy grande.

León contempló la situación desde la distancia. Sintió miedo, aunque no estaba atemorizado por lo que pudiera hacer un hombre que vivía de la política. Siempre pensó que los políticos que aún no habían llegado al poder, eran los más susceptibles a la hora de tratar con ellos. Querían evitar a toda costa cualquier tipo de escándalo que derribara el trabajo ya hecho.

—Piensa que es un padre de familia más —dijo Zofia.

—No lo es —explicó el joven —. Arruinaría mi vida si supiera que estamos juntos.

—No tiene por qué enterarse...

—¿Bromeas?

—Sé cómo evitar a mi padre —dijo —. Soy su hija, es su sistema. Toda mi vida he convivido con ello.

—¿Y si se entera de que es el profesor de español el que duerme con su hija?

La chica entristeció y comenzó a recoger sus cosas

El Profesor: un thriller de acción y romance prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora