Un día, cuando acababa de cumplir los 25, Elizabeth escuchó, por medio de sus amigas, que un caballero muy encantador, muy respetable, con muy buenos modales y con mucha fortuna había llegado a la ciudad, había comprado la residencia de Meadows Park y estaba organizando un baile.
Las amigas de Elizabeth le rogaron que fuera, sin embargo, ella estaba nerviosa ya que habían pasado años desde que había atendido un baile. Y como quiera, ella ya no tenia deseos de casarse, ni de conocer a caballeros presumidos y vanidosos. Pero sus amigas la convencieron y Elizabeth se encontraba en el salón de una casa amplia y desconocida.
Elizabeth aún conservaba su belleza y su apariencia de juventud aún no se agotaba, pero ahora que ella ya no era vanidosa y al no querer bailar, negaba a todo caballero que quería con ella.
-¿Madam Collins?- una voz masculina preguntó.
Eso era extraño, muchos de los invitados, a excepción de sus amistades, no sabían su nombre.
Elizabeth levantó la vista para ver un caballero de apariencia muy agradable y muy familiar. ¿A caso lo había visto alguna vez? No puede ser, él era el amo de está gran casa y un caballero muy distinguido. No tenia ni idea de quien era, aunque su apariencia decía lo contrario. Su rostro, su mirada, su aire; él tenía algo que hacia el corazón de Elizabeth latir más rápido.
-Señorita Collins, es probable que no me recuerde, nuestra última correspondencia fue hace mucho tiempo, y no fue de buen agrado para Usted.
Y en ese instante, ella lo reconoció. ¡Cómo olvidarse de ese apuesto, joven, con esos ojos verdes que a ella le parecían hermosos! Y, ¡Quien iva creer que creció a ser en un hombre exitoso, cortés y respetable!
-¡Newman!- exclamó Elizabeth, sorprendida por su drástico cambio de estatus social, aunque, francamente, a ella ya no le importaba.
Él le sonrió y le pidió su mano para el próximo baile.
-Newman, que gusto en volver a encontrarnos, aunque tengo que disculparme por no saber que esta era su casa y Usted el amo.
-No se disculpe, no hay porque preocuparse, Señorita Collins, este es un baile público y abierto.
Ella sonrió con todo su corazón y él tomó su mano y comenzaron a bailar.
Él se preguntaba a si mismo, "La Señorita Collins, ¿por qué no se ha casado? Yo aún la veo bella... Ah si, su vanidad y orgullo... Pobre de ella."
Pero Elizabeth, desde lo más profundo de su corazón deseaba que Newman la perdonará por la desgracia que ella fue para él, aunque fue hace mucho tiempo.
La Señorita Collins y el joven Señor Newman formaron una amistad agradable durante los meses después siguientes y de manera frecuente se visitaban. Finalmente, un día, el Señor Newman le pidió a Elizabeth que lo acompañara a leer en la biblioteca en donde le dijo:
-Señorita Collins, hemos pasado varios meses juntos con una agradable amistad, la he observado estos meses y me doy cuenta con gran asombro que sus formas poco agradables han desaparecido. Y por favor dejame decirle que eso en particular la hace mil veces más honorable y bella que nunca. Por esto le debe de decir que mis sentimientos hacia usted ya son muy grandes para ocultar, permiteme decirle, madam, que yo la admiro y la amo, que por favor me de el honor de pedirle su mano.
Era algo... Esperado. Todos lo sabían, que esos dos, Newman y Collins, se casarían algún día, pero ambos eran muy reservados en sus sentimientos para darlo a conocer. Y ahora que finalmente, Newman le pidió su mano, Elizabeth era tan feliz pero a la vez, no lo podía aceptar, y le respondió diciéndole:
-Tiene usted, Señor Newman, toda mi gratitud por sus lindos comentarios y su oferta de matrimonio, pero debo rechazarlo. Sabés que yo... yo aún me siento tan culpable de lo que sucedió... antes.
Newman no quería escucharla decir que no. No entendía lo que quería decir Elizabeth y le preguntó, a lo que ella le respondió:
-Cuando fui a visitar a mi estimado tío, el fallecido Señor Williams, hace muchos años, yo te humille de la manera mas degradante. Yo no merezco ser su esposa, no merezco ser su amiga, ni siquiera estar en su presencia, perdón, pero el sentimiento de culpa que cargo sólo se engrandecerán si yo me casaría con usted. ¡Oh, Señor Newman! Busque una dama que lo merezca, que lo aprecie, que sea perfecta para su criterio, por que yo no soy suficiente para usted. Conmigo, nunca será feliz.
Elizabeth empezó a levantarse de su asiento para retirarse, pero Newman no se iba a rendir fácilmente.
-Elizabeth Collins, Usted es perfecta para mi, le pido otra vez que se casé conmigo.
-Perfectamente imperfecta para Usted Señor Newman, le ruego que ya no siga con esto, solo lastimará a los dos, ahora me debo retirar, disculpa...
-No, Señorita Elizabeth,- la interrumpió Newman, con mucha ansiedad, -Yo sé que Usted también quiere casarse, por favor no nos separé otra vez. Las cosas ya han cambiado, ambos hemos cambiado. Ninguna otra dama sería suficiente para mi si no es Usted porque son sus imperfecciones que la hacen perfecta para mi, le preguntaré por última vez y si me rechaza de nuevo, ya no hablaremos de esto nunca más, lo prometo... Elizabeth Collins, me haría el honor de ser Usted mi esposa?»
Ella era un desastre emocional y comenzó a llorar. Este era la última oportunidad que Elizabeth tenía para ser feliz. Sabía que no lo merecía. Sabía que toda una vida llena de amor no era lo suficiente para perdonar un momento de dolor.
Pero sabia que lo hacia otra vez. Sabía que otra vez sólo pensaba en como complacer su culpa y nunca pensaba en la felicidad de el, de Newman, no lo hizo cuando lo vio con su tío, sólo pensó en su orgullo. Y ahora era igual, no pensaba en la felicidad de Newman, sólo en ella. Pero es tiempo de cambiar, y por Newman, Elizabeth haría cualquier cambio que sea necesario.
ESTÁS LEYENDO
Perfección Imperfecta
RomanceInspirado por "Orgullo y Prejuicio" escrito por Jane Austen.