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La idea



Oh Sehun es un joven bastante inteligente que había escogido la carrera de abogado; de alguna manera quería un mejor nivel de vida que el que tenía ahora y egresar de leyes le haría generar más dinero que le permitiría, a su vez, darle un mejor negocio con una mejor ubicación a su madre, sacar a su padre de aquella oficina en la que se encerraba por horas y regalarles una vida más cómoda de la que ya tenían. Pero no, el destino nunca estaba de acuerdo con los planes de los mortales y Sehun era el vivo ejemplo de un giro de 180° con el que a veces sorprende la vida.

Necesitaba dinero.

Y rápido.

Su madre no ganaba lo suficiente en su negocio como para mantenerlos a ambos después del abandono de su padre; habían pasado de ser una familia de clase media-alta a una totalmente más baja que la media. Su padre había estado engañando a su madre en los últimos meses para sorpresa de todos y al ser descubierto pareció perder la vergüenza, pues se fue de la casa y se negó a pagar mínimo una pensión. Se fue con todo sin dejarles nada. Ahora, comprar los libros de la universidad, hacer la compra y pagar el alquiler de la casa estaba comenzando a ser casi imposible. Sehun observaba cómo su madre cada día trabajaba más duro para poder mantener y hacer crecer su florería —negocio que pasó de ser un hobbie a un trabajo de tiempo completo—, mientras él esperaba a que la sonrisa que le regalaba se desvaneciera, sin embargo, con cada día que pasaba la veía más positiva, como si la separación de su padre le hubiese liberado de algo, hasta que una noche la escuchó llorar encerrada en su habitación. Así fue como se decidió a pedirle ayuda a su amigo, porque estaba cansado de ver sonrisas fingidas; él quería de nuevo tener solvencia económica y una paz en su interior.

—¿Por qué no te haces un Hustler?— así debió ser la mirada del menor cuando Jong In le dijo aquello porque el moreno ya estaba riéndose en su cara mientras negaba con la cabeza. Estaban en las mesas de la cafetería en las afueras de la universidad y Sehun sólo pudo reír por la meliflua risa de su amigo que siempre era contagiosa. Habían sido buenos amigos desde la preparatoria y habían terminado por escoger la misma carrera, Kai —como solía llamarlo él— por presión de su padre y él por convicción. Jongin era homosexual, y su padre era dueño de una de las compañías más famosas de telefonía en Seúl, por lo mismo, había puesto como condición que al menos sacara una carrera masculina, ya que su ignorancia le hacía creer que al ser gay escogería algo como danza, la cual no se le daba mal, nada mal para ser honestos, pero a fin de cuentas iba a heredar una empresa y no se preocupaba mucho por su futuro, decidiendo así una carrera común. Desde los miércoles salía a clubs nocturnos y cada fin de semana tenía un chico nuevo a su lado, para él era sencillo, era guapo y tenía dinero, sumándole aquel carácter alegre y amigable, pero para Sehun todo era más difícil: él siempre tenía la misma cara inexpresiva que alejaba a la mayoría de las personas.

—¿Qué rayos es eso?— preguntó con una ceja alzada, enderezándose para poder poner los codos sobre la mesa y mostrar una de aquellas sonrisas sarcásticas que a veces mostraba. Estaba acostumbrado a que Kai dijera muchas tonterías, y aquel término no le sonaba de nada, por eso se mostró interesado una vez que su rostro volvió a ser el mismo de siempre.

—Sí, ya sabes, hacer dinero rápido— hizo una ademán con la mano como si fuese la cosa más simple del planeta, pero Sehun todavía no terminaba de entender muy bien el concepto, hasta el punto de costarle trabajo pronunciarlo —Es muy sencillo, Sehunnie. Vas a un club, observas a tu presa, la miras por tres segundos y ¡boom!— aplaudió en la cara del menor con una sonrisa ladina muy típica de él antes de reírse por el sobresalto de su amigo y su mala cara después —...tienes sexo y obtienes dinero.

Hustler ✧ HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora