365 DÍAS ANTES DEL DÍA X
Estaba nerviosa, aunque era prácticamente imposible, no podía evitar pensar en que había una posibilidad remota de que me tocara a mí.--Niñas, daos prisa --nos dijo mamá a Carla y a mí. Carla era mi hermana pequeña, tenía quince años.
Le hicimos caso y aceleramos el paso mientra avanzábamos por la calle que llevaba a la plaza donde se haría la ceremonia de la Selección. Todas las calles y casas eran grises o blancas, al igual que nuestra vestimenta, todo era de colores tristes y oscuros, por el simple hecho de que no se fabricaban ropas de colores llamativos.
--Ay, Sara, ojalá me toque --me dijo Carla a mi lado.
--Yo también quiero que me toque --le susurré-- estoy harta de mamá. --Y era verdad, no la soportaba, y ella a mí tampoco. Siempre habíamos sido muy unidas, pero todo cambió cuando murió papá.
--¡Te he oído, niña! --me regañó mi madre. Me callé porque sabía que si hablaba la fastidiaría otra vez.
Cuando llegamos a la plaza mi hermana me miró sorprendida: había una mujer vestida con un mono extraño de color gris en el centro de la plaza redonda. Estaba rodeada por una gran cantidad de gente que esperaba su turno para inscribirse a la Selección. Era obligatorio inscribirse, es más, los propios reyes avisaron de que si los controladores de Alope se enteraban de que en su sistema no estaban tus datos se te castigaría con la pena de muerte. Esperamos en la larguísima fila más de dos horas hasta que llegó nuestro turno, le dijimos a la mujer nuestro nombre, apellidos y edad y volvimos.
Una vez en casa, encendimos la televisión ansiosas. Eran las dos de la tarde y a las tres en punto anunciarían los mismísimos reyes, en directo, quienes iban a ser los treinta jóvenes que irían al Edén por sorteo. Esa hora se me hizo eterna, cuando acabamos de comer me fui a lavar los platos voluntariamente, le tocaba lavarlos a mi hermana, pero quise hacerlo yo para dejar de pensar en la Selección. Sabía que era más que improbable que saliera yo, y quería dejar de ilusionarme. Así que me tranquilicé y pensé en que mañana sería uno de enero, otro año más, pero en vez de seguir contando los años como se había hecho siempre, se empezaría de nuevo con otro año. Por orden de Trótono, el hermano mayor de los cinco reyes, y, por lo tanto, el que tiene más poder. Así que mañana, en vez de ser uno de enero del 3878 sería uno de enero del año uno de la nueva era.
--Niña --escuché detrás mío, sabía que era mamá, desde que papá murió no me volvió a llamar por mi nombre y siempre me llamaba así-- deja eso y ven.
--Fui al salón donde Carla miraba la televisión expectante, miré el reloj de arriba de la televisión y efectivamente eran las tres en punto. Toda la tranquilidad que había empezado a sentir mientras lavaba los platos se esfumó al ver a los cinco reyes en televisión. Trótono dio un paso al frente. Y después de dar un discurso sobre que todo iba a cambiar a partir del próximo año, ahora llamado año uno, dijo:
--Ahora anunciaré los nombres de los treinta afortunados que irán este año al Edén. Cada año, el treinta y uno de diciembre a las tres en punto se anunciarán los nombres. A las ocho de la tarde serán transportados hasta el Edén. --Se acercó a una carpeta que sostenía un hombre con el mismo mono gris que la mujer de la inscripción.
Me puse nerviosa, ahí estaban los nombres, Carla empezó a pegar golpecitos al suelo con el zapato. Mi madre estaba tranquila, como siempre.
--Los nombres son los siguientes --dijo, y empezó a nombrar a chicos y a chicas desconocidos para mí. Primero decía el número, después el nombre y por último la edad, cuando llegó al número veinticinco las pocas esperanzas que tenía de salir de la isla se difuminaron, por eso me sorprendí cuando dijo con la voz firme --Veintisiete: Sara Valero Castro, de diecisiete años.
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Memorias Del Edén
FantasyLos treinta Elegidos vienen del mismo lugar y se dirigen al mismo lugar, pero ninguno de ellos sabe con certeza que les espera una aventura donde el amor y el peligro estarán tan unidos que no se podrán diferenciar. Aquí están escritas las memorias...