El aeropuerto se encuentra repleto y todo me parece más feo desde la última vez que lo vi hace cuatro años, arrastro una maleta demasiado pesada para mi pequeño cuerpo. A lo lejos diviso a mi hermano con un enorme letrero con mi nombre, me pongo roja como un tomate a pesar de que nadie sabe que soy yo, suspirando me acerco a ellos, mamá sonríe tímidamente mientras papá la abraza con la felicidad especiada en toda su rostro. Vanilla ni siquiera se ha dado cuenta que estoy aquí, como siempre, observa su celular y ríe, ignorando todo a su alrededor y Aarón, mi hermano mayor viene a abrazarme; a pesar de las fotografías, no puedo creer lo cambiados que están todos, en especial Aarón, alto y guapo, le abrazo de vuelta disfrutando del cariño que me da.
Vanilla finalmente me mira, ya no nos parecemos tanto como antes, pero sigue repudiándome el hecho de que seamos gemelas, salta de un lado a otro chillando aunque yo apenas la estoy mirando.
-¡Violet, al fin estás aquí! –grita echándome las manos al cuello- Sigo siendo la bonita.
-Me alegro por ti –suelto irónica, ríe tomando mi brazo para llevarme a través de la gente directo al auto, Aarón toma mi maleta y sé que la vida en Inglaterra ya ha muerto. Estoy en la casa de locos otra vez.
Papá se dedica todo el viaje a casa a preguntarme sobre el internado, diciendo que estoy demasiado delgada y que piensa demandar a la institución por no darme suficiente comida, está más viejo y sus extrañas costumbres se han acentuado, pero lo he extrañado tanto que no me importa. Me sorprende que mamá no haya dicho nada desde que llegué, parece fatigada, sus ojos se encuentran cerrados y respira lentamente.
-Mamá, ¿todo bien? –cuestiono al tocar su hombro, su mano se posa sobre la mía con tranquilidad y me regala una sonrisa.
-Sólo te extrañé.
-Dramática –lanza papá mirándola, todos sabemos que bromea, pero mamá le saca la lengua frunciendo la nariz como si no le importara demasiado, lo que significa que le importa muchísimo, y voltea hacia la ventana, abandonándonos aunque aún esté dentro del auto, lo que me preocupe, normalmente bromearía un rato o entrelazarían los dedos, busco ayuda en mis hermanos, pero no consigo ni siquiera una mirada de reojo de su parte así que abandono la causa extrañada.
-Te hicieron una fiesta –gruñe Vanilla de repente, puedo notar que está molesta, pero la ignoro y me concentro en lo importante, seguir leyendo mi manga.
-Era una sorpresa, zorra –ruge Aarón antes de taparse la boca arrepentido.
-¡No llames así a tu hermana! –le regaña papá enojado, casi olvidaba las discusiones de casa, es decir, otra cosa que no eche de menos- A veces creo que eres hijo de Elizabeth.
-¿Podrías no meter a Liz en esto? –gruñe mamá, su pelo rubio se encuentra despeinado y sus ojos verdes parecen frenéticos, como si no hubiera dormido en días.
No presto atención a su pelea, recordando que es pan de cada día, aunque hayan tenido más cariño en la vez, no está en mi memoria que sus lenguas hayan sido tan afiladas al pelear.
Antes los únicos gritos que se escuchaban eran los de Aarón y papá discutiendo o Vanilla y yo luchando en el suelo de mi habitación por alguna estupidez, supongo que todo es muy distinto desde que me fui, pero no quiero aceptarlo.
Cuando por fin llegamos a casa, me retiro en seguida a mi habitación, violetas frescas se encuentran en el alfeizar de mi ventana como siempre y mi cuarto está impregnado con el olor, por primera vez desde que llegué me siento realmente en casa. Le dedico una sonrisa torcida a mi hermano cuando deja la maleta y él me la devuelve, pero no se queda a conversar, simplemente dice que duerma un poco antes de la antes y luego me besa la frente y se marcha.
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Cuando el otoño llega
Teen Fiction"Hey, soy yo otra vez, no el chico que salió del armario, sólo yo... mamá, por favor no me odies." "¡No vamos a ir al infierno por amarnos!" "Creí que siempre seríamos mejores amigas, pero supongo que tu mejor amiga no diría que no quiere volver a...