Capítulo 3

49 4 3
                                    

Había lechuga por toda la acera, las compras también estaban esparcidas y yo en el último lugar que querría estar.

Caí encima de él, quedamos tan cerca que podía sentir su respiración acelerada en mi rostro, me salió un suspiro largo y fuerte, como si hubiera conteniendo el aire desde hace horas, cuando recupere el aliento preste atención por primera vez al tipo con el que había chocado.

- Pero que demo...- no pude concluir la frase y mostrar mi enojo, él era guapo de una manera sobrenatural, con su cabello negro como la noche, un cuerpo musculoso pero no demasiado, la cantidad exacta, era alto, tenía unos ojos azules de un tono tan hipnótico que no te permitían ver otra cosa en un buen tiempo, acompañados de unas largas y rizadas pestañas, cuando pude desviar la mirada de esos hermosos ojos vi su boca, perfectos labios, carnosos y de un tono muy ligeramente rosado, eran tan lindos que me habría gustado besarlos pero ¿cómo iba a besar a un desconocido así sin más? Era obvio que no lo haría, se veía tan guapo con el cabello despeinado que era impensable que lo usara de otra forma, podría haber pasado una vida entera en ese lugar pero él me empujó hacia un lado y se sentó.

- ¿Por qué no te fijas por donde vas? - Me dijo e hizo raro gesto con la cara, supuse que era de enojo. Me sentí tan tonta por haberme fijado en él y pensar que podría surgir algo más entre nosotros que se me pusieron las mejillas rojas de coraje.

- Tú eres el que debería fijarse ya que tú me chocaste- me levante y sacudí el polvo, normalmente ayudo a las personas a levantarse pero esta vez no, creó que él pensó que lo ayudaría porque se quedó en el suelo unos minutos y después se levantó, cuando estaba tirado pude ver que su cara de enojo se había suavizado pero casi inmediatamente volvió a poner su expresión dura, Mariana me miro de pies a cabeza examinándome para ver si tenía algún daño, al parecer no tenía nada porque se volteo hacia él chico y le reclamo.

- ¿Qué diablos te sucede?, ¿acaso vas caminando por las calles sin ver?, podría apostar que si vinieras en coche ya habría muchos muertos...- estaba soltando todos los reclamos que se le ocurrían pero no parecían afectarle en absoluto porque él seguía con sus ojos clavados en mí, relajo el rostro y así se veía todavía más lindo, abrió la boca y solo con eso hizo que me estremeciera toda, ¿cómo podía ser posible que alguien que no conozco pueda tener ese efecto en mí?, entonces dijo

- No tengo tiempo de discutir con un par de bebitas de mamá- me quede sin palabras


Capítulo 18

Nada InteresanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora