Asombroso... como unos labios que parecían delgados y poco acogedores podían ser en realidad tan suaves y saber tan bien. Inicialmente, el beso fue un poco vacilante, pero aque¬llo no tardó en ser insuficiente.
Harry tocó con su lengua la de _____ y el deseo lo estremeció como un relámpago cuando ella abrió la boca, permitiendo que penetrara en ella.
Sabía a inocencia y a palpitante sensualidad, una combinación embriagadora que fue como una explosión en su cabeza. Bebió de ella, adorando su sabor.
Sintió los poderosos latidos de un corazón, pero no supo si era el suyo o el de ella. Deslizando las manos por su espalda sintió lo delicada que era, y despertó en su interior un intenso sentimiento protector totalmente atípico en él.
_____ se arqueó bajo sus caricias, como un gato disfrutando y alentándolo a que siguiera. Mientras se arqueaba, sus senos presionaron contra el pecho de Harry, como animándolo a que los tocara, a que explorara su plenitud bajo la fina tela que los cubría. Él dudó, temiendo perder el control, temiendo asustarla.
Se hizo vagamente consciente del sonido de sus respiraciones, breves y ligeramente ásperas mientras sus lenguas se acariciaban.
Alzó una mano y tanteó el pasador que sujetaba el pelo de _____ hasta que logró soltarlo.
En cuanto su pelo quedó libre, _____ se apartó de él y se puso en pie.
—¿Por qué... por qué has hecho eso? —preguntó, con voz débil y entrecortada.
Se agachó y recogió el pasador que había caído al suelo. Harry vio cómo temblaban sus manos.
—¿Por qué he hecho qué? —preguntó, aturdido, tratando de recuperar el control, de apartar aquel dulce sabor de su boca. Estaba asombrado por su re¬acción a aquel beso, por la intensidad de su deseo.
—Besarme. ¿Por qué me has besado? —_____ no lo miró mientras volvía a ponerse el pasador.
Harry se encogió de hombros.
—Si no te ha gustado, ¿por qué me has devuelto el beso?
Las mejillas de _____ se tiñeron de un intenso rubor.
—No he dicho que no me haya gustado. Solo te he preguntado por qué lo has hecho.
Harry se levantó y le pasó una mano por el pelo.
—No lo sé —admitió—. Simplemente ha sucedido. Lo siento. No debería haberlo hecho —era la primera vez en su vida que sentía la necesidad de disculparse por un beso.
—No tiene importancia —dijo _____. Sonriendo tímidamente, añadió—: Simplemente me has sorprendido. No mencionaste que los besos fueran a formar parte de mi trabajo.
Harry respiró profundamente, tratando de tranquilizar los latidos de su corazón.
—No te preocupes. Te prometo que no formarán parte de tu trabajo habitual —volvió a pasarse la mano por el pelo—. Aún tenemos un par de horas antes de la cena. ¿Qué te parece si vamos a Mustang a dar una vuelta? —sugirió, pensando que un par de horas alejados del rancho les vendrían bien para volver a poner las cosas en su sitio.
Después de lo sucedido se sentía descentrado. Por unos momentos había olvidado que la mujer con la que estaba era su secretaria, _____.
Por unos momentos, mientras la tenía entre sus brazos, sus rasgos se habían iluminado con una luz interior que la había hecho parecer muy atractiva.
Pero no quería pensar en ella como en una mujer bonita y, mucho menos, sexy.
La necesitaba como secretaria. No podía permitirse complicar las cosas con ella.
—Podemos tomar un café y pensar en algunas ideas para el proyecto Martindale —era una descarada treta para volver a poner las cosas en su sitio.
_____ lo miró, indecisa.
—¿En serio? ¿Vas a dejar que te ayude con ese proyecto?
—Claro —Harry abrió la puerta de la biblioteca, sintiendo que necesitaba un poco de aire fresco para aclarar sus ideas.
—De acuerdo. Deja que vaya por mi bolso.
Mientras _____ subía al dormitorio, Harry salió al porche a esperarla.
No sabía por qué le había afectado tanto el beso que había compartido con ella. No había sido especialmente largo, al menos para lo que él estaba acostumbrado.
Pero no había duda de que le había afectado, y mucho. Su respiración se había vuelto entrecortada y su cuerpo había respondido al instante, como preparándose para hacer el amor apasionadamente.
Volvió a respirar hondo, como si acabara de pasar por una especie de crisis de vida o muerte. Había sido un peligroso descuido, un momentáneo coqueteo con la locura. Debía tener cuidado durante el resto de la semana. De algún modo, el ejercicio que acababan de practicar con Barbara lo había vuelto más vulnerable... más necesitado. Por un instante, casi se había sentido como si de verdad estuviera casado con _____. Pero no debía permitir que la frontera entre la fantasía y la realidad se volviera confusa.
_____ tomó su bolso del tocador y se detuvo un momento ante el espejo. Tenía las mejillas sonrosadas y los labios rojos y un poco hinchados. Se los tocó con los dedos, recordando el beso de Harry. Una intensa calidez la recorrió al recordar los momentos en que los labios de ambos se habían unido.
Había sido su primer beso verdadero, adulto y, además de dejaría sin aliento, había anulado su capacidad de razonar. El instantáneo deseo que se había apoderado de ella la había dejado anonadada.
Si Harry hubiera querido, podría haberla tomado allí mismo, en el suelo de la biblioteca. Podría haberle hecho el amor sin que ella se lo hubiera impedido. De hecho, habría colaborado activamente.
Sintiendo que le ardían las mejillas, se apartó del espejo. Todo había sido culpa de Barbara. El ejercicio que les había hecho practicar había conseguido exactamente su propósito: crear un lazo de unión e intimidad que enriquecería la relación entre las dos personas implicadas.
Pero la única relación que existía entre Harry y ella era la de jefe y empleada. No podía olvidar eso.
Así que, ¿por qué la había besado? Barbara no estaba en la habitación en aquel momento, de ma¬nera que no era necesario seguir simulando que estaban casados. Harry había dicho que simplemente había sucedido.
Ella sabía que lo mejor que podía hacer en aquel momento era olvidar lo que había pasado.
Unos minutos después se reunió con Harry en el porche.
—Ya estoy lista —anunció.
—He visto a Brody hace un momento —dijo Harry, mientras se acercaban al garaje—. Le he dicho que no nos esperaran para cenar, que comeríamos algo en el pueblo.
_____ lo miró, sorprendida.
—De acuerdo —dijo.
—También le he dicho que volveremos a tiempo para la última sesión —Harry le abrió la puerta del coche para que entrara.
_____ lo hizo así, preguntándose por qué habría decidido que iban a cenar en el pueblo. Tal vez sentía la necesidad de estar con otras personas... personas distintas a aquellas a las que trataba de engañar.
Ella sentía la misma necesidad, el deseo de distanciarse de él, de recordar que era su secretaria, nada más. Y tampoco debía olvidar que no era la clase de mujer con la que Harry solía salir.
—Hace un día precioso —dijo, mientras Harry conducía el coche fuera del rancho.
—Maravilloso —asintió él—. Aunque el invierno no tardará en llegar. No querría vivir aquí cuando la nieve empiece a caer.
—¿Por qué no? —preguntó _____, mirando las amplias extensiones de pasto que los rodeaban.
—Los inviernos son muy duros en esta zona. Las temperaturas bajo cero son habituales, y nieva mucho. Estoy seguro de que, en muchas ocasiones, la gente se siente prisionera en sus casas a causa del clima.
—No sé. La idea de estar atrapada por la nieve me parece bastante romántica —_____ podía imaginar un agradable fuego caldeando el interior de una casita mientras la nieve cubría el exterior. Era fácil imaginarse haciendo el amor bajo una colcha de parches, junto al fuego.
—Qué típico de una mujer disfrutar con la idea de tener a un hombre atrapado a causa del tiempo —replicó Harry en tono irónico.
Aquel era el tipo de comentario machista que sacaba de quicio _____. Casi agradeció aquel detalle, pues le había recordado que había una parte de Harry Styles que no le gustaba demasiado.
—Supongo que esa fantasía en particular no es exclusiva de las mujeres —replicó—. Estoy segura de que hay muchos hombres que fantasean con la idea de verse atrapados en una cabaña con una rubia curvilínea de pechos grandes dispuesta a satisfacer sus necesidades.
—Tienes razón —concedió Harry con una sonrisa—. Supongo que puedo ver ciertos atractivos ante la idea de verme atrapado con alguien así.
—Mientras tus necesidades estuvieran localizadas en la mitad inferior de tu cuerpo, supongo que no tendrías problemas —contestó _____.
Harry rió.
—No dejas de asombrarme. En la oficina nunca has mostrado esa faceta de tu personalidad. No sabía que tuvieras tan buen sentido del humor y una mente tan rápida.
_____ se sintió reconfortada al escuchar aquellas palabras. Sabía lo invisible que había sido para Harry durante los dos últimos años. Sin duda, después de aquella semana su relación de jefe y empleada cambiaría sutilmente para mejor. Tal vez no tendría que buscarse otro trabajo.
Harry redujo la marcha mientras se acercaban a las afueras del pueblo.
—Brody me ha dicho que el Mustang Diner es un buen lugar para comer —dijo, mientras giraba en la calle Main—. Según él, tienen el mejor pastel de manzana de todo el estado.
—Seguro que pronto convencerá al dueño para que empiece a servir las galletas Robinson para el desayuno.
Harry sonrió.
—Ya lo ha hecho. Les regaló el suministro de un mes para que las probaran. Luego, mientras estaba de obras en el rancho, pagó a los trabajadores un dinero extra para que fueran al restaurante, pidieran las galletas y fueran diciendo por ahí que estaban buenísimas.
_____ rió.
—No hay duda de que Brody es un auténtico hombre de negocios.
Harry detuvo el coche frente al restaurante, apagó el motor y se volvió hacia ella.
—Respecto a ese beso... —empezó, evidentemente incómodo con el tema.
_____ alzó una mano para interrumpirlo.
—No sigas —sabía que Harry sentía la necesidad de decirle que aquel beso no había significado nada, y la irritaba que creyera que su forma de besarla había sido tan especial como para hacerle creer que significaba algo—. En serio, Harry, no tienes por qué pre¬ocuparte al respecto. En una escala del uno al diez no ha superado un seis. Además, no eres en absoluto mi tipo —antes de que él pudiera replicar, abrió la puerta y salió del coche.
Harry no dijo nada mientras entraban en el restaurante, pero, tras sentarse, no apartó la mirada de _____ mientras esta revisaba la carta. Ella alzó la mirada.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—¿Un seis? ¿No le das más que un seis? —preguntó Harry, mirándola con gesto incrédulo.
_____ reprimió una explosión de risa, comprendiendo que había herido su ego.
—No puedo darle más de un seis porque carecía de emoción.
—¿Quién te ha dicho eso?
—Yo hago la escala y pongo las reglas.
—Pues no me gusta tu escala —dijo Harry, abriendo la carta—. Digas lo que digas, el beso se merecía por lo menos un nueve. ¿Y qué quieres decir con eso de que no soy tu tipo?
—No te lo tomes como algo personal —dijo _____—. Simplemente quiero más de lo que sueles ofrecer a las mujeres con las que sales.
—¿Más? ¿Más qué? —la expresión de Harry evidenciaba su frustración.
—Más de ti mismo —_____ cerró la carta, lamentando haberse metido en aquella conversación—. He notado que te has sentido incómodo durante nuestra sesión con Barbara. No estás acostumbrado a compartir. El hombre del que me enamore querrá compartir todo lo suyo conmigo. Y también querrá saberlo todo sobre mí.
Harry frunció el ceño.
—Compartiendo cosas de uno mismo se pierde poder.
—Pero el amor no tiene nada que ver con el poder —protestó _____—. Enfocas el amor desde el mismo punto de vista que los negocios, y no es lo mismo.
Interrumpieron su conversación cuando la camarera se acercó a su mesa. Pidieron el menú del día y, cuando la camarera se fue, _____ retomó la conversación donde la habían dejado.
—Se supone que el amor no tiene nada que ver con una lucha por el poder, ni con un intento de averiguar las debilidades del otro para poder explotarlas.
Harry se apoyó contra el respaldo de su asiento y la miró especulativamente.
—Si tienes todas las respuestas respecto al amor, ¿por qué sigues soltera?
—No tengo todas las respuestas —protestó _____—. Solo sé lo que quiero y lo que no quiero. Y sigo soltera porque no he tenido tiempo para encontrar al hombre adecuado. Ayudar a criar a Brian y trabajar para ti no me ha dejado demasiado tiempo —hizo una momentánea pausa, mirando a Harry con curiosidad—. ¿Y tú? ¿Has estado enamorado alguna vez?
Notó que su pregunta había tomado por sorpresa a Harry. Este dio un sorbo a su vaso de agua y luego se paso una mano por la frente, como si empezara a dolerle la cabeza.
—Una vez. Cuando era joven y estúpido.
—¿Cómo se llamaba?
—Sarah. Sarah Washington —un gesto de irritación cruzó el rostro de Harry—. ¿Pero qué es esto? ¿Una especie de interrogatorio?
_____ extendió la servilleta sobre su regazo.
—Siento haber tocado un punto débil.
Harry respiró hondo.
—De acuerdo —dijo, a regañadientes. Tras dar otro sorbo de agua, continuó—. Fue hace mucho tiempo. Pensaba que era mi chica, la mujer que iba a pasar el resto de su vida conmigo. Estaba equivocado —miró a _____ un momento y luego movió la cabeza, como para apartar de su mente el pensamiento que había pasado por su cabeza—. Me has dicho algunas veces que te gustaría tomar parte más directa en las actividades de la agencia. ¿Por qué no me cuentas algunas de las ideas que hayas tenido sobre la campaña Martindale?
_____ supo que había llegado el momento de cambiar de tema, aunque aún sentía curiosidad por saber algo de la joven que había capturado el corazón de Harry para luego dejarlo plantado.
Durante la comida hablaron de la campaña publicitaria de Martindale y de otras. _____ compartió con Harry varias ideas que tenía para promocionar empresas y estimular las ventas.
El le explicó pacientemente por qué algunas de sus ideas no servirían, y alabó las que parecían tener posibilidades. _____ agradeció sus consejos y opiniones, dispuesta a aprender todo lo posible de él.
Aquella era la clase de relación que había soñado cuando empezó a trabajar como secretaria de Harry. Quería aprender, que la tomaran en serio, demostrar que valía lo suficiente como para llegar a tener parte activa en el negocio.
—Eres brillante, _____ —dijo Harry, mientras re¬gresaban al rancho después de disfrutar de un trozo de pastel de manzana con café—. Y tienes razón: he malgastado tu talento haciendo que te ocupes de mis asuntos personales. Cuando volvamos a la oficina va a haber algunos cambios.
—Eso me gustaría mucho —dijo _____ sonriendo, feliz. Aquello era lo que había querido desde que empezó a trabajar para Harry. En lugar de pasarse los días organizando citas para comer y mandando flores, iba a tener la oportunidad de utilizar su inteligencia.
—Tienes una mente muy despierta, enanita —le dijo su padre el día antes de irse para siempre—. Tienes que utilizar tu cerebro. Tu inteligencia te llevará lejos —sus ojos la miraron con un toque de tristeza—. Desgraciadamente, no vas a ser una de esas chicas que pueden depender de su físico para salir adelante.
Cerró los ojos y trató de apartar aquellos dolorosos recuerdos. Enanita. Así era como la llamaba siempre su padre. Lo quería con locura y durante años, después de que se fuera, se preguntó si se habría quedado si ella hubiera sido más guapa.
Pero sabía que no. Su padre se habría ido aunque ella hubiera sido Miss Universo. Le costó años comprender que su marcha no tuvo nada que ver con ella.
Poco después de llegar al rancho, _____ y Harry se reunieron con las otras parejas en la biblioteca. Barbara resumió las actividades del día, lo que habían aprendido, lo que aún les quedaba por explorar.
Cuando Barbara terminó, la conversación giró hacia los niños. Trent y Elena hablaron de su hijo con evidente adoración.
—Travis es un manojo de nervios —dijo Elena—, pero es brillante y sano, y un constante recuerdo de nuestro amor —sus ojos destellaron mientras buscaba la mano de su marido.
_____ anhelaba aquella clase de contacto con un hombre y, si tenía suerte, algún día tendría hijos.
—No hay nada mejor en el mundo que los hijos —dijo Brody—. Barbara y yo tenemos dos, chico y chica. Por supuesto, ya son mayorcitos y tienen sus propias familias, pero son una alegría sin la que nadie debiera pasarse.
—Por desgracia, Stan y yo no podemos tener hijos —dijo Eddie, con evidente pesar—. Hemos ido a toda clase de especialistas, pero no hemos tenido suerte.
—El año pasado decidimos adoptar uno y estamos esperando que la agencia nos avise en cualquier momento —continuó Stan. Sonrió a su esposa y la expresión de esta se iluminó.
Todos los felicitaron, y luego Brody se volvió hacia Harry.
—¿Y vosotros? No me digas que habéis sacrifi¬cado tener hijos por el todopoderoso dólar y el afán de prosperar —había un tono sutilmente acusador en su voz.
—En absoluto —replicó Harry—. De hecho —continuó, tomando la mano de _____—, no íbamos a anunciarlo todavía —sonrió orgulloso mientras ella sentía que se le encogía el estómago—. _____ está embarazada de tres meses.
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♡Más que una secretaria (Harry Styles y tú)♡
FanfictionCuando el irresistible Harry Styles dijo que necesitaba la ayuda de _____ _____, ¿cómo iba a imaginarse la eficaz secretaria que su jefe estaba hablando de matrimonio? Y, sin embargo, se encontraba camino de Mustang, Montana, para hacerse pasar por...