Capítulo 7

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—Tranquilo, muchacho, tranquilo —Cameron Gallagher trató de apaciguar al enorme semental acariciándole el cuello.
El gran caballo negro estaba encerrado en un corral. Harry y Trent estaban junto a la valla, observando cómo trabajaba Cameron con el animal.
—Es precioso, ¿verdad? —dijo Trent.
—Desde luego —asintió Harry.
—Cam lo atrapó hace un par de semanas en un cañón por el que suelen deambular varias manadas de caballos salvajes —explicó Trent—. Hacía varios me¬ses que le había echado el ojo.
—Se nota que sabe manejar a los caballos —dijo Harry, observando las maniobras de aquel vaquero alto y moreno con el animal.
—Lo único que le interesa a Cameron son los caballos, su esposa y su hija... no necesariamente por ese orden.
Trent hizo un saludo con la cabeza mientras Cameron se acercaba a donde estaban.
—Hola, Cam.
—Hola, Trent —saludó Cameron.
—Este es Harry Styles, de Great Falls. Le estaba contando lo bien que se te da atrapar y domar caballos.
—¿Es usted ranchero, señor Styles? —preguntó Cameron mientras estrechaba la mano de Harry.
—De momento no, pero puede que en el futuro. En algún momento me gustaría tener un pequeño rancho con algunos caballos —contestó Harry, sorprendiéndose al comprobar que lo que acababa de decir era cierto.
—Hay mucha tierra sin explotar en Mustang. —Probablemente buscaré por la zona de Great Falls —contestó Harry. Tomó nota mental para tan-tear la posibilidad de comprar alguna propiedad cuando regresara a Great Falls.
—Espero que tenga suerte —dijo Cameron, que apenas podía disimular sus ganas de volver con el caballo.
Trent miró su reloj.
—Supongo que ya va siendo hora de que volvamos. Elena y yo tenemos nuestra sesión con Barbara después de la cena.
—¿Qué te decidió a hacer el cursillo? —preguntó Harry mientras regresaban al todo terreno de Trent. Trent se encogió de hombros. —Elena pensó que nos vendría bien —dedicó a Harry un guiño cómplice—. Ya conoces a las mujeres, les encantan este tipo de cosas.
—¿Y a ti no te importó? —preguntó Harry. Trent sonrió como si fuera poseedor del secreto más fantástico del mundo.
—¡Claro que no! Me hace feliz lo que le haga feliz a ella, y esto tampoco requiere tanto esfuerzo.
Harry volvió a sentir una envidia atípica en él. Mientras regresaban al rancho pensó en la sonrisa de Trent. Había sido algo más que el simple gesto de un hombre feliz. Había sido la sonrisa de un hombre que había encontrado el secreto de una profunda dicha, y lo había encontrado en la felicidad de su esposa.
Harry nunca había pensado demasiado en el matrimonio y la familia. Nunca le habían interesado esos temas. Pero de pronto empezaba a pensar en la idea, tratando de imaginar lo que sería amar a una mujer todos los días y noches de su vida. ¿Qué sentiría sosteniendo entre sus brazos a un Harry Júnior o a una Ashley recién nacida? Por primera vez en su vida, la idea no lo asustó.
Tal vez había llegado el momento de empezar a buscar una esposa. Tenía treinta y tres años. Si iba a tener familia, no quería empezar cuando ya fuera demasiado mayor como para disfrutar de los niños.
—¿Te gusta ser padre? —preguntó a Trent.
Trent asintió.
—Aunque no haga otra cosa en la vida aparte de criar a mi hijo, ya habré hecho algo importante —replicó. Tras una pausa, sonrió y preguntó—: ¿Te pone un poco nervioso el embarazo de tu mujer?
—El embarazo... Oh, sí... un poco —por un instante, Harry sintió el impulso de sincerarse con Trent diciéndole que su matrimonio y el embarazo de _____ no eran más que mentiras.
—No te preocupes —dijo Trent—. Tener hijos es casi tan divertido como hacerlos.
Harry le dedicó una débil sonrisa. El impulso de sincerarse pasó. No tendría sentido decir la verdad y arriesgarse a perder a Brody como cliente por un momentáneo ataque de mala conciencia.
Cuando llegaron al rancho, Trent fue a reunirse con su esposa y Barbara en la biblioteca, y Harry subió a su habitación, donde encontró a _____ caminando de un lado a otro.
—¿Intentas hacer un agujero en la alfombra? —preguntó.
—No, solo estaba pensando —contestó ella, y se sentó en el sofá con expresión preocupada—. ¿Has visto los caballos del cuñado de Trent?
—Algunos —Harry se sentó en el borde de la cama.
Sabía que se había ido bruscamente, dejando allí sola a _____. Pero, de algún modo, sentía que todos aquellos inquietantes pensamientos sobre el matrimonio y la familia giraban en torno a la mujer que estaba sentada frente a él. Y eso lo asustaba.
Desde que _____ empezó a trabajar para él, dos años antes, no solo sus negocios, sino también su vida personal, habían fluido con gran suavidad.
El año anterior a encontrarla había tenido cinco secretarias. Intuía que encontrar una esposa adecuada sería mucho más fácil que encontrar una buena secretaria. Y no estaba dispuesto a arriesgar lo que tenía siguiendo un impulso de locura o cediendo al absurdo deseo que sentía por ella en algunos momentos.
—¿Qué quieres hacer antes de comer? —preguntó _____—. ¿O tienes ya algún plan? —miró su reloj—. Aún tenemos una hora y media libre.
—Tú haz lo que quieras —Harry se tumbó en la cama—. Yo creo que voy a echar una pequeña siesta —era hora de recuperar y mantener las distancias con ella. Cerró los ojos, demasiado consciente de su presencia en el dormitorio.
—De acuerdo. Entonces nos vemos en el comedor.
Harry gruñó una ambigua respuesta. Oyó que _____ se levantaba y sintió que lo miraba, dubitativa. Luego oyó sus pasos mientras salía del dormitorio.
Suspiró, aliviado, esperando que el aroma de su perfume se fuera con ella.
Cuatro días más y aquella loca semana habría acabado. Cuatro días más y estarían de vuelta en Great Falls.
Sin duda, podría superar aquellos cuatro días. Podía seguir simulando ser su marido a la vez que se mantenía lo suficientemente distanciado de ella para no poner en peligro su relación de trabajo.
Y, durante los dos días siguientes, Harry logró mantener las distancias. Siguió interpretando su papel de marido feliz, aunque notó que _____ sentía con toda claridad su distanciamiento. Vio preguntas no formuladas en sus ojos, pero no las respondió. ¿Qué sentido habría tenido confesar que le gustaba su secretaria? Sobre todo porque no tenía intención de hacer nada respecto a sus sentimientos por ella.
Los únicos momentos en los que se tocaban era mientras dormían. Cada noche, a pesar de que Harry se proponía que no fuera así, sus cuerpos buscaban la calidez y el placer de tocar al otro. Y cada mañana despertaban abrazados y se apartaban como si aquel contacto los quemara.
Para el sábado por la tarde, Harry se felicitó en silencio por un trabajo bien hecho. No solo habían engañado a Brody y a Barbara, sino a las demás parejas y, además, él había logrado dejar a un lado sus extraños sentimientos por _____.
Aquellos momentos de deseo, aquella loca necesidad de abrazarla, de besarla, habían pasado y, al día siguiente a primera hora, regresarían a Great Falls, de vuelta a sus vidas normales y separadas.
Dedicó a _____ una confiada sonrisa mientras empezaban su última sesión privada con Barbara. Como habían hecho durante toda la semana, se sentaron en la mullida alfombra que había junto a la chimenea mientras Barbara ocupaba un sillón a cierta distancia de ellos.
—He disfrutado mucho trabajando con vosotros dos durante esta semana —dijo Barbara—. Dentro de unos días os mandaré un breve cuestionario. Espero que os toméis el tiempo necesario para contarme lo que os ha parecido esta experiencia y lo que ha funcionado y lo que no para vuestra relación.
—También ha sido una semana estupenda para nosotros, Barbara —dijo _____. Harry asintió, satisfecho como siempre con el encanto natural de su secretaria.
Sería una esposa estupenda para cualquier hombre, pensó, tratando de reprimir una punzada de pesar. Tenerla sería un auténtico logro en la vida de cualquiera. Pero él no la quería como esposa. La necesitaba desesperadamente como secretaria.
—De acuerdo —Barbara unió sus manos y sonrió—. Hoy vamos a experimentar algo divertido. Las parejas no tardan mucho en dar el sexo por sentado. Las noches de largas caricias e interminables jugueteos suelen terminar pronto tras la boda.
Harry sintió que el corazón le daba un vuelco. ¿Qué pretendía Barbara que hicieran? ¿Practicar algún juego íntimo allí mismo, en la biblioteca, ante ella? Seguro que no. Miró a _____ y vio que su rostro reflejaba la misma ansiedad que él sentía.
Barbara rió.
—Deberíais veros las caras. No os preocupéis, no soy una mirona empeñada en compartir unos momentos íntimos con vosotros. De hecho, no quiero que os acariciéis en un sentido sexual, aunque sí quiero que os toquéis el uno al otro.
—¿Qué quieres decir? —Harry trató de no mostrar la aprensión que sentía. Tocar a _____, de cualquier manera, se había convertido en una exquisita forma de tortura.
—Empezaremos contigo, Harry —dijo Babrbara—. Quiero que explores el rostro de _____ con las manos.
Harry miró a _____, preguntándose si alguien más en la habitación podría oír los fuertes latidos de su corazón. No quería tocarla... porque deseaba con toda el alma hacerlo.
Enmarcó su rostro con las manos y luego miró a Barbara.
—No estoy seguro de lo que quieres que haga.
—Cierra los ojos. Simula que tu única forma de ver es con los dedos —explicó Barbara—. Empieza con el pelo y luego sigue por el rostro.
Harry cerró los ojos y desató el pañuelo que sujetaba el pelo de _____ en la nuca. Los sedosos mechones resultaban maravillosamente eróticos contra las palmas de sus manos. Comprendió que había soñado con hacer aquello desde que la vio con el pelo suelto la mañana que fue a recogerla a su casa.
Tras disfrutar un rato con aquello, deslizó las puntas de los dedos por su frente, por sus perfectamente arqueadas cejas y a lo largo de su nariz. Su piel era mucho más suave de lo que había imaginado.
Sus mejillas desprendían calor y cuando deslizó los dedos con ligereza por sus labios, Harry abrió los ojos y la miró.
¿Cómo era posible que hubiera considerado alguna vez a _____ como un chica del montón? Sus ojos color ámbar despedían un brillo que lo dejó sin aliento. Sus largas pestañas revolotearon un momento cuando apartó la mirada, avergonzada.
A continuación fue ella la que exploró los rasgos de Harry. Las puntas de sus dedos estaban frías y temblaron ligeramente cuando las deslizó por sus cejas y mejillas. Cuando le tocó los labios, él sintió que el fuego que había estado latente en su interior se inflamaba en llamas.
Sintió el aliento de _____ en el rostro, cálido, dulce y ligeramente agitado, demostrando que ella también se sentía afectada por aquel ejercicio de caricias.
—De acuerdo —la voz de Barbara rompió el embrujo. _____ apartó las manos y Harry dio un profundo suspiro.
—Ahora las manos —dijo Barbara—. Quiero que os exploréis mutuamente las manos.
El corazón de Harry volvió a latirle descompasadamente en el pecho. Quería salir de allí, alejarse de _____. Pero, en lugar de saltar y marcharse de allí corriendo, en lugar de hacer una escena, tomó las manos de _____ entre las suyas.
Pequeñas. Delicadas. Harry nunca había imagi¬nado que unas manos pudieran ser tan eróticas.
—Solo voy a poneros un deber más —dijo Barbara al cabo de unos momentos. Harry soltó las manos de _____, agradecido por la interrupción—. Quiero que esta noche exploréis vuestros cuerpos. Quiero que toquéis y acariciéis todos los rincones, excepto las zonas erógenas más habituales. Los brazos, las piernas, las rodillas, los hombros... Quiero que ambos os deis cuenta de que hacer el amor no es solo una cuestión de tocar los órganos sexuales. Tomaos el tiempo necesario para descubrir esas secretas zonas erógenas que todos tenemos. Y eso es todo —concluyó, levantándose.
Harry saltó de la alfombra como si un pie invisible le hubiera dado una patada. _____ también se puso en pie, con las mejillas a juego con la camiseta roja que llevaba puesta.
—Nos vemos a la hora de cenar —dijo Barbara. Con una sonrisa, salió de la biblioteca.
—Vaya —dijo Harry, forzando una animada sonrisa—. Esto sí que ha sido intenso.
—Demasiado, para mí —dijo _____, sin mirarlo—. Ese es un deber que no vamos a completar.
Harry sintió una punzada de remordimiento. Cuando _____ iba a salir, la tomó por el brazo.
—Lo siento, _____. No sabía en qué nos estábamos metiendo cuando planeé esto.
_____ se apartó de él y se encogió de hombros.
—No te preocupes.
—Pero no sabías que te iba a toquetear cuando aceptaste hacerte pasar por mi esposa —Harry miró su rostro, buscando algún indicio de que no estaba enfadada, de que todo iba bien—. Necesito saber que podemos dejar todo esto atrás cuando volvamos al trabajo.
—Claro que podemos —dijo _____, aunque sin mirarlo.
—¿Estás segura?
—No hay problema —contestó _____, mirándolo finalmente—. Cuando volvamos a la oficina me quitaré el anillo, tu volverás a ser el señor Styles y yo recibiré la gratificación que hará que todo lo sucedido merezca la pena.
Harry sintió una extraña decepción al oír mencionar el dinero, aunque no entendía por qué. Sabía desde el principio que _____ había aceptado intervenir en aquella farsa por dinero.
Sus sonrisas, su risa, incluso el beso que habían compartido, habían sido parte de su interpretación, una interpretación necesaria para ganarse la gratificación y para que él pudiera conservar a Robinson como cliente. La base de todo era el dinero. Por un momento casi lo había olvidado.
—Si no te importa, creo que voy a echarme un rato antes de cenar. Me duele la cabeza —dijo _____.
Harry sonrió.
—Nuestro primer dolor de cabeza —dijo, tratando de recuperar el humor de los días pasados.
—Supongo que sí —respondió _____, aunque sin sonreír. Sin decir nada más, se volvió y salió de la biblioteca.
Harry se sentó en un sillón, preguntándose porqué se sentía tan deprimido. Habían superado la semana sin despertar las sospechas de nadie. Brody aún seguía siendo su cliente y, cuando volvieran a Great Falls, todo seguiría igual que antes. Entonces, ¿por qué se sentía tan mal?
_____ se puso el pijama, agradeciendo que aquella fuera la última noche que iba a compartir la cama con Harry Styles. Aquella era la última noche que iban a simular una relación que no existía, que nunca existiría.
Comprobó que tenía abrochado el último botón del pijama y se apartó del espejo del baño. Llevaba allí tiempo suficiente como para que Harry se hubiera quedado dormido.
Salió silenciosamente y se acercó a la cama. Apagó la lámpara de la mesilla de noche y se acostó de espaldas a Harry, quien, efectivamente, parecía profundamente dormido.
Todas las noches se aferraba a su lado de la cama como si estuviera al borde de un precipicio, y todas, cuando se quedaba dormida, acababa en medio de la cama y en brazos de Harry.
La habitación estaba en silencio, excepto por el sonido de sus respiraciones. _____ cerró los ojos y trató de relajar su mente para que el sueño se apoderara de ella, pero su mente se negó a colaborar.
Solo podía pensar en el ejercicio que habían practicado con Barbara esa tarde. Tocar el rostro de Harry, explorar sus atractivos rasgos con las yemas de los dedos había despertado una intensa oleada de deseo en su interior... un deseo que nunca había sentido hasta entonces.
El resto del día se había sentido sofocada y no había sido capaz de pensar en otra cosa que en Harry.
—¿_____?
La voz profunda de Harry la sobresaltó. Por un instante pensó en no responder, en simular que dormía.
—¿Estás dormida?
—No —contestó finalmente, y se tumbó de espaldas sobre la cama.
Harry, que estaba de costado, se apoyó sobre un codo y la miró.
—Estoy pensando en comprar algo de tierra cuando volvamos a Great Falls —dijo—. Nada demasiado grande. Lo suficiente para una casa y un establo con un par de caballos.
_____ lo miró sin ocultar su sorpresa.
—¿Y tu negocio?
—Oh, eso no cambiará, aunque puede que empiece a trabajar menos para tener más tiempo libre —Harry se tumbó de espaldas y miró el techo—. Estos últimos días he estado pensando bastante.
—¿Sobre qué? —preguntó _____.
—El día que nos arrebataron el rancho y todas nuestras posesiones juré que trabajaría lo que hiciera falta para hacerme lo suficientemente rico como para que nadie pudiera volver a quitarme nada —Harry volvió a ponerse de costado para mirar a _____—. Ahora comprendo que aunque hubiera perdido a Brody como cliente el negocio habría seguido marchando bien.
—¿Me estás diciendo que lo sucedido esta semana no era realmente necesario?
—Al menos, no por los motivos que te dije originalmente —Harry permaneció unos momentos en silencio—. Pero puede que fuera necesario por otros. Sin esta semana, no habría llegado a darme cuenta de que había perdido el camino de mi meta original.
—¿Y cuál era tu meta original? —preguntó _____. Ambos estaban hablando con gran suavidad. Resultaba extraño estar tumbada junto a Harry, susurrando en la oscuridad.
—La felicidad —Harry respiró profundamente—. Cuando puse en marcha la agencia de publicidad, mi plan era ganar suficiente dinero para comprar algo de tierra y conseguir un caballo como el que me quitaron. Sí, en cuanto vuelva me voy a comprar un rancho con un par de acres de terreno —sus ojos brillaron con ilusión.
—Debería ser una casa con un gran porche delantero —dijo _____, imaginando con facilidad el lugar.
—Sí... Un porche en el que pueda sentarme por la tarde a contemplar la puesta de sol.
—O disfrutar de tu primer café viendo amanecer —añadió _____.
Harry asintió y sus labios esbozaron una suave sonrisa.
—El establo será del tradicional color rojo, y la casa tendrá alrededor una valla blanca de madera.
—Con flores plantadas por todas partes, floreciendo en diversas épocas del año.
—Va a ser fantástico.
—Perfecto —asintió _____, con un toque de añoranza, deseando que aquel fuera un sueño compartido entre ambos. Pero no debía olvidar que Harry no contaba con ella en sus planes.
—Eso es lo que siempre he querido... de lo que me había despistado. Pensaba que algún día me casaría, que tendría hijos, y que mi negocio iría tan bien que ellos nunca tendrían que sufrir la pérdida de su hogar.
Pensar en Harry casándose con alguna mujer y teniendo familia en un pequeño rancho hizo que _____ sintiera una anhelante añoranza.
—Es un sueño muy bonito, Harry, y espero que logres que se cumpla —también esperaba que no notara que su voz se había vuelto más grave de lo habitual.
—Si lo logro, será gracias a ti. Si no hubieras aceptado venir conmigo esta semana, no me habría dado cuenta de hasta qué punto me había desviado de mi meta original. Esta semana y tú me habéis recordado todas las cosas que quiero de la vida. Y te estoy muy agradecido por ello —antes de que _____ se diera cuenta de cuál era su intención, Harry se inclinó sobre ella y la besó.

♡Más que una secretaria (Harry Styles y tú)♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora