3. Al llegar

34 4 3
                                    

Tampoco me esperaba una cálida bienvenida de todos los vecinos de aquel pueblo pero tampoco esperaba no ver a nadie por las calles. Llegamos allí y lo único que parecía oírse eran nuestras maletas y objetos varios haciendo eco entre las paredes. Llegó a ser bastante molesto.
El señor de la librería nos había indicado la dirección que debíamos seguir pero no se veía ningún cartel que indicara la calle en la que pudiéramos estar, así que decidimos seguir caminando hasta encontrar algo o alguien que nos pudiera ayudar.
Finalmente lo encontramos por nuestra cuenta al divisar a los lejos un letrero que ponía "Librería Camila". Nada tenía sentido ya que el señor de la librería le había asegurado a mi padre mucho dinero a cambio del cuidado de su librería; empecé a pensar que aquel señor (aún sin saber su nombre) poseía mucho dinero por parte de su familia, quizás, y quería conservar la librería por algún motivo especial.
Tras mirar si por casualidad veíamos a alguien, entramos.
La verdad es que desde fuera parecía que se hubiera construído desde hace mil años pero por dentro daba una impresión totalmente contraria. Oímos a un pajarillo cantar.

- Se llama Charlie. Puede llegar a ser muy pesado pero os caerá bien a medida que pase el tiempo.

Mi padre y yo giramos la cabeza al mismo tiempo. Al quedarnos observando el interior de la librería no nos habíamos percatado del mostrador situado a la derecha nada más entrar por la puerta donde nos miraba aquel señor (suponíamos que sería el dueño, el mismo que puso el anuncio) con una sonrisa tímida.

- Usted debe de ser Dereck, encantado. Sinceramente me sorprendió que alguien leyera el anuncio que puse en internet y más que alguien lo aceptara. - dijo riendo.

- Encantado señor... - dijo mi padre esperando una respuesta.

- Williams, llámeme señor Williams.

- Encantado señor Williams. -dijo mi padre mientras se estrechaban la mano.

- Y tú debes de ser Alexandra, - dijo mientras agachaba un poco la cabeza - encantado también.

- Llámeme Alex. - dije mientras le daba la mano.

De reojo observé que el pajarillo tenía la mirada fija en mí.

¿Qué miras tanto pequeño Charlie? - pensé.

- Bueno, supongo que primero querréis dejar las cosas. Acompañadme, venid por aquí.

El señor Williams no parecía mucho mayor que mi padre, tendría unos pocos años menos, pero por su aspecto parecía cansado a pesar de la sonrisa fija en su rostro. Noté que cojeaba un poco por su pierna izquierda.

- Cuando os hayáis acabado de instalar os enseñaré la librería para que os ubiquéis un poco mejor.

Notaba una sensación de curiosidad por saber qué habría en cada rincón de esa librería... había algo allí que me llamaba especialmente la atención.

Sin nada que perderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora