Capítulo III: No molestar

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AQUÍ HAY GATO ENCERRADO

NO MOLESTAR

Kenma se veía ansioso, incluso había dejado de lado su consola para prestarle mayor atención a Kuroo. Su cuerpo ya había empezado a entrar en calor hace poco menos de una hora y se notaba claramente en su rostro enrojecido. Se dio media vuelta para intentar calmar su agitación, pero más que relajarse, se sentía cada vez más impaciente.

― ¿Te encuentras bien?― preguntó Tetsurou al ver que el menor no se movía y tenía la cabeza agachada.

Kozume no respondió, pero se dio vuelta levantando un poco la vista y mostrando una expresión que denotaba vergüenza.

―Luces muy tenso, relaja tu cuerpo.― le dijo Kuroo levantando su mano para posarla sobre el hombro de su novio.

Kenma tembló un poco al sentir ese pequeño contacto y se acercó rápidamente al capitán del equipo Nekoma para abrazarlo de la cintura, y al mismo tiempo, empujarlo, causando que ambos cayeran al suelo. Tetsurou ni siquiera había alcanzado a reaccionar cuando notó que se encontraba sentado sobre el piso alfombrado, y una vez ahí, retrocedió un poco para acomodar su espalda al pie de la cama. El más joven, que seguía escondiendo su rostro en el pecho del moreno, levantó su cabeza y apoyó su mentón sobre el hombro de su novio.

Al rato comenzó a frotar su mejilla contra la de su novio desesperadamente, gimiendo sin abrir la boca y apegando su cuerpo con el de Tetsurou para liberar su fogosidad. En esa posición acentuó el movimiento de sus caderas mientras empleaba más fuerza en el abrazo.

Kuroo al principio estaba sorprendido por cada acción que hacía Kenma, pero rápidamente se acostumbró al ritmo que llevaba y sabía que debía responder de la misma forma. Lo primero que hizo fue acariciarle la espalda por sobre la ropa con sus dos manos, después volteó su rostro y chocó sus labios contra la mejilla del menor, que seguía moviéndose incesantemente, para humedecerla con sus labios. Kozume entrecerró sus ojos al sentir que su rostro comenzaba a ser tocado por la lengua de su novio, y rápidamente se volteó para juntar su boca con la de Tetsurou en un profundo beso. Kuroo subió sus manos por el cuerpo del menor hasta meter sus dedos entre la rubia cabellera y masajear la cabeza de su amado.

Kenma se separó un poco para mirar los ojos de su capitán y al hacerlo, un hilo de saliva impidió que sus bocas se distanciaran por ese lapso de tiempo.

―Kuro.― dijo en voz baja antes de retomar el beso que tanto placer le causaba.

Tetsurou había visto algo especial en los ojos ámbar de su novio, una mirada cargada de erotismo, que no dudó en corresponder mediante sus besos y caricias que se iban intensificando con el pasar de los minutos.

―Si te molesta lo que estoy haciendo, avísame.― dijo Kuroo en una breve pausa antes de continuar el beso y subir la sudadera del menor. Quería asegurarse de que su armador estuviera cómodo con la situación, y por sobre todo, cumplir con sus expectativas.

Poco a poco, fue metiendo sus manos por debajo de la ropa. La espalda de Kenma se encontraba tan caliente como el interior de su boca, y al entrar en contacto con sus manos heladas, sintió varias sacudidas en su cuerpo, las cuales se fueron haciendo cada vez menores al acostumbrarse a la temperatura. Pellizcó y recorrió cada centímetro de su espalda hasta su zona lumbar. Una vez ahí, metió ambas manos lentamente entre los pantalones y bóxers. Al no escuchar ninguna queja, se dio la libertad de tocar sus glúteos suavemente. Los apretaba y separaba en intensos masajes que provocaban que Kenma suspirara sin descanso.

De pronto, el reloj de la pared marcó las doce y ambos reaccionaron mirándose a los ojos. Kenma sentía su cuerpo más excitado que antes al ver los ojos de su novio, y se quitó la sudadera de su Instituto, quedándose con la camiseta de mangas cortas puesta. Unos segundos después, las orejas gatunas aparecieron lentamente a los costados de sus raíces negras, su boca se abrió un poco más de lo que ya estaba al sentir que su cola de gato crecía lentamente bajo su espalda. Kuroo le bajó un poco los pantalones al percatarse que el bulto crecía cerca de la zona donde estaban sus manos apoyadas y besó su frente, para de alguna forma, calmar el ligero dolor que sentía cada vez que se transformaba.

Aquí Hay Gato Encerrado (KuroKen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora