Han pasado tres semanas.
El silencio me está volviendo loca
pero me rehúso a salir de casa.
Mamá lleva tres días sin venir.
Daniel toma tanto que tengo que bañarlo cuando vomita toda su ropa.
Y yo, no puedo dejar de fumar.
La ruidosa calma de mi habitación me estaba desesperando.
Así que ahora solo estoy sentada en el sillón,
mirando por la ventana,
esperando tu regreso.
Casi prefiero a que estuvieras muerto, a tu abandono.
Casi.