Recargo la mejilla en la ventanilla de la camioneta y observo el pastizal cubierto por una manta de nieve espesa. Me la paso todo el trayecto del viaje en sumo silencio. Le llamo varias veces a mi padre, pero siempre me desvía la llamada. Parece que esta parte de la cuidad tiene poca señal. Le dejo un mensaje en la contestadora por si las dudas. Mi madre debe estar ocupada atendiendo al abuelo, así que decido no molestarla. Al girar en una glorieta, un enorme edificio me evita ver el horizonte que hay detrás. "A new home" a si han bautizado al paradero de todos los locos de esta ciudad.
Los señores (que visten desde un gorro blanco hasta zapatillas impecables del mismo color) bajan a mi "Tío Nicolas" con cierto descaro que me incomoda. La puerta de cristal se desliza hacia abajo y nos da entrada al hospital.
***
Corro de regreso al lago, mientras voy dejando huellas sobre la nieve que cubre la calle. Me pregunto si a Richard le habrán dejado acceder al hospital. El viento se torna cada vez más violento y mi rostro comienza a adormecerse. Trepo (por segunda vez en el día) por los muros caídos del templo, mientras recito mis próximas acciones en voz alta.
- ¡Muchacho!- Me alerta una voz femenina que resuena por las paredes agrietadas del templo.
- ¿Anna?- Me viro en dirección del sonido.
- ¿Y tú eres...? ¿Qué haces en mi sitio?- Ella se para sobre un pilar y se cruza de brazos.
- ¿Yo? Soy...- Es en ese momento en el cual recapacito que aún no le he dicho mi nombre.- Andrew.
Me doy la vuelta, tratando de no ser grosero y sigo mi camino. Me preocupa el hecho de haber olvidado las bicicletas y la mochila. Regreso a la demolida entrada en busca del dichoso tronco. De repente me impacta el hielo que empapa mi cuello. Me volteo furioso y una segunda bola de nieve impacta en el rostro. Anna recoge una tercera y comienza a alzar el brazo amenazadoramente.
- ¡Detente!- Le ordeno tajantemente y mis ojos viajan mirando cada uno de los troncos que hay en un radio próximo.
- ¿Te sucede algo?- Pregunta mientras arroja la esfera con desanimo.
- Estoy bien.- Nuevamente le doy la espalda y me froto las manos, no de frio si no de nerviosismo. Me siento mal por ser tan grosero, pero es algo que no puedo evitar cuando me consume la preocupación. Volteo de reojo y observo que ella se marcha lentamente. -¡Espera!-Cuando estoy a punto de alcanzarla, recojo el bulto de nieve que ella dejó caer y le doy forma de nuevo. Ella me observa algo molesta y le agarro la mano dándole la bola helada. –Arrójamela a la cara...creo...lo merezco.
Ella arroja la nieve al suelo por segunda vez y me mira a los ojos por un tiempo bastante incómodo. En fracción de segundos impacta su palma abierta en mi mejilla y esta se entumece. Pretendo fingir que no siento ninguna pizca de dolor y mantengo sereno el rostro.
- Está bien. ¿Estamos a mano?
- Me agrada tu forma de pedir perdón.-Menciona Anna con una sonrisa que recobra alegría muy levemente.
- La nieve supongo duele más.-Me froto la mejilla con la mano helada y se me escapa una sonrisa tímida.
- ¿Me dirás que te sucede?- Me dice mientras adopta una postura más calamada.
- Richard y yo extraviamos nuestras bicicletas olvidándolas en un tronco atadas.- Me dirijo a una parte del templo, similar a un cuarto y le indico a Anna que me siga. El recinto nos cubre un poco del frio.
- Kristen y Zooey se las están llevando a sus casas para ver si podían conseguir información de los propietarios. –Lleva su mano al cuello y se frota indicando su pena.
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Tres días de penumbra
HororDespués de la guerra más sangrienta de todos los tiempos, naciones se unen de nuevo en armonía, creyentes y no creyentes, danzan y cantan. Andrew y su mejor amigo Richard, pasarán por la peor de las agonías. Todo girara en torno a una profecía verí...