No sé porque sigo escribiendo esto.
Nunca lo leerás.
Nunca me volverás a ver.
Lo dejaste muy claro cuando te largaste en medio de la noche.
Tan silencioso.
Tan astuto.
Siempre fuiste audaz.
Decías que éramos iguales en eso.
Callados. Astutos. Inteligentes.
Maldita sea,
desearía ser lo suficientemente lista para dejar de escribir esto y dejar de someterme a este infierno.
Pero es lo único que me hace sentir como que aún no te has ido.
Que aun sigues aquí.
Que aun puedo oír a Lou Reed
mientras tú y mamá bailan y ríen, y gozan, y se aman.
Puedo oír tus pisadas,
tu profunda y cálida voz
y el eco de tu risa.
Puedo sentirte.
Me niego a dejarte ir.
Porque admitámoslo,
eso me mataría.
Y no quiero morir,
no aún.