Capítulo VII: Secreto a voces

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Kageyama seguía sosteniendo a ese gato tan peculiar entre sus manos. Su pelaje era corto, de tres colores; blanco, negro y naranjo. En su ojo izquierdo se ubicaba una pequeña mancha anaranjada. Si algunos de los tres hubiese definido la raza del gato, lo más probable es que todos habrían llegado a la misma conclusión. Claramente se trataba de un gato calicó.

—Kuroo-san, ¿qué está ocurriendo exactamente? — preguntó el armador de Karasuno sin despegar su vista del animal que tenía entre sus manos.

—Bueno, creo entender un poco la situación.— respondió sonriendo un poco más calmado mientras se rascaba la nuca. —Supongo que ya no tiene caso que ande con secretos, lo que pasa es que Kenma está poseído...

— ¿Poseído por el diablo?— interrumpió Hinata poniéndose a tiritar de miedo.

Tobio se asustó al escuchar la pregunta de su compañero y llegó a lanzar al gato lejos de su vista al pensar que se trataba del mismísimo satanás en forma de gato. El pobre felino se dio unas vueltas por los aires y cayó desparramado sobre el suelo.

— ¡No vuelvas a hacer eso!— gritó Tetsurou enojado al ver cómo el animal se incorporaba con dificultad y bajaba sus orejas. Se acercó hacia él muy preocupado inspeccionándolo con la mirada. —Iba a decir que estaba poseído por una maldición que se manifiesta solo en luna llena. No es nada satánico..

La mirada de Kenma, llena de rencor, se encontraba fija en Kageyama.

—Pero, es... es un gato, los gatos deberían caer de pie.— dijo Tobio evitando hacer contacto visual con el pequeño minino. —L-lo siento. — añadió un poco nervioso al sentir la penetrante mirada del felino.

—Tsk... Insisto, no es nada satánico. Cuando me refiero a una maldición, me estoy refiriendo a un tipo de castigo de origen sobrenatural.— comenzó a explicar el capitán de Nekoma acomodándose entre los cojines y tomando al animalito para acostarlo sobre sus muslos. El gato, lejos de resistirse, se dejó levantar sin problemas. Y en cuanto hizo contacto con la cálida piel del moreno, comenzó a ronronear cada vez más fuerte.

Hinata y Tobio también tomaron asientos muy atentos frente al capitán de Nekoma para escuchar la historia. Su atención estaba dirigida a Kuroo, sin embargo, no podían evitar distraerse por el comportamiento del gato, el cual se encontraba muy inquieto sobre el regazo del capitán. Kenma en su forma animal, cerraba sus ojos cuando sentía las grandes manos posarse sobre su pelaje o cerca de sus orejas. A ratos, frotaba su cabeza sobre el torso desnudo de su novio, interrumpiendo el relato por las cosquillas que causaba con sus bigotes. En tanto, Tetsurou, quien seguía haciéndole cariño al animal, se sinceraba con los jugadores de Karasuno, contando con lujo de detalle acerca de la maldición, omitiendo, por razones obvias, que Kenma entraba en celo y la relación de noviazgo que mantenía con el armador.

Por otra parte, Kageyama se había puesto a analizar la situación con calma. Era algo difícil de creer, aunque por el hecho de que los tres habían presenciando la transformación del rubio, no le quedaba ninguna duda de que todo lo que contaba Tetsurou debía ser verdad. Su vista, en tanto, pasó de estar observando al animal a fijarse en los arañazos que tenía la piel de Kuroo cerca del cuello. En un momento, cuando Kuroo se volteó a tomar un vaso con agua que se encontraba sobre un mueble cercano, ambos jugadores de primer año, pero por sobre todo Kageyama, pudo ver con mayor claridad las heridas que tenía en la piel. Heridas que parecían ser causadas por un humano, no por un gato. En seguida relacionó el relato de Kuroo con los arañazos. A esas alturas, sabía que Kenma se transformaba en un semigato, y le parecía coherente que esas heridas las hubiese causado Kenma durante ese estado. Aún así, tenía muchas dudas respecto a ese tema.

Aquí Hay Gato Encerrado (KuroKen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora